¿Quién es el responsable de una migración desordenada y desbordada? ¿Los gobiernos de los países expulsores? ¿El país receptor que no los ayuda a resolver sus problemas internos?
¿Cuál es el papel de México en esta nueva crisis migratoria tomando en cuenta que somos, por un lado, la nación que sigue enviando más migrantes indocumentados a Estados Unidos y, por el otro, recibimos decenas de miles de gente de otras naciones que también quieren llegar sin documentos al vecino del norte?
¿Es sostenible la situación que nos ha impuesto el gobierno estadunidense de parar aquí a los migrantes indocumentados de Venezuela, Cuba, Haití, Centroamérica, África y Asia?
¿Cuál debe ser la política migratoria de México? ¿Debemos legalizar a todos aquellos que opten por quedarse a vivir en territorio nacional en lugar de insistir en pasarse hacia Estados Unidos?
¿Cómo proteger los derechos de los mexicanos indocumentados en Estados Unidos?
¿Qué hacer frente a la inhumana retórica antiinmigrante que tiene el Partido Republicano en ese país?
Son muchas dudas de un tema que, por extraña razón, no nos interesa a los mexicanos. El asunto de la migración produce bostezos en la opinión pública como si fuera aburrido o intrascendente. No lo es, pero preferimos mirar hacia otro lado que empezar a reflexionar de qué hacer frente a un problema cada vez más complejo.
Por eso, celebro la idea del presidente López Obrador de llevar a cabo una Cumbre sobre Migración. Sin embargo, como suele ocurrir en este gobierno, los resultados dejaron mucho que desear.
Los países expulsores deben defender los derechos de sus conciudadanos que pretenden migrar. Por su parte, Estados Unidos, el principal receptor de migrantes en el continente, tiene todo el derecho de legislar sus propias reglas como país soberano que es. En este sentido, la idea de una cumbre sobre el problema migratorio es buena, siempre y cuando participaran todas las partes involucradas.
El problema es que el gobierno estadunidense no se sienta a dialogar y negociar con los gobiernos dictatoriales de Cuba y Venezuela, dos de las naciones que más envían migrantes en este momento.
México puede ser el puente para establecer ese diálogo entre expulsores y EU. Bienvenidos, en este sentido, los presidentes de Cuba y Venezuela, por más dictadores que sean, o el torpe mandatario de Colombia. En lo personal, no me gusta nada la foto de López Obrador con Díaz-Canel, Maduro y Petro, pero me la trago con tal de que tomen acciones para resolver el terrible problema de la migración.
Además de los susodichos, en la Cumbre de Palenque participaron los presidentes de Honduras y Haití, así como representantes de Belice, Costa Rica, El Salvador, Honduras y Panamá.
Si entiendo bien, la idea es que, luego, el Presidente mexicano le lleve al estadunidense los acuerdos tomados por los países expulsores. Hasta aquí todo perfecto.
El problema es que los 13 acuerdos que firmaron son (casi) pura paja, como “elaborar un plan de acción para el desarrollo basado en los objetivos prioritarios y entendiendo las realidades de cada país para atender las causas estructurales de la migración irregular en la región”. Oh, sí: qué importante, mire usted, señor Biden.
También queremos que nos ayude a lograr la autosuficiencia y soberanía alimentaria; la protección, conservación y restauración del medio ambiente; el empleo digno, educación y desarrollo de capacidades técnicas y tecnológicas; seguridad energética; combate al crimen organizado transnacional; respetar el derecho humano a migrar; apoyar a la República de Haití; replantear la arquitectura financiera internacional de la deuda soberana; promover la integración y el retorno de los trabajadores temporales; instar a un diálogo integral sobre las relaciones bilaterales, y continuar el diálogo franco y al más alto nivel sobre estos asuntos.
¿Cómo ve, mister President? ¿Le entra?
El único punto que me parece importante de plantearle al presidente de EU es levantar “las medidas coercitivas unilaterales impuestas a países de la región”. En otras palabras, suspender el embargo a Cuba y las sanciones a Venezuela porque, simple y sencillamente, no han servido para remover a las dictaduras de esos países, pero sí han afectado a sus economías creando las condiciones para que millones migren hacia EU.
A ver qué dice Biden. No creo que vaya a tomar muy en serio estas propuestas porque, uno, son (casi) pura paja, dos, tiene a México haciéndole el trabajo sucio de parar a los migrantes en territorio nacional y, tres, por el momento tiene otros problemitas más complicados en su agenda.
X:@leozuckermann