Diversas notas coinciden en llamarlo «niño prodigio», hablan de su «hazaña sin precedentes»; tiene sólo 13 años y el momento culminante de su logro ha recorrido, en video, buena parte del mundo, esta enorme aldea que somos por el ciberespacio, donde la inmediatez es el sello de lo que se propaga como epidemia. Se llama Willis Gibson, conocido en el mundo de los videojuegos como Blue Scuti. En el video se ve manipulando un teclado, concentrado frente a una pantalla, hasta que de pronto algo sucede. El chico se sorprende y exclama «¡Oh, Dios mío!», se lleva las manos a la cabeza mientras hiperventila y se quita un guante azul de su mano derecha, vuelve a exclamar y su respiración se agita todavía más. De fondo, un pitido constante, como el de aparatos de hospital cuando muere un enfermo, evidencia que el oponente fue vencido: Tetris, el videojuego inventado en 1984, ha sido superado por primera vez. Y lo logró un ser humano de 13 años.
¿Es de festejarse con bombo y platillo el logro de Willis Gibson? Depende. A los 14 años, Wolfgang Amadeus Mozart fue condecorado por el Papa con la insignia Caballero de la Espuela de Oro, luego de mostrar su excepcional talento musical. También a esa edad, el joven austriaco compuso su primera gran ópera. Y no olvidemos que desde los 5 años tocaba instrumentos y realizaba incipientes y prometedoras composiciones musicales. A sus 14 años, Blaise Pascal frecuentaba tertulias con matemáticos para debatir conceptos. A los 16 desarrolló su «Ensayo sobre las cónicas» y su mundialmente famoso Hexagrama Místico que luego desembocaría en un reconocido teorema. Los logros de Pascal están vigentes en las palas mecánicas, prensas hidráulicas, en los frenos de nuestros automóviles y hasta en asuntos culinarios. Otro francés, Louis Braille, perdió la vista cuando tenía 5 años. A sus 15 ya había ideado un sistema táctil para leer y escribir, que hoy sigue en pleno uso. Y qué decir de Pablo Picasso, que desde pequeño hacía trazos que apuntaban más allá del papel, y que a los 14 años pintó su primera importante obra.
Habrá quien piense, luego de comparar logros, que haber derrotado al Tetris y festejarlo como hazaña mundial habla de la degradación de la humanidad. Dirá que, si seguimos por este camino, algún día aplaudiremos la invención del fuego o de la rueda; que estamos en plena involución. También habrá quien pueda ver en el juego, en el videojuego, específicamente, la semilla prometedora de algo más trascendente.
Herramienta y creación humana al fin, los videojuegos no son malos por naturaleza. Depende de su contenido y las habilidades que generen. Aunque yo no soy afecto a ellos, he participado en dinámicas de corte empresarial, donde la herramienta para adquirir habilidades de trabajo en equipo, toma de decisiones y coordinación se consiguen con un videojuego. El «secreto» consiste en que involucrar mente y cuerpo en una actividad equivale a «hacer» algo, a «pasarlo por el cuerpo». Practicar una tarea, física y mentalmente, nos lleva a la potencial maestría.
Si Willis Gibson nos comparte por escrito su estrategia para vencer a Tetris, podríamos leerla mil veces y no repetiríamos lo que él hizo. No está en el saber, sino en el hacer, el camino a dominar algo. Ésta es la gran noticia, detrás de la noticia, de haber vencido a un videojuego.
@eduardo_caccia