Los habitantes de varias urbes del país enfrentamos un desafío que puede demostrarnos el fundamental papel que implica ser ciudadano. Es cosa de levantar la vista. Notarán que de los postes callejeros cuelgan marañas de cables, por donde viajan, sigilosamente, datos, imagen y voz, con los que cotidianamente funcionamos. Sin embargo, una buena parte de ese cableado es obsoleta; hay toneladas, cientos de miles de kilómetros de cable inútil. Quienes lo instalaron, compañías de televisión e internet por cable (popularmente llamadas cableras), no lo retiran.
Este diario ha dado cuenta de que la Cámara Nacional de la Industria Electrónica, de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (Canieti) está «montada en sus cables». A pesar de que la SCJN ha desechado una controversia constitucional contra modificaciones al reglamento municipal, el gremio cablero no ve motivos para someterse a una regulación que le obligue a retirar sus desechos urbanos.
Si los clientes de las cableras hicieran un boicot y amenazaran con cancelar su suscripción a las compañías que no retiren su equipamiento inservible de la vía pública, estas empresas reaccionarían en favor de sus intereses para no perder ingresos. Por otro lado, ignoro si los municipios u otras dependencias, como CFE y Telmex, les cobren derechos a las cableras por usar su infraestructura. Deberían hacerlo. Esta unión de consumidores también funcionaría con los autoservicios que, a partir de la pandemia, y bajo el supuesto de que es una lucha en pro del planeta, ya no dan bolsas de plástico o incluso las cobran. Sin embargo, cuando uno recorre sus anaqueles, están llenos de plástico. La lucha no es contra este material, es contra el mal uso de los desechos. Si los consumidores organizamos boicots contra supermercados que no den bolsas de plástico, tendríamos nuevamente estos accesorios para nuestras compras.
Es crucial que los gobiernos locales implementen regulaciones más estrictas sobre cómo y dónde se puede instalar el cableado. Esto incluye no solo la planificación de nuevas instalaciones, sino también la gestión y el mantenimiento de las existentes. Las políticas deben enfocarse en la consolidación del cableado, incentivando a las compañías a compartir la infraestructura y a utilizar tecnologías menos invasivas y más estéticas. Los empresarios y desarrolladores urbanos también tienen un rol que jugar. Pueden planificar el ocultamiento de cables dentro de las estructuras o bajo tierra, contribuyendo así a la integridad visual y funcional de la ciudad. Esta práctica no solo mejora la apariencia del espacio, sino que también reduce el riesgo de accidentes asociados con el cableado aéreo y genera plusvalía para los residentes.
Hacer ciudad no solo transforma el espacio físico de las áreas urbanas, también tiene un impacto profundo y multifacético en la vida de sus habitantes. Y cruza por entender que ser ciudadano no es tener una nacionalidad o vivir en una ciudad, ser ciudadano es participar en pro de la calidad de vida de uno y de los demás.
@eduardo_caccia