En política hay causalidades, casualidades, errores, aciertos, intenciones y propósitos alcanzados y frustrados, intuiciones que resultan y otras fallidas. Un autor sugiere que el hecho de planear, del que se llenan la boca casi todos los políticos, influye a la realidad y posiblemente altera ciertas condiciones de la planificación, en el momento mismo que se ha decidido y anunciado que se va a planear, porque el anuncio cambia las expectativas de la gente. Por eso es tan interesante estudiar a la política en toda su complejidad y por eso mismo es tan difícil entenderla.
La dificultad de entender las decisiones políticas consiste en tratar de meterse en la cabeza del que las tomó y en ocasiones en las cabezas de los que lo asesoraron, de los que se enteraron y mostraron apoyo o rechazo, es una suerte del dilema del prisionero que lleva a uno a pensar la forma en que el otro piensa sobre como uno esta pensando lo que el piensa en que se actuará; una complejidad adicional es la práctica de lanzar balones de prueba para medir la reacción ante ciertas decisiones, pero esta no es una práctica que se cumple necesariamente.
Un ejemplo de decisiones y su comunicación es las conferencias mañaneras de López Obrador. Ahí se exponen acciones de gobierno presentes y futuras, críticas y hasta ataques personales y colectivas; el proceso de selección de temas, de personajes a criticar y de momentos para hacerlo es una decisión política, que posiblemente este muy bien medida, aunque para muchos podría ser una casualidad.
Es común escuchar que el ataque a Xóchitl Gálvez y el posterior proceso de acceso a la mañanera y su negación fue un error que ayudó a elevar la posición política de la senadora. Esa es una explicación, la otra puede ser distinta.
Dentro del elenco de senadoras de la oposición más vociferantes dos mostraban su ambición electoral y tal vez se decidió manipular esas expectativas para manejar las elecciones, calculándose quién podría ser más vulnerable o débil para competir. López Rabadán tiene vida partidista y electoral pero no expresaba públicamente un interés por buscar una posición distinta a la que tiene. Gálvez pretendía ser candidata a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, mientras que Téllez pretendía ser candidata presidencial. Se movían en el escándalo y ninguna mostraba riqueza ideológica, aunque Téllez había tenido acercamientos con la ultraderecha; dentro del escándalo Gálvez iba más allá: vestirse de botarga, encadenarse a una silla, hacer legos, demandar a diestra y siniestra.
Supongamos que AMLO la escogió para proyectarla hacia la candidatura presidencial, sacándola de su juego y enfilándola hacia una ruta incierta y desconocida que confundiría a los promotores de la oposición que ya habían logrado crear un frente, éstos operaron para dejarle el camino llano a Gálvez, desinflaron a Téllez y eliminaron de forma poco democrática a los demás aspirantes, debilitando los apoyos políticos que el frente debía articular para ganar la elección; simultáneamente se abrió un compas para la Ciudad de México que terminó nominando a un candidato de dudosa reputación, acusado de encabezar el cartel inmobiliario. Según este esquema AMLO dio dos golpes certeros: presentó un frente débil para dos elecciones centrales, la Ciudad de México y la elección presidencial. Si esto es así, la provocación en la mañanera a la señora X fue la causa que desencadenó dos procesos electorales que hoy en día se ven favorablemente para MORENA y la continuidad del gobierno de la llamada 4T.
Si esta descripción es acertada, no hay duda de la pericia política de AMLO y que lo que pareció un error fue una jugada muy bien anticipada.
Con las conferencias mañaneras desde que fue Jefe de Gobierno AMLO se le impuso al presidente y fijó y manejó la agenda del día, desde la presidencia ha manejado a la opinión pública y hasta propicia debates que distraen y desgastan a sus contrincantes y enemigos. No parece haber duda que su estrategia ha funcionado, mantiene indicadores favorables después de cinco años de gobierno y las encuestas tienen muy bien posicionada a su candidata.
Otro evento que parece haberle funcionado fue el manejo de la posible⁄supuesta⁄anunciada rebelión de Marcelo Ebrard quién no supo entender y manejar una nueva derrota política. No solamente se desarticuló su posibilidad de dañar la candidatura de Claudia, sino que se le cerró la puerta de una vía alternativa, ya sea por Movimiento Ciudadano o como candidato independiente, y ese partido mostró su inviabilidad y la falta de pericia de sus miembros, el escándalo de Samuel García desnuda a un partido con una larga historia de oportunismo y manejos dudosos.
El buen político sabe combinar ruidos con maniobras discretas, sabe tejer en la penumbra y engañar a la luz del sol; mientras muchos se desgastan vociferando contra AMLO, este mueve los hilos que influirán al país por las décadas venideras y todavía esta por verse el impacto de sus acciones sobre la estructura político-partidista.