“¡Ahí está el detalle! Que no es ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario”, se escucha decir a Mario Moreno “Cantinflas” en uno de sus tan afamados filmes. Don Mario, capitalino de nacimiento, creó un personaje mundialmente conocido por su singular forma de hablar. Tal fue su talento y mérito que, en 1957, logró arrebatarle el Globo de Oro al mejor actor a Marlon Brando (el célebre intérprete de don Vito Corleone).
Brando dio vida a El padrino en plena década de 1970, la cincuentenaria película que se basó en la novela del mismo nombre, escrita por Mario Puzo. Curiosamente, el estreno del citado filme coincidió con el periodo de gobierno de Luis Echeverría Álvarez, quien murió recientemente a la edad de cien años, convirtiéndose en el exmandatario más longevo de México.
Otro dato curioso es aquella frase que le fue atribuida a Echeverría: “Las relaciones con Estados Unidos, ni nos perjudica, ni nos beneficia, sino todo lo contrario”. Algunos de sus cercanos me han refutado la mera posibilidad de que el expresidente haya pronunciado tal oración, incluso se la han achacado a sus colaboradores con tal de eximir al exmandatario; sin embargo, la historia se la atribuye a Echeverría. Además, como diría otro expresidente (Felipe Calderón): “Haiga sido como haiga sido”, parecería que la frase que pronunció Cantinflas sirvió de inspiración al entonces jefe del Ejecutivo federal. Podría interpretarse como sarcasmo, pero no lo es.
Y hablando de políticos, cinéfilos y sinsabores, en días pasados se estrenó la segunda temporada de “Un extraño enemigo”. Sinceramente no creí que existiera una secuencia de la serie que, por sí misma, es sumamente interesante. Vale la pena verla detenidamente para analizar las coincidencias con el gobierno actual, particularmente en lo beligerante de uno de sus protagonistas: el presidente. Engreído, extasiado con el poder y excesivamente obcecado, la producción nos muestra a un Luis Echeverría dispuesto a llevar al extremo al país con tal de continuar con su plan de gobierno; es decir, sin desviaciones, miramientos ni contemplaciones. El proyecto de nación echeverrista debía mantenerse inmaculado.
“Esto no es más que un resultado de las políticas de las anteriores administraciones que han beneficiado a industriales y empresarios. Todos estos están ahora en pataleta porque se dieron cuenta que nosotros sí estamos con los más necesitados. Nuestra administración ha estado y siempre estará con todos aquellos afectados…por las políticas conservadoras que han afectado a nuestro país”, se escucha declarar al falso Echeverría en la serie. En la vida real, la respuesta al constante acoso de Echeverría Álvarez hacia la iniciativa privada fue la creación del Consejo Coordinador Empresarial (CCE). ¿Les suena familiar? Sí, es precisamente el organismo que el actual presidente ha insistido en desvirtuar.
Quienes simpatizan con el expresidente Echeverría y con el presidente López Obrador habrán de revirar alegando que se trata de una ficción, sin embargo, las consecuencias de la mala y populista administración de Luis Echeverría fueron bastante reales: mesianismo, dispendio, demagogia, polarización, inflación, deuda, desequilibrios fiscales, déficit, creación de empresas paraestatales, dependencia de energías sucias como el carbón y petróleo, y una gran devaluación, seguidos por doce años de crisis. Si ya olía a rancio en los 70, ¡imagínense después de 50 años!
Estoy convencido de que, cada mañana, cuando Andrés Manuel López Obrador ve su reflejo, se percibe a sí mismo como El moderno Prometeo ¡Disculpen! Quise decir el Benito Juárez del siglo XXI (otro personaje poco digno de admirar); por lo que, respetuosamente (como él mismo dice), le sugiero a nuestro actual presidente que, la próxima vez que pare frente a un espejo, mejor se pregunte: “Echeverría, ¿eres tú?”.
Post scriptum: Dos de octubre no se olvida (y el Halconazo tampoco).
* El autor es doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
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