El bienestar social es un concepto relativamente novedoso que se basa en las actividades necesarias para vivir de manera feliz y tranquila. La forma en que se mide es crucial para orientar el rumbo de las políticas gubernamentales hacia acciones que contribuyan a aumentar la calidad de vida.
La Real Academia Española define el bienestar social como el conjunto de elementos indispensables para llevar una vida holgada, plena y tranquila. Si a esto se le suman las necesidades sociales, se puede determinar que el bienestar social se alcanza como suma positiva de ciertas variables medibles que se unen para mejorar la vida de las personas.
Por lo tanto, para definir el bienestar social hay que tener en cuenta dos tipos de factores. Los primeros, aquellos de índole personal que aluden directamente a temas como la salud, física o mental, o a la felicidad. Por otra parte, también queda determinado por otros elementos socioeconómicos mundiales. Por ejemplo, el Producto Interior Bruto, la corrupción, la libertad, la igualdad o la falta de oportunidades sociales.
La influencia de la economía en el bienestar social
Fue en la década de los 60 cuando se inicia el estudio del bienestar social como concepto socioeconómico. En aquel momento, surgieron dos corrientes principales: la hedónica, que analiza el bienestar desde un punto de vista subjetivo, y la eudaimónica, que se enfoca en el bienestar psicológico del ser humano.
Aunque los factores económicos son fundamentales a la hora de referirse al bienestar social, el economista ruso Simon Kuznets, premio Nobel de Economía y creador del concepto de Producto Interior Bruto (PIB), sostiene que este índice no puede utilizarse de manera categórica para evaluar los niveles de bienestar social. Según este expertos, el PIB no distingue entre una actividad económica benevolente y otra dañina, matices que tienen un impacto directo en la satisfacción de los ciudadanos.
Por otra parte, Diane Cyle, catedrática de Políticas de la Universidad de Cambridge, explica que durante la Segunda Guerra Mundial, Keynes dijo: “No necesito saber cuánto bienestar hay, porque estamos en guerra y eso no es bueno para el bienestar. Lo que necesito saber es cuánto puede producir la economía y cuál es el mínimo indispensable que la gente necesita consumir. Todo ello para saber cuánto sobra para financiar la guerra”.
También hay que tener en cuenta que el bienestar social y el Estado del Bienestar no son lo mismo. Este último es europeo en origen, carácter e identidad y no se entiende sin conocer la historia del continente. Si bien están relacionados, varios expertos sugieren que Europa debe considerar dejar atrás el modelo de Estado del Bienestar, que surgió en la posguerra. Estos defienden que hay que avanzar hacia otras políticas que se centren más en fomentar el crecimiento económico, sin descuidar el bienestar de la población.
¿Cómo se mide el bienestar social?
El modelo teórico del sociólogo Corey Keyes plantea que el bienestar social se compone de cinco dimensiones: integración social, aceptación social, contribución social, la actualización y la coherencia social. Sin embargo, la hora de medirlo, los indicadores más utilizados son:
- PIB corregido: Este tipo de producto interior bruto incluye otros elementos externos como los indicadores medioambientales o los sociales.
- Índice de Desarrollo Humano: El IDH está formado por parámetros como la renta per cápita, la esperanza de vida o la tasa de alfabetización.
- Índice de Planeta Feliz: En el que se tiene en cuenta variables como la percepción de la felicidad, la huella de carbono o la longevidad.
A la hora de medir el bienestar social, también se pueden tener en cuenta otros indicadores como la distribución de la renta, el gasto social, la tasa de desempleo, la contaminación, las áreas verdes, el nivel de pobreza, la libertad ciudadana… De hecho, entre todos ellos, existe uno que juega un papel clave: la sostenibilidad.
Por otro lado, teniendo en cuenta todo lo anterior, los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), establecidos por la ONU dentro de la Agenda 2030, tienen como fin mejorar la vida de las personas. Por ello, su cumplimiento influye de manera directa en un aumento del bienestar social a nivel mundial y en base a ello han sido diseñados.
La felicidad como medida clave
Aunque los sentimientos son muy difíciles de medir, a la hora de determinar el grado de bienestar social, la felicidad juega un papel fundamental. El World Hapiness Report es un índice que publica anualmente Naciones Unidas para medir cómo de felices son los ciudadanos de un total de 157 países. Para ello, se basan en seis factores: el PIB per cápita, el apoyo social, la esperanza de vida saludable, la libertad, la generosidad y la ausencia de corrupción.
Este informe también examina cómo los entornos sociales, urbanos o naturales inciden en la vida de las personas. Además, aunque se publique con periodicidad anual, los resultados del Índice Mundial de Felicidad se basan en un promedio de datos recogidos durante los tres años anteriores.
Con respecto a los resultados publicados este año, Finlandia se mantiene en el primer puesto del ranking de los países más felices del mundo por sexto año consecutivo. Le siguen Dinamarca, Islandia, Suecia, Israel y Países Bajos. En los últimos puestos se encuentran Sierra Leona, Lesotho, Líbano y Afganistán, países donde la complicada situación económica y social marca el día a día de sus ciudadanos.