La inseguridad y los problemas de agua e infraestructura eléctrica en México están complicando la llegada de capital extranjero al país ligado a la relocalización de cadenas logísticas o nearshoring, pues son temas que preocupan a los inversores, dijeron economistas de Grupo Financiero Base.
Los expertos mencionaron que, por ahora, los inversionistas desconocen si estos problemas son coyunturales o de fondo, por lo que prefieren posponer sus anuncios de inversión.
“He visto aplazamiento en toma de decisiones por estos cuestionamientos”, dijo Julio Escandón, director general de Grupo Financiero Base, durante el Base Day de esa institución. “Es un costo de oportunidad que estamos dejando pasar: ‘me espero y después tomo una decisión’”.
Gabriela Siller, directora de Análisis Económico del grupo, agregó que el año pasado no fue bueno para la inversión extranjera global y 2024 posiblemente no sea mejor, pues es probable que los inversionistas estén esperando a conocer el resultado de las elecciones en Estados Unidos para decidir sus siguientes pasos.
La visión de Banco Base contrasta con la del gobierno mexicano, quien es optimista y espera que la inyección de capital foráneo al país se incremente este año, luego de alcanzar su tercer mejor registro en 2023 con 36 mil millones de dólares.
“Datos preliminares sobre los anuncios de inversión nos indican que la cifra [de IED] puede superarse este año”, dijo Rogelio Ramírez de la O, el secretario de Hacienda de México, durante la reunión plenaria de Citibanamex la semana pasada. “Hacia adelante, estas nuevas inversiones llevarán a la consolidación y surgimiento de nuevas industrias en el país”.
Siller estimó que, si México aprovechara medianamente la oportunidad del nearshoring, la inversión extranjera podría elevarse a entre 55 mil y 60 mil millones de dólares anuales, y el país incluso podría permitirse seleccionar aquellas inversiones que se traduzcan en un mayor valor agregado.
La economista agregó que el país debe captar estos recursos entre 2024 y 2026, pues más adelante podría perderse la oportunidad ligada al nearshoring, considerando que se trata de decisiones de largo plazo con un horizonte de 20 a 30 años.