De vez en vez, los amables lectores merecen un “respiro” de las noticias tan negativas como las que a diario ocasiona el actual Gobierno Federal; por lo que, en esta ocasión les compartiré dos sucesos porque, como dijo aquél: lo bueno cuenta y cuenta mucho.
La inquietud de los pasajeros que ocupan los asientos vecinos en un vuelo que nos conduce, primero a la capital de la nación, y que tendrá como destino final el pueblo mágico de Bacalar, ha ahuyentado el sueño que regularmente me acompaña durante mis traslados sobre el pájaro de acero. El resultado de las constantes interrupciones y empujones de los “vecinos” son las elucubraciones que me permito compartirles en esta entrega.
El dos de abril de cada año se conmemora el Día sobre concientización sobre el autismo. Recientemente, se han adherido otras condiciones, compilándolas como trastornos del espectro autista (TEA). Vivir con alguno de dichos trastornos no es una enfermedad sino una condición de vida de la que se conoce poco, incluso existen adultos que aún no lo tienen diagnosticado. De ahí la importancia de difundir el universo “neurodiverso” y promover la solidaria “neurotípica”.
Por ello, considero oportuno reconocer que el Ayuntamiento de Tijuana, a través de la oficina del regidor Juan Carlos Hank, se sumó a los esfuerzos de organismos de la sociedad civil para llevar a cabo una campaña de concientización sobre los TEA. El Museo Interactivo El Trompo fue el escenario principal para el arranque, donde la habitual iluminación se tornó azul, al igual que otros sitios emblemáticos de Tijuana.
Bacalar es un pueblo mágico localizado en el sur de Quintana Roo. Bacalar fue una sorpresa. No tenía expectativas, a pesar de que muchas personas me hablaron maravillas del lugar, pues consideré que se trataba solo de un sitio paradisiaco más de la Riviera Maya. Fue una gran sorpresa la que me llevé. Bakhalal es el nombre original de dicho lugar, palabra que se traduce en “lugar cerca o rodeado de carrizos”. Su atractivo principal es la laguna de los siete colores, derivado, precisamente, de las siete tonalidades de azul que se pueden observar en sus aguas.
El arte de gobernar, como todo el arte, demanda de talento, pasión y disciplina. Sin embargo, hay un cuarto elemento fundamental: humildad. Este fin de semana he sido testigo de lo sencillo que, aparentemente, puede ser gobernar.
Con una mesa plegable y dos sillas en un parque frente a un Palacio Municipal aún sin terminar, y con las ruinas de lo que alguna vez fuera el Fuerte de San Felipe, protector de los bacalarenses contra los piratas que alguna vez asediaron el sitio, José Alfredo Contreras, presidente municipal de Bacalar, nos recibió en su “oficina móvil” y después nos invitó a su espacio oficial de trabajo. Además de conversar sobre su experiencia en el oficio público y sus planes para su municipio, el primer edil compartió sus anécdotas al bachear o echar mezcla personalmente. Aprovecho para agradecer al regidor Juan Sepulveda Palacios por su hospitalidad.
Servir y no servirse, una filosofía que va más allá de un simple eslogan y que, en esta ocasión, pude atestiguar en dos funcionarios que despachan en municipios extremadamente opuestos de la geografía nacional.
Post scriptum: “Una vez que tienes compromiso, es necesario disciplina y trabajo duro para llegar hasta allí”, Haile Gebrselassie.
* El autor es escritor, catedrático, doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).