No pretendo defender a Genaro García Luna en esta columna. A mí me parece muy sospechoso su enriquecimiento inexplicable. Durante lustros trabajó como servidor público. Cuando dejó de hacerlo, se mudó a Miami donde vivía como marajá. ¿De dónde salió ese dinero? Ésa es la pregunta tomando en cuenta que la suma de sus ingresos como funcionario público no da para explicar su fastuoso estilo de vida.
¿Recibió dinero del crimen organizado?
Doce jurados estadunidenses están deliberando eso.
Vamos a ver qué tanto le creen a la narrativa de los fiscales de EU que basaron todo su caso en declaraciones de criminales convictos que testificaron a cambio de que el gobierno les otorgara algún tipo de prebenda. Pruebas concretas —audios, videos, correos, mensajes, en fin cualquier evidencia empírica dura— no presentaron ninguna.
García Luna, insisto, es sospechoso de enriquecimiento inexplicable (pudo haberse robado dinero del erario sin tocar un centavo del dinero del narcotráfico; si éste fuera el caso, le correspondería al gobierno mexicano perseguirlo judicialmente). Lo que quiero argumentar en este artículo es la facilidad e hipocresía de Estados Unidos para enjuiciar en su país a México.
Porque la narrativa de los fiscales estadunidenses no sólo pone en el banquillo de los acusados a García Luna, sino a un sistema de gobierno podrido y corrupto al sur del Río Bravo. Una especie de narcoestado.
No dudo, ni podría hacerlo, que hay una gran corrupción en México y que muchos territorios de la geografía nacional están controlados por el crimen organizado. En este sentido, resulta muy fácil para EU montar un carrusel de criminales que lo demuestren.
Sí, ahí está. ¿Y de quién es la culpa?
¿Acaso no son ellos la raíz del problema?
Todo comienza con el apetito de los estadunidenses por las drogas. Algo está descompuesto en una sociedad con tanta gente enganchada a todo tipo de estupefacientes. Muy su problema. Cada quien sus cubas.
Pero resulta que dichas drogas están prohibidas. En lugar de tratar las adicciones como un problema de salud y educación públicas, los gobiernos de ese país las han prohibido creyendo que restringiendo la oferta se soluciona la demanda. Falso. La demanda la satisface la oferta de los criminales organizados.
Cárteles que cada vez tienen más poder y dinero. Recursos que utilizan para corromper a políticos, policías y militares encargados de perseguirlos. Y no nos hagamos bolas: en ambos lados del Río Bravo. Sí, hay corrupción en México. Pero también en Estados Unidos.
¿O ahí no llegan las drogas a los consumidores?
Me encanta que los estadunidenses pongan en el banquillo de los acusados a los mexicanos como una manera de justificar sus penurias. “Ya vieron, el problema son nuestros vecinos corruptos que no hacen nada por detener la producción y exportación de drogas a nuestro país”. Como si ellos fueran blancas palomitas.
Hace años, la televisión pública de EU realizó un magnífico documental sobre la prohibición del alcohol en ese país hace 100 años. Una de las conclusiones es que, ante el apetito por beber, crecieron las bandas delincuenciales y los ciudadanos de ese país dejaron de respetar el Estado de derecho. Una vez levantada la prohibición, se acabaron las bandas que contrabandeaban alcohol, o se fueron a otros negocios ilegales, y la gente volvió a ser más respetuosa de las reglas. Lástima que no aprendieron la lección.
Viví en Nueva York muchos años. Para los jóvenes universitarios era más fácil conseguir un cigarrillo de mariguana en el mercado ilegal que una cerveza en el legal. Ridículo. La policía de esa ciudad sabía perfectamente quiénes eran y cómo operaban los narcos locales. Los dejaban traficar a cambio de que se portaran “bien”, es decir, no secuestraran, extorsionaran o asesinaran. Y claro que había policías que también le entraban a los sobornos. En muchas ciudades de EU, los cuerpos policiacos son corruptos y reciben dinero del narco.
Sin embargo, para nuestro vecino es más fácil condenar a México. ¿Por qué no persiguen a los agentes estadunidenses que tanto apoyaron a García Luna durante años? ¿Dónde estaban la DEA, el FBI, el Departamento de Estado, la embajada en México y la CIA? ¿Se estaban chupando el dedo?
A EU no le gusta poner en el banquillo de los acusados a su sistema que también está podrido por la prohibición de las drogas. Son unos hipócritas.
Sí, nosotros tenemos un gran problema producto de la gran demanda de narcóticos de los estadunidenses. Pero ellos son igual o más culpables por prohibir los productos a los que son adictos y pretender que nosotros les resolvamos el problema.