Desde la comodidad de sus aposentos en Palacio Nacional, hizo que le tomaran video para demostrar que “goza de cabal salud”. Recordemos que Lázaro Cárdenas del Río mandó construir la casa presidencial de los Pinos para que los presidentes no vivieran en el Castillo de Chapultepec, lugar que habitaron los expresidentes, Porfirio Díaz Mori, Francisco I. Madero, Venustiano Carranza de la Garza, Álvaro Obregón Salido, Plutarco Elías Calles Campuzano, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez.
Mientras tanto “su cuadrilla de servicio”, en particular su “primer sobrestante”, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, se esmeraba en convencer a millones de que “la cornada no era de cuidado”, y que en unos días más estaría nuevamente al frente de sus mañaneras, vivito y coleando, “con un corazón trabajando al cien”.
Hablando en términos coloquiales, como acostumbra el presidente Andrés Manuel López Obrador, “¡salió al escenario por peteneras!”. El “berraco burriciego” (Covid 19) no embistió con furia y solamente fue capaz de arrancar con desgano dos que tres “olés”, sin llegar a la emoción pública de los aplausos por la valentía. Sus seguidores se quedaron mudos y con las ganas de desatar expresiones de “torero, torero…”. La plaza quedó frustrada… “Se esperaba mucho más del protagonista…”, era el comentario.
Ya en serio, cuando trascendió en medios de Yucatán –donde se encontraba de gira el jefe del Ejecutivo—se empezó a especular de manera alarmante, que había sufrido “un desmayo” (él le llamó posteriormente vahído), cuando se reunía con un grupo de militares responsables de la construcción del “Tren Maya”. Por esta razón, regresó de inmediato a la Ciudad de México, directo a su “encerrona de Palacio”. Lo trasladó un avión del Ejército habilitado como “ambulancia presidencial”.
En adelante, se desató una serie de conjeturas sobre la verdadera situación, ocurrida el domingo 23 de abril: que, “dadas las cargas de trabajo forzado que había tenido el presidente días antes del domingo 23 de abril, en eventos en Veracruz y Quintana Roo”, “la falta de descanso físico y mental por las conferencias mañaneras”; “que el cambio brusco de altura de la CDMX y el nivel del mar”; “que la temperatura húmeda del Trópico le había afectado”, y “aumento súbito de presión arterial”. Incluso se llegó a mencionar que “podría tratarse de un ataque leve al corazón”, parecido al que sufrió hace algunos años.
En fin, los médicos militares que lo atendieron de inmediato, detectaron un cuadro gripal con voz ronca, pero sin alta temperatura ni flujo nasal. El diagnóstico inmediato: “sintomatología de presencia del virus de Covid 19”.
Una fotografía publicada por un diario local (parece que fue el Diario de Yucatán) mostraba a un presidente con rostro decaído –no de júbilo como acostumbra cuando trata asuntos relacionados con los conservadores y oligarcas—y sin cumplir con el requisito de ponerse el cubrebocas, sobre todo para proteger a los servidores médicos que lo atendían, y más, tratándose del virus que provocó la muerte de más de 700 mil personas en el breve espacio de tres años. Se informó que ésta, es la tercera vez que López Obrador se contagió del Covid 19. “Fue una variante leve, dominada”.
¡¡Pamplinas!! Sólo quería demostrarse, él mismo, no qué tan fortalecido está para sufrir un tercer ataque de Covid 19, o de un segundo ataque cardíaco sino para que sus fieles amigos y colaboradores se preocuparan por su salud; también para “poner a prueba a sus fieles colaboradores”, de “quiénes son de oro”, “quiénes de plata” y quiénes son de “bronce”.
Hasta ahora, no hemos sabido de nadie que haya sufrido tres veces el contagio de Covid 19… que, dos días después del diagnóstico, esté dejándose filmar en cámara de video, bien bañado, trajeado y “echando lumbre contra los oligarcas y opositores”.
Luego de exaltar las acciones heroicas de Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas, a Hidalgo, a Morelos a favor del pueblo, y “que fueron ofendidos y a algunos de ellos asesinados y exhibidos públicamente, como a Hidalgo”. Así, iba bien, pero, de repente, empezó a contar una historia de un tal “Charrasca”, que se retó a un duelo con otro “Fulano” en Peralvillo.
Sus “padrinos” acordaron fecha y hora, pero el “Charrasca” no asistió; sólo recomendó a su padrino que, en su nombre, dijera a su contrario que “no se presentaría” y que “lo dieran por muerto”, no sin hacerle una recomendación especial: “que todos vayan y ching…”.
El Senado de la República aprovechó los últimos días de abril, para intensificar la revisión y aprobación de 18 leyes y dos reformas a la Constitución. Para ello, sólo se requería de la aprobación simple y se dieron a la tarea también simple de aprobar las propuestas del presidente López Obrador, sin dar lectura ante el pleno.
Las protestas de los partidos de oposición no se hicieron esperar, y acusaron a Morena de que todo estaba fuera de la Ley; es decir, de la Constitución. Pero, como era consigna del presidente que se aprobaran, la salida fácil fue proceder, aun en contra de los senadores, principalmente del PAN, PRI y PRD, así como de los independientes.
Lo que siguió fue un escándalo legislativo y judicial por violaciones flagrantes del Reglamento del Senado y, sobre todo de la Constitución. La oposición decidió tomar el presídium de la Cámara. Hubo hasta golpes y manotazos, sin respeto entre senadoras y senadores; uno de Morena (de apellido Craviotto) fue acusado de golpear a una senadora.
Esa noche, los senadores y senadoras de oposición, durmieron en la sede senatorial de Reforma. Se convirtieron en vigilantes permanentes para que no se siguieran violando derechos constitucionales. Sin embargo, la mesa directiva, encabezada por el senador Alejandro Armenta, decidió alojarse para sus deliberaciones, en la sede de la calle de Xicoténcatl, en pleno centro de la Ciudad de México.
En ese espacio los senadores continuaron su labor de cambios constitucionales, y así fue como aprobaron la desaparición del CONACYT, y crear un nuevo organismo con otro nombre; autorizaron la liquidación de la Financiera Nacional para el Desarrollo Agrícola, Pecuario, Forestal y Pesquero, la cancelación del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI)
Todos estos cambios implican realmente un desbarajuste en la Administración Pública nacional, por la razón importantísima, de que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, derrochó el dinero del Patrimonio Nacional en grandes obras “de relumbrón”.