Una tormenta tropical, común en estas fechas (aunque en este caso un poco tardía), inundó Dos Bocas. Nada extraordinario, pero suficiente para complicar la operación que un día ocurrirá en esa refinería. Hoy mismo un norte llevará algo más de agua a la zona, de forma que imagino que tendrán que volver a secar las instalaciones. Como sea, entiendo que siguen sin existir los oleoductos de alimentación, los ductos para productos, la planta eléctrica y otros elementos indispensables para el funcionamiento del proyecto. En menos palabras, terminará el sexenio sin producirse una gota de gasolina en ese lugar.
En esta semana, el Presidente reconoció que es probable que no acabe la construcción del Tren Maya en su sexenio. Lo achaca a ejidos que no están dispuestos a permitir avance en cierto tramo, porque se les deben cosas, o porque simplemente nadie ha negociado con ellos. La verdad es que ese tren fue una ocurrencia sin planeación, al extremo de que modificaron un tramo completo (¡de un tren!), no estudiaron los suelos, no contaban con los derechos de vía y no respetaron las zonas protegidas. Efectivamente no terminarán su construcción, pero no por algún grupo de ejidatarios, sino por una caterva de funcionarios inútiles.
El aeropuerto Felipe Ángeles ha mejorado en el número de operaciones, pero no tanto en los pasajeros transportados. Específicamente, hay un pasajero que jamás ha utilizado el aeropuerto, aunque insiste en que es el mejor de América Latina: el presidente. Al día de hoy, las operaciones en la Ciudad de México se encuentran 15 por ciento por debajo del nivel que tenían antes de la pandemia, aunque el AICM parece totalmente saturado, y el AIFA, en el mejor de los casos, apenas puede aportar el equivalente a 4 por ciento de las operaciones que ocurrían en 2019 en la ciudad. Insisto, con vuelos de baja ocupación.
Un resumen breve de la situación de los tres grandes proyectos de infraestructura, cada uno de ellos con un costo aproximado de medio billón de pesos, sin resultados relevantes a la vista. Nos estamos gastando otro medio billón, cada año, en los programas clientelares del Presidente: Sembrando Vida, pensiones no contributivas, jóvenes, becas. Sin reglas de operación, padrón de beneficiarios, medición de impacto, nada. Y otro medio billón, cada año, en rescatar Pemex y CFE: transferencias directas, reducción de derechos, devolución de pensiones. En números redondos (porque no todos los años son iguales), esto significa un total cercano a 5 billones de pesos. Esto se ha financiado con poco menos de un billón de ahorros que dejaron los gobiernos anteriores, y poco más de 4 billones de deuda nueva. La cifra equivale a cerca de 70 por ciento del presupuesto que se ejerce este año.
Para el próximo, sigue faltando un tramo para Dos Bocas y el tren (aunque no se terminen), y una pizca para subsidiar la operación del AIFA, pero a cambio las clientelas crecen, y no dudo que lo mismo ocurra con el rescate a Pemex, y con el subsidio a gasolinas. Sigo pensando que no les alcanza el dinero, y que ya no hay forma de reducir más la operación del gobierno. Ya nos dejaron sin vacunas para niños, sin medicinas, sin estancias, y con muchas dificultades para la gran cantidad de cosas que hace el gobierno, que tal vez no sean muy útiles, pero se tienen que hacer. Si le sumamos que el costo financiero será más elevado, por las crecientes tasas de interés, y que la recaudación será menor, por la recesión, creo que superaremos con mucha claridad la zona de advertencia de la deuda como proporción del PIB.
No sé si a eso se sume el panel arbitral del T-MEC, o de plano un enfrentamiento al respecto. No sé de qué hablaron los presidentes al momento de escribir. Tampoco puedo adivinar lo que harán las calificadoras. Pero el rumbo no parece dejar lugar a dudas… termina en el precipicio.