En 1982 vino la gran devaluación que prácticamente destruyó un buen número de negocios de aquellos que debíamos en dólares.
Yo tenía una cadena de tiendas departamentales que había generado a través de la península y que se llamaban “Beauty Supply”. Ocho de ellas se encontraban en La Paz, que había sido la capital de la “fayuca”, venían miles de compradores del macizo continental a la península para adquirir los productos que les eran inalcanzables en los lugares de origen, El ferri entre La Paz y Mazatlán era el vehículo más utilizado por los compradores. Con la devaluación, pierdo las tiendas que tenía y me quedo prácticamente en la calle con una enorme deuda en dólares que poco a poco fui pagando.
Una de las tiendas de La Paz que se llamaba “Ok” la convertí, aconsejado por Marcos Carballo, en una discoteca que se llamó “Ok maguey”, la que llenamos con sillas viejas obsequiadas por los amigos y mesas hechas con rines de carro. Pintamos la pista y las ventanas con jabón. Marcos consiguió un video disco que nos permitió mostrar los videos y música que nacían ante el impacto de la novedad que surgió con MTV en ese año.
En Tijuana, hicimos una discoteca que se llamó “Oh! Laser Club” y que tenía dentro un pequeño bar denominado “Uno” donde cantaba Raúl Calleros que funcionaba maravillosamente como disc jockey y cantante.
Me llama Marcos Carballo de La Paz y me dice que la temporada de “Ok maguey” está baja y requiere de un golpe de publicidad o que llevemos a un cantante, con esta preocupación, se presenta en mi oficina Raúl Calleros y le digo “te tienes que ir a La Paz a cantar” pero con tu apellido nadie te va a escuchar. En ese momento venia el mundial de México 86 y uno de los grandes jugadores italianos era Bruno Conti. Vimos el apellido en un periódico y le dije, desde hoy te vas a llamar Raul Conti y vamos a planear una publicidad sensacional, hagamos carteleras y vamos a contratar a 10 muchachas que te van a recibir en el aeropuerto de La Paz gritando “Conti Conti Conti”. Raúl se fue a La Paz, le descocimos un poco la ropa y cuando bajo en el aeropuerto había 10 muchachas gritando Conti Conti Conti y desgarrándole la ropa, esto permitió que los periódicos locales anunciaran el escándalo y las noches de la presentación de Raúl estuvieran llenas a reventar.
7 días después cuando Raúl intentaba volar hacia Tijuana de regreso, después de un éxito sensacional lo despedían en el aeropuerto más de veinte muchachas (no contratadas) y gritaban Conti Conti Conti y le rompían la ropa para diversión de los pasajeros y de los fotógrafos ahí asentados.
La voz de Conti es estupenda y su modo de actuar y vivir es sencillo y agradable. Han pasado los años y el recuerdo del evento de La Paz nos sigue regocijando y causando alegrías.
Ah! Y la voz de Raúl continúa siendo bella y aterciopelada para agrado de los que tenemos el placer de escucharlo.
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