De acuerdo con el periódico El País, el Presidente “ha pedido que en tres meses Morena defina quién abanderará su proyecto en las elecciones de 2024”. López Obrador habría dado “la instrucción la noche del viernes, en una reunión en Palacio Nacional con senadores de Morena a la que fueron invitados también los cuatro aspirantes, que compartieron lugar junto a él en una mesa frente a los legisladores, según han confirmado a El País dos fuentes presentes en el encuentro”.

No tengo evidencia que lo sustente, pero supongo que el cambio de fechas para elegir al candidato de Morena, que en principio se había dicho que sería en diciembre, está relacionado con lo sucedido la semana pasada. Me refiero al desmayo que tuvo el Presidente y el contagio de covid-19 que lo dejó fuera de la escena pública por más de tres días.
López Obrador está obsesionado con su sucesión. Es su prioridad indiscutible y está cuidando hasta el menor de los detalles. Su desaparición temporal de la palestra, debido a una enfermedad, generó todo tipo de rumores asociados con la sucesión presidencial. Las divisiones dentro de Morena ya están a todo lo que dan y quién sabe cuáles serían las consecuencias de otra desaparición temporal del jefe máximo de ese partido.

 

Por eso, tiene todo el sentido que el Presidente se adelante y quiera dejar amarrado a su candidato porque, no nos hagamos bolas, él será el que indicará con su dedo al afortunado.

Ya se van aclarando los tiempos dentro de Morena. Primero, el domingo cuatro de junio vendrán las elecciones de gobernador en el Estado de México (donde la candidata oficialista, Delfina Gómez, tiene altas probabilidades de ganar) y Coahuila (todo indica que el triunfo ahí se lo llevará el candidato aliancista, Manolo Jiménez). De hacerse realidad lo que hoy apuntan las encuestas, Morena quedará muy empoderado al haberse quedado con la gubernatura del estado más poblado del país. Llegará al 2024 con una situación territorial inmejorable, controlando 25 de los 32 gobiernos estatales.

Después de las elecciones de 2023, la mesa estará lista para elegir a su candidato presidencial. Si lo que reveló ayer El País es cierto, para julio o agosto se llevará a cabo el dedazo.

Hoy, más que un posible desafío de la oposición en 2024, creo que el gran reto de AMLO y Morena es procurar la unidad del partido rumbo a las elecciones de 2024. Esto no sólo pasa por la “operación cicatriz” para apaciguar a los perdedores de la elección presidencial. Yo soy de los que piensa que ninguno de los derrotados romperá con el lopezobradorismo, abandonará a Morena y/o se irá a la oposición. Todos acabarán negociando con el Presidente y su candidato algún puesto que desempeñar en el próximo sexenio.

 

La unidad morenista también pasa por miles de candidaturas que tendrán que definirse rumbo al 2024. Están 128 senadurías, 32 de ellas plurinominales. 300 candidatos a diputados federales por distrito y 200 en listas de representación proporcional. Ni se diga de la importancia que tendrá la candidatura a jefe de Gobierno de la Ciudad de México y de ocho gubernaturas: Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán. Finalmente, habrá más de mil 500 candidatos a presidentes municipales y cientos a diputaciones locales.

Los distintos grupos dentro de Morena se van a dar hasta con la cubeta por quedarse con estas candidaturas. Tomando en cuenta que es el partido dominante, con mayor probabilidad de ganar, conseguir aparecer en la boleta bajo el logo morenista es lo más preciado para muchos políticos que aspiran a cierto puesto de elección popular.

Así que, una vez definida la candidatura presidencial, se tendrán que ir decidiendo las demás con el fin de mantener la unidad del partido porque aquí sí, a diferencia de las cuatro famosas corcholatas (SheinbaumEbrardLópez y Monreal), puede haber divisiones que mermen la fuerza del partido en algún estado.

Detrás de toda esta operación de definición de candidaturas y cicatrización de los perdedores, estará el mismísimo presidente López Obrador. La decisión de adelantar los tiempos del dedazo le otorga una mayor holgura para ir apagando posibles fuegos.

Mientras AMLO está dejando todo atado para su sucesión, la oposición sigue perdida en sus múltiples laberintos. Están esperando a ver qué ocurre en el Estado de México y en Coahuila en junio para comenzar a pensar qué les convendrá rumbo al 2024. Bueno, pues el Presidente ya se los volvió a madrugar. Van a comenzar tremendamente rezagados frente al oficialismo.

Twitter: @leozuckermann

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