La migración de connacionales mexicanos hacia el vecino país del norte no es un asunto reciente, según registros de los Estados Unidos que datan de 1932. De acuerdo a la Encuesta de Población en Comunidades (CPS) para el 2022 se registraron un total de 38´204,624 mexicanos residentes en la unión americana, de los cuales 26,408,779 de personas nacieron en dicho país y 11,795,847 de dichos migrantes nacieron fuera de los Estados Unidos.
La distribución espacial de los residentes de origen mexicanos dentro del territorio norteamericano se concentra principalmente en la costa oeste y la región fronteriza con México, donde poco más de uno de cada tres mexicanos residen en el estado de California (34%) y cerca de la cerca de uno de cada cuatro viven en el estado de Texas (24%).
La presión de la migración hacia los Estados Unidos no solo se observa del lado norteamericano. En la frontera norte de México, el proceso de deportaciones ha ido en avance en forma considerable, si consideramos el comportamiento en los últimos años, de acuerdo a las cifras de detenciones en la frontera de migrantes indocumentados reportados por la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unido (CBP).
En la gráfica contigua, se muestra que el número de detenciones al 2022 ascendió a los 2.38 millones de indocumentados, mientras que para el 2021 dicha cifra alcanzó 1.66 millones, rebote evidente derivado del importante decremento del flujo migratorio ocurrido en el 2020 a consecuencia de la pandemia del COVID-19.
Lo relevante de ello, es el crecimiento desmedido del flujo de migrantes provenientes de centro y Sudamérica que cruzan por la frontera entre ambos países en búsqueda del sueño americano. De las detenciones reportadas en el 2022 por el CBP (2.38 millones de personas), el número de personas no mexicanas detenidas en la frontera fue de 1.5 millones, de frente a 1.66 millones de aprensiones registradas en el 2000 principalmente de mexicanos.
Aspecto que se puede apreciar a partir del porcentaje de participación de la composición del flujo migratorio hacia los Estados Unidos desde la frontera con México, en donde se aprecia un creciente incremento de la composición de migrantes de países de Centro y Sudamérica.
Con las recientes declaraciones emitidas por el Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, respecto a la nueva política migratoria hacia Venezuela, Cuba, Nicaragua y Haití, de donde el vecino país del norte recibirá hasta 30 mil personas de estos países cada mes, pero endurecerá los castigos a quienes entren ilegalmente. Dicho programa permite a personas radicadas en Estados Unidos solicitar en nombre de un ciudadano de dichos países que entre legalmente a los Estados Unidos si demuestra que se cuenta con los medios de vida o el apoyo local necesario para subsistir.
Hasta ahí no hay problema, sin embargo, si la petición es denegada o intentan cruzar ilegalmente, serán devueltos a México y no serán elegibles para este programa en el futuro, lo cual significa para México que nuestro país ha aceptado el retorno de hasta 30,000 personas al mes de estos cuatro países.
Medida que evidentemente en pocos meses podía detonar una crisis severa para las localidades fronterizas desde el lado mexicano, aún más graves de las ya ocurridas en las memorables caravanas de migrantes que han recorrido todo el país desde la frontera sur con los subsecuentes dramas humanos y problemas de los campamentos irregulares relacionados con la alimentación, salud, seguridad y derechos humanos.
¿Usted qué piensa?
Interesante su articulo Dr. Garcia. Desde otra perspectiva, en donde escasea la mano de obra, esta situación, puede ser una oportunidad. El migrante por lo general es una persona que lucha por un mundo mejor. Con un poco de educación y orientación, podría ser un gran activo para las zonas fronterizas y para el país.