Conforme la tendencia de apreciación se prolonga, también crece el número de riesgos que podría derivar en un cambio de dirección de la moneda mexicana; las elecciones presidenciales de México y EUA es una de ellas. En las últimas 4 elecciones presidenciales locales, el peso mexicano exhibió una depreciación de 10%.
La consultoría de servicios de auditoría y asesoría en riesgos Deloitte dijo en una nota fechada este mes que durante las últimas 4 elecciones presidenciales en México, la moneda nacional ha mostrado una depreciación promedio de 10%, por lo que la contienda del 2 de junio próximo es claramente un factor de riesgo relevante.
Tomando en cuenta los niveles actuales del tipo de cambio, la firma indica que implicaría un movimiento hasta los 18.80 pesos por dólar, “y una depreciación mensual de 57 centavos entre marzo y junio, si el ritmo fuera constante”, lo que toma en cuenta además la elección del 5 de noviembre en EUA.
“La especulación no es injustificada ya que el resultado de ambas contiendas será determinante para temas de gran relevancia económica, como el futuro de la relación comercial entre los países o las posibilidades para el nearshoring”, resalta.
Detrás de la depreciación habría una evolución de la incertidumbre alrededor de las campañas, donde los candidatos definen propuestas que, en algunos casos, implican alteraciones al marco regulatorio y en general, al statu quo vigente.
Un segundo movimiento marcado viene después de ser resuelta la elección, donde gran parte de la incertidumbre se disipa y el peso suele recuperar una fracción del territorio perdido.
“En las últimas 4 elecciones, la apreciación se ha dado en un lapso promedio de 3 meses y en una magnitud cercana a 8.5%, lo que hace que el patrón completo del ciclo electoral se visualice con bastante simetría”, indica, estimando niveles de 17.20 unidades por dólar en este ciclo, y “dependiendo de los alcances de la postura de conciliación que ofrezca la candidata ganadora”.
Incertidumbre
El menú de alternativas que ofrecen los partidos políticos en México, con propuestas e ideologías muchas veces opuestas, “dificulta la formación de expectativas y maximiza la aversión al riesgo”.
“Como norma, es habitual que las elecciones más competidas propicien una mayor incertidumbre y por lo tanto una mayor depreciación”, desataca Deloitte, que resalta la apreciación de dos dígitos, o de 16% que la divisa mexicana marcó en 2022 y 2023 ante las altas tasas de interés que ofrece México a los inversionistas, las remesas, y la recuperación de las exportaciones.
El entorno, sin embargo, puede alterarse.
La carrera presidencial en México, que este año arranca el 1 de marzo y concluyen el 29 de mayo, provocará que los contendientes se centren en exponer temas sensibles para los agentes del mercado; Deloitte apunta la propuesta de reformar las pensiones; la estrategia financiera de la empresa petrolera Petróleos Mexicanos (Pemex), y la relación comercial con Estados Unidos.
“Centrándonos en el proceso electoral de México, hay un movimiento marcado de depreciación que se detona con el arranque de las campañas en marzo o abril”.
Las presiones sobre el peso no pararían sino hasta que la elección se resuelva, ya sea porque alguno de los candidatos toma una ventaja definitiva pocas semanas antes de las votaciones, o cuando las autoridades declaran oficialmente a un vencedor en los días siguientes a la elección.
De vuelta a los precedentes históricos, un segundo movimiento es la estabilidad una vez resuelta la elección, donde gran parte de la incertidumbre se disipa y el peso suele recuperar una fracción del territorio perdido.
El escrito de Deloitte dice que en las últimas 4 elecciones, la apreciación se ha dado en un lapso promedio de 3 meses, en una magnitud cercana a 8.5%, “lo que hace que el patrón completo del ciclo electoral se visualice con bastante simetría”.
Tendencias
La consultoría destaca que la volatilidad de las elecciones presidenciales internas puede estar acotada para los meses que abarca el proceso.
La alta presión y volatilidad para la moneda nacional, no obstante, serán las elecciones presidenciales de Estados Unidos de noviembre, al tener un alcance más global, que afecta la estabilidad de los mercados financieros en su conjunto, y donde el peso es uno de activos más líquidos y operados en los mercados de divisas internacionales.
Aunque la dirección de los movimientos no es tan marcada como en el caso de la contienda electoral local, la volatilidad es visible durante los meses de octubre y noviembre, dice Deloitte.
“Considerando la polarización que rige a la política estadounidense y la posibilidad de que, como ocurrió en 2016 y 2020, se planteen políticas disruptivas para los principales tratados comerciales y flujos migratorios, es probable que la dinámica desemboque en un nuevo ciclo de depreciación hacia el cierre de año, lo que complicaría la permanencia de nuestra moneda en niveles inferiores a los $17.50”, dice.