En la democracia electoral se ha impuesto la noción de que se debe abrir la posibilidad de escuchar a las minorías.
Bajo la noción de que el ganador se lleva todo, resulta que no era democrático eliminar a las minorías cuyo apoyo popular les hacía no alcanzar la posibilidad de ser representadas, o por lo menos escuchadas. Gracias a la posibilidad de que las minorías fueran escuchadas, Gramsci envió fuertes mensajes a favor de la izquierda bajo el fascismo italiano, él mismo reconoció que participó en un parlamento controlado por los fascistas para poder promover la agenda de la izquierda.
El hecho que la minoría se escuche permite conocer sus puntos de vista, deseos políticos, pero no implica que se le deba dar una consideración política mayor a la que tiene en la base social. En otras palabras, es un contrasentido que la minoría pueda imponer agendas políticas, porque estaría derrotando en la práctica lo que la mayoría conquistó en las urnas.
Esto viene al caso por las últimas manifestaciones en universidades.
Una minoría acampa y al hacerlo las autoridades universitarias negocian con ellas aspectos políticos soportados por las mayorías.
Cuatro ejemplos en el debate. Los acampantes exigen que las universidades rompan todas sus relaciones académicas y científicas con instituciones israelíes. La primera respuesta del rector de la UNAM fue que eso no se consideraría, pero posteriormente la universidad recula y acepta revisarlo. Sería bueno preguntarle a la comunidad científica de la UNAM si esta de acuerdo con la exigencia de los 20 acampantes en la rectoría, y que se evalúe lo que eso implica para el avance y desarrollo de la ciencia en México, comunidad en la que no participan esos 20.
Los acampantes exigen que la UNAM defina la guerra en Gaza como genocidio, siendo que diversas autoridades mundiales han determinado que esa acusación es falsa; sostengo que es un resultado de una propaganda muy bien montada. La ONU ha determinado que las cifras de muertos que ha proveído Hamas son falsas y que por lo menos no identifican 10,000 muertos, lo que modifica los datos de mujeres y niños muertos. Repudio las guerras, pero en esta guerra, Hamas busca el mayor número de muertos civiles para sostener su campaña de propaganda, aunque lo han anclado en la narrativa de la búsqueda de martirologio religioso. Los muertos civiles se explican en gran medida porque Hamas los utiliza como escudos.
Tercer punto, se exige que se rompan las relaciones con cualquier empresa que tenga que ver con Israel. Esta demanda no tiene ni pie ni cabeza.
Cuarto punto exigen que México rompa relaciones con Israel. Ahí si comparar a 20 acampantes con 130 millones de habitantes, pone la exigencia en otra dimensión.
No es que éstos acampantes estén preocupados por los derechos humanos. Si así fuera se hubieran manifestado hace mucho tiempo por los millones de sirios expulsados, por el genocidio en Darfur, por las víctimas de los Houtis en Yemen, los Uyghurs en China. O por las limpiezas étnicas en los países árabes que agreden a cristianos y judíos, de hecho casi en ningún país árabe quedan judíos. Uy, pero entonces la narrativa se venía por los suelos
La mínima minoría que acampa en la UNAM, es parte de la izquierda idiota que repite clichés, que no sabe responder si le preguntas de que río y mar se habla con la consigna del río al mar y que en si implica un genocidio.
Es una minoría a la caza de causas, temerosos de que el fin del semestre demuestre que no son nada, amenazan con irse al plantón de la CNTE en el zócalo, y el CNTE posiblemente los acepte porque le conviene aumentar el número de carpas semi vacías para presionar al gobierno en el último tramo.
Hay universidades estadounidenses que aceptaron negociar con sus acampantes algunas de sus demandas y ahora la sociedad les exige cuentas. Hay empresarios que han amenazado con no reclutar estudiantes ahí, tema esencial para una institución que presume con la colocación de sus alumnos para reclutar nuevos alumnos.
Mal hizo la UNAM en publicar un desplegado para agradar a los acampantes y peor hará si se doblega ante un grupillo que carece de representación y cuyas bases sociales posiblemente alcancen a los que caben en la carpa.

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