El reciente informe de UNICEF, publicado el 14 de julio, destaca una preocupante realidad global: el estancamiento de la vacunación infantil, un fenómeno que pone en peligro a millones de niños en todo el mundo. Esta situación es particularmente alarmante en México, donde el país ha experimentado un notable retroceso en sus niveles de vacunación desde el inicio de la actual administración.

En los últimos años, México ha pasado de ser un modelo en vacunación infantil a enfrentar niveles comparables a los de 2013, exponiendo a la población, especialmente a los menores, a enfermedades que estuvieron a punto de ser erradicadas.

Esta problemática se ve agravada por un subejercicio del presupuesto de salud, como se publicó en su momento, donde se reporta que, en 2023, se ejerció menos del 50% de los fondos asignados para la salud.

UNICEF, en su reciente comunicado, advierte sobre los graves riesgos que implica la detención de la vacunación infantil.

La pandemia de Covid-19 ha exacerbado esta situación, interrumpiendo los programas de vacunación en muchos países y creando un ambiente propicio para el resurgimiento de enfermedades prevenibles.

La organización enfatiza que millones de niños no han recibido las vacunas necesarias para protegerse contra enfermedades mortales como el sarampión, la poliomielitis y la difteria. Esta interrupción no sólo amenaza la salud individual de los niños, sino que también pone en riesgo la inmunidad colectiva, aumentando la posibilidad de brotes epidémicos a gran escala.

México, históricamente reconocido por su exitoso programa de vacunación infantil, ha sufrido un preocupante retroceso en sus niveles de inmunización.

Desde el inicio de la actual administración, los otrora altos niveles de vacunación han disminuido drásticamente, situándose en niveles comparables a los de 2013. Este descenso ha puesto en riesgo a la población infantil, que ahora es más vulnerable a enfermedades que previamente estaban controladas o casi erradicadas en el país.

La falta de acceso a vacunas esenciales representa una amenaza directa a la salud pública y puede conducir a un aumento de la morbilidad y mortalidad.

El retroceso en la vacunación en México no puede entenderse sin considerar el contexto político y económico que lo rodea.

Uno de los factores más significativos es el subejercicio del presupuesto de salud. De acuerdo con la revisión a la cuenta pública del 2023, sólo se ejercieron 105 mil 425 millones de pesos de los 209 mil 861 millones asignados para la salud. Este subejercicio, que representa el 49.7% del presupuesto total, es alarmante, especialmente en un contexto donde la demanda de servicios de salud, medicamentos y vacunas es crítica.

Las causas de este subejercicio son multifacéticas.

En primer lugar, la transición del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) al IMSS-Bienestar ha sido lenta y problemática, entorpeciendo el uso eficiente de los recursos asignados. Esta transición ha dejado inconclusos varios trabajos operativos y administrativos, lo que ha afectado negativamente la provisión de servicios de salud. Además, la falta de una gestión adecuada y la burocracia han contribuido a que los fondos no se utilicen de manera eficiente.

Sin embargo, hay que decirlo: el desinterés de esta administración hacia la salud ha sido patente y vergonzoso.

El presidente López Obrador ha reconocido hace unos días el brutal fracaso del INSABI; un organismo absurdo e invertebrado, cuya única misión fue la de apoderarse de los fondos del Seguro Popular y regresarlos a la Tesorería de la Federación de una manera opaca, dejando varios programas sin dinero. Hoy, el problema se ha extendido hacia la administración total de los recursos, en donde sean recortado y devuelto a la Federación, montos importantes, entre ellos los destinados a la adquisición y administración de vacunas.

Las consecuencias de estos lamentables resultados en la vacunación infantil son severas y potencialmente devastadoras. La baja cobertura de vacunación aumenta el riesgo de brotes de enfermedades prevenibles, lo que puede llevar a un incremento en la mortalidad infantil y una mayor carga para el sistema de salud. Enfermedades como el sarampión, que se encontraban bajo control, podrían resurgir, poniendo en riesgo a comunidades enteras.

Además, la falta de vacunación tiene implicaciones económicas a largo plazo. Los brotes de enfermedades pueden resultar en costos significativos para el sistema de salud, tanto en términos de tratamiento como de manejo de epidemias. Como lo he comentado en diferentes foros, la vacunación es la estrategia más costo-efectiva después del agua potable y siempre resultará más conveniente que tratar enfermedades después de que éstas se hayan propagado.

México se encuentra en una encrucijada crítica. La situación actual exige una acción inmediata y coordinada para revertir la tendencia de descenso en la vacunación infantil.

Es imperativo que el gobierno federal tome medidas para asegurar que los fondos asignados a la salud se utilicen de manera efectiva y que se refuercen los programas de vacunación.

La virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, debe priorizar una reestructuración del sistema de salud (y no una “continuidad”), asegurando la correcta utilización del presupuesto asignado y mejorando la gestión de recursos.

Es crucial reactivar y fortalecer los programas de vacunación infantil, garantizando el acceso equitativo a las vacunas en todo el país. Además, debe promover, de manera urgente, campañas de vacunación a todos los menores, a niñas próximas a la edad reproductiva y a población de altor riesgo; amén de mejorar la infraestructura sanitaria para facilitar la distribución y administración de vacunas. La colaboración con organizaciones internacionales, la iniciativa privada y la inversión en tecnología de salud serán clave para abordar este desafío.

La sociedad civil, los profesionales de la salud y los medios de comunicación también tienen un papel crucial en abogar y presionar por políticas que prioricen la salud infantil y garanticen el acceso universal a las vacunas.

El informe de UNICEF es un llamado urgente a la acción global. Los gobiernos, las organizaciones internacionales y las comunidades deben trabajar juntos para asegurar que todos los niños, sin importar su ubicación geográfica, tengan acceso a vacunas que salvan vidas. En México, este llamado es particularmente relevante y debe motivar una revisión profunda y una acción decidida para restaurar y mejorar los niveles de vacunación infantil.

Son seis años de retroceso, ideología y mal manejo de los recursos para la salud. Es hora de corregir por el bien de nuestra población. Por la vida de nuestros niños.

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