in memoriam.

Partiré de una obviedad: toda persona que domina un tema o al menos tiene un alto grado de desempeño, podría ser definida como experto. Llegar ahí implica no sólo saber, sino saber hacer. Marie Curie pasó incontables horas en su laboratorio manipulando materiales radioactivos; hizo experimentos exhaustivos en los que la repetición y la práctica meticulosa fueron claves para sus destacados logros. Pudo aislar el radio y el polonio, no porque leyera sobre ellos, sino por su trabajo con ellos. Galileo Galilei, a través de su práctica constante, mejoró el telescopio y consiguió observaciones astronómicas que cimbraron al mundo. Lo mismo podemos concluir de Nikola Tesla, Jane Goodall, Mozart o Darwin; invirtieron muchas horas de práctica, se convirtieron en expertos y empujaron a la humanidad más allá de sus límites.

Si de pronto alguien encuentra un manuscrito donde Pablo Picasso explica paso a paso la técnica que lo inmortalizó, difícilmente tú o yo podríamos replicar el Guernica tan sólo con estudiar el documento. Y así, habría otros ejemplos con deportistas talentosos o escritores de época. Es con el hacer como se pavimenta el camino de la maestría. Si no pasa por el cuerpo, no pasa.

He referido en este espacio a un profesor que me marcó como estudiante; fue en la temida clase de cálculo diferencial. El ingeniero Alberto Ruiz Jaúregui, a modo de examen, nos llamaba individualmente al pizarrón para resolver un problema frente al grupo. Además, había que expresar en voz alta el razonamiento. Aquello que entonces califiqué de fusilamiento público no era sino un ejercicio para dominar una materia, y aún más, un método de aprendizaje que, a décadas de haber sucedido, todavía me sorprende.

Practicar es la clave. No parece que sea un secreto y aun así no lo vemos como una forma para mejorar. Mi propuesta es que veamos a la sociedad como un ente que, para superarse, necesita practicar. La interrogante es ¿en qué necesitaría invertir tiempo y esfuerzo una sociedad como la mexicana para ser mejor? Mentes privilegiadas, como Ikram Antaki, nos mostraron el camino. Su obra El manual del ciudadano contemporáneo arroja los temas torales en aras de construir una mejor ciudadanía.

Empecemos por la responsabilidad cívica y moral. No se trata nada más de tener clases de civismo. Ser ciudadano no debería ser un estatus de nacionalidad, sino una formalidad de aquella persona que sabe sus derechos y también sus obligaciones. No es ir a votar y luego exigir. Es refrendar la ciudadanía todos los días cumpliendo desde las leyes y reglamentos más simples hasta los más complejos.

Otro tema fundacional es la educación y el conocimiento. Me dio mucho gusto saber que la doctora Claudia Sheinbaum eleva a nivel de Secretaría de Estado a la ciencia, la tecnología, las humanidades y la innovación. Yo sé que el nombramiento es lo de menos y que habrá que esperar que en los hechos se manifieste la voluntad de apoyar activamente estos temas. El simple acto de regresarles la dignidad perdida en los últimos años es per se una buena noticia (y una declaración de independencia). Esperemos que el pensamiento crítico, la creatividad y el énfasis en saber hacer sean pilares para una nueva generación de mexicanos. Decía Ikram que la ignorancia y la falta de educación son enemigos de la democracia y del desarrollo social (léase, de la prosperidad compartida).

Un asunto que podría caber en lo anterior, pero cuya importancia es tal que amerita su propio nicho, es la lucha contra la corrupción. La sociedad mexicana debería ser invitada a practicar horas y horas de acciones anticorrupción. A diferencia del sexenio que termina, la nueva administración tiene la oportunidad de invitarnos a ver que la corrupción no es sólo un fenómeno desde el gobierno, sino de la sociedad en su conjunto. ¿De qué manera podemos practicar esta materia? Un camino está en el enorme teatro público de la vialidad.

No le dejemos toda la carga al nuevo gobierno. Necesitamos refundar la ciudadanía mexicana a partir de la práctica de aquello que aspiramos ser. Participar en la construcción de un mejor país pasa por tu puerta y entra por tu ventana. Más allá de especular qué hará la nueva Presidenta, la interrogante es también ¿qué vas a practicar tú?

@eduardo_caccia

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