México afronta una nueva temporada de huracanes con las heridas provocadas por Otis, el huracán de categoría cinco que impactó Guerrero en octubre de 2023, aún abiertas.

Del golfo de California a la península de Yucatán, las latitudes que atraviesan las costas del país son idóneas para la formación de ciclones tropicales, un fenómeno propio de las aguas oceánicas cálidas que se presenta de mayo a noviembre, cuando la temperatura del mar supera los 26ºC.

Si bien resulta imposible saber con certeza dónde se formará el próximo ciclón tropical, la intensidad de sus vientos y si su trayectoria lo llevará a tocar tierra, el análisis de un conjunto de variables relacionadas con la temperatura superficial del mar y el comportamiento del viento, entre otros parámetros, permiten predecir la actividad de la temporada de huracanes tanto en el océano Pacífico como en el Atlántico.

El pronóstico de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para la temporada de huracanes 2024 prevé entre 35 y 41 ciclones tropicales de uno y otro lado de las costas del país. Mientras la previsión para el Pacífico, de entre 15 a 18 ciclones tropicales, se apega a la media histórica, los focos rojos están puestos en el Atlántico: de los 14 ciclones tropicales que en promedio se forman cada temporada en sus aguas, el pronóstico prevé la formación de entre 20 y 23 ciclones tropicales, un aumento del 50% provocado por la influencia de La Niña, la contraparte y segunda fase de El Niño, un fenómeno climático que altera las condiciones del Pacífico.

“La Niña, que provoca temperaturas de la superficie del Pacífico muy frías, cambia los patrones climáticos a nivel global y favorece que se formen más ciclones tropicales en el Atlántico”, explica Christian Domínguez, meteoróloga e investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM.

Este panorama exige especial atención en la costa del Atlántico, compartida por Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y los tres Estados que forman la península de Yucatán: Campeche, Quintana Roo y Yucatán.

“El lado del Atlántico requiere de una mayor vigilancia de los Estados que están en la costa del golfo de México, pues tienen una mayor probabilidad de resultar afectados”, afirma Domínguez, antes de hacer una precisión:

“El problema de estos pronósticos climáticos es que no sabemos cuántos [ciclones tropicales] exactamente van a afectar a México, porque si bien pueden ser muchos, eso no significa que todos van a tocar tierra”.

Incluso dentro de la previsión científica, la intensidad, la trayectoria y el momento de la temporada en el que surgirá un fenómeno tropical con potencial para aproximarse a las costas del país son incógnitas que solo pueden revelarse tras su formación.

La máxima es que a más ciclones tropicales, mayor es la probabilidad de que uno toque tierra.

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