Apenas hace unos días, se produjo la quiebra del Silicon Valley Bank (SVB), institución con 40 años de presencia en el mercado financiero de los EUA y de otros países. El banco ocupaba la posición 16 en importancia en los EUA y detentaba activos y depósitos por 209 y 175 mil millones de dólares respectivamente. La institución era un referente en la atención a empresas emergentes, principalmente del sector tecnológico. La quiebra del banco vino aparejada del retiro del mercado de otros dos bancos: el Silvergate Bank, institución relativamente menor, vinculada a operaciones con criptomonedas y el Signature Bank, que ocupaba la posición 21 en el ranking de los bancos más grandes del vecino país.
Es importante señalar que la quiebra del SVB no fue ocasionada por un problema de falta de pago de sus deudores, lo cual marca una diferencia respecto de la experiencia de 2008. El problema fue una corrida de sus ahorradores, quieres retiraron un monto superior a los 42 mil millones de dólares, obligando al SVB a la venta de bonos con una pérdida neta por 1.8 miles de millones de dólares. El SVB tuvo un crecimiento acelerado en los últimos años, gracias a la expansión del sector de tecnología. El crecimiento de la captación no fue acompañado de un crecimiento similar en la colocación de crédito, de manera que el banco invirtió recursos cuantiosos en bonos, los cuales tuvieron una minusvalía por el alza en tasas de interés aplicado por la FED como parte de su política de combate a la inflación.
La reacción de las autoridades fue rápida. Inicialmente, anunciaron la aplicación de un seguro de protección a inversiones de hasta 250 mil dólares, lo cual garantizaba un porcentaje mínimo de los ahorros. Sin embargo, hubo una modificación de postura y las autoridades del Tesoro y la Corporación Federal de Seguros de Depósitos, determinaron garantizar la totalidad de los depósitos. El anuncio fue acompañado de un mensaje en el sentido de que la política se aplicaría sin afectar al contribuyente, lo cual fue recibido con escepticismo. Asimismo, se anunció la intervención del banco y el relevo de la administración.
Se han producido diversas afectaciones. La primera, y más obvia, es la generación de una situación de inestabilidad y nerviosismo en los mercados de todo el mundo, que se ha expresado en caídas bursátiles y alteraciones en tipo de cambio. Aunque las autoridades federales se movilizaron para garantizar la totalidad de los depósitos, no dejó de haber afectaciones al curso normal de los negocios de los ahorradores del SVB, principalmente empresas tecnológicas que requieren del acceso inmediato a sus recursos para mantener la operación normal de sus negocios.
Lo más importante, es que se desconoce la magnitud del problema. No se tiene claro si la corrida que ocasionó la quiebra del SVB es un fenómeno aislado, que puede ser atendido con relativa facilidad, o bien si existen otras instituciones cercanas a un problema similar. Ello conduce a la especulación sobre si la FED mantendrá sus planes recientemente anunciados de política férrea para combatir la inflación. Por lo pronto, este martes se anunció la inflación del mes de febrero y se confirmó una tendencia a la reducción del indicador. Sin embargo, no se sabe si ello será suficiente para incidir en la política de la FED.
Por lo pronto, los reguladores ya revisan la actuación de ejecutivos clave del SVB, pues algunos de ellos vendieron acciones justamente en los días previos a la caída del banco. Asimismo, se anticipa una revisión de las reglas contables aplicables a la banca, en relación con el registro de activos financieros cuyo valor es susceptible de ser modificado por cambios en las tasas de interés.
*Socio Director de Ockham Economic Consulting, especializado en competencia económica y regulación.