Fue un 17 de octubre de 1903, después de haber realizado algunos intentos, cuando Orville Wright tomó los frágiles mandos de “una máquina más pesada que el aire” el “Wright Flyer” y llevó a cabo el primer vuelo de la historia de la aviación.
La aeronave recorrió en su vuelo apenas 36 metros y duró 14 segundos pero fue el detonante de una industria aérea que hoy a nivel mundial ha podido alcanzar niveles de seguridad , tecnología y eficiencia que la han convertido en un elemento del cual ningún país del mundo puede sustraerse.
La aviación en todas sus áreas y fases es hoy simplemente una industria de la que el mundo no puede prescindir y de la cual dependen millones de empleos directos e indirectos y a través de los últimos 120 años se ha convertido en una necesidad política y social, por todo lo que implica para el progreso de los países del planeta.
Junto con la modernidad y la eficiencia de la industria aérea, los países reunidos en la OACI han ido implantando toda clase de reglas y procesos que han ayudado a que cada uno de esos países miembros puedan conectar pasajeros y carga por vía aérea entre todos ellos, cuidando siempre los intereses comunes y particulares para lograr el progreso y desarrollo de sus aerolíneas.
México, desde luego, no ha sido una excepción y a pesar de toda clase de crisis económicas, políticas y sociales ha logrado una industria aérea hoy respetada y en desarrollo continuo, pero que tristemente ha dejado en el camino a no pocas aerolíneas quebradas y a miles de trabajadores sin empleo.
Las malas decisiones de quienes han manejado el sistema aéreo Mexicano han sido siempre la receta constante y causante de las crisis de la industria.
Hoy, el gobierno de López Obrador insiste en abrir los cielos de Mexico al cabotaje aéreo o sea, permitir que aeronaves con matrícula extranjera puedan transportar pasajeros y carga entre dos puntos dentro del territorio nacional.
Hasta donde sabemos solo en muy pocos países está permitido este tipo de operación y con muchas restricciones, pero aún así la industria aérea de esos países ha sido casi totalmente aniquilada por las aerolíneas extranjeras.
El argumento del gobierno Mexicano es que al permitir el cabotaje aéreo se tendría una mayor competencia y una reducción de precios en los boletos para viajar, es un error.
Las aerolíneas extranjeras escogerían las rutas más productivas dentro de Mexico y hacia el exterior y reducirían precios de boletos por un corto tiempo, pero suficiente para desplazar a las aerolíneas nacionales y cuando estas salieran del mercado regresarían los altos precios y los pasajeros no tendrían otra opción que pagarlos para viajar.
Esta posición gubernamental de permitir el cabotaje más parece un intento desesperado por atraer operaciones al aeropuerto Felipe Ángeles, que a punto de cumplir un año de inaugurado no está terminado y no levanta interés ni de aerolíneas ( que son prácticamente obligadas a operar algunos vuelos) ni de pasajeros, que no han mostrado un verdadero interés por usarlo.
En fin, permitir el cabotaje aéreo significaría la destrucción de nuestra industria aérea con todas sus graves consecuencias en cuanto a pérdidas económicas monumentales y también pérdida de miles de empleos y un perjuicio social de grandes dimensiones.
No podemos imaginar aeronaves extranjeras operando libremente dentro de nuestro espacio aéreo, el cual debe seguir siendo cuidado y soberano como lo ha sido siempre.
Ya una vez en tiempos del traidor Santana perdimos la soberanía sobre gran parte de nuestro territorio, hoy no nos podemos permitir perder la soberanía sobre nuestros cielos.
La necesidad de habilitar el AIFA no puede ser un pretexto para la destrucción de nuestra industria aeronáutica y nuestro espacio aéreo no puede ser sacrificado por una causa política.
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