Cada vez es más común que las personas busquen opciones de vivienda que se adecuen a sus necesidades diarias. Mientras que anteriormente el objetivo era encontrar una casa o terreno sin importar la lejanía que ésta pudiese tener, hoy en día, se da prioridad a vivir en lugares que se encuentren más cercanos a los puntos centrales e importantes de la ciudad. Esto se debe, por una parte, a que los sitios de trabajo, vida social, vida comercial, entre otros, se han centrado en lugares más urbanizados y, a veces, los traslados a estos puntos pueden ser extremadamente largos y costosos. Por otra parte, la inseguridad que se vive en el país ha aumentado esta necesidad, ya que dichos proyectos tendían a ubicarse en lugares desolados carentes de infraestructura que garantice la seguridad e integridad de los propietarios, dando como resultado focos de delincuencia en sus ingresos y alrededores.
Durante la última década, los costos de vivienda, tanto renta como venta, se han incrementado de manera exponencial. Según los datos de la Sociedad Hipotecaria Nacional (SHF), del año 2012 a 2014 se tuvo un incremento del 4.33% anualizado, mientras que del año 2015 al 2017 incrementó un promedio de 6.77% anual y de 2018 a la fecha hay un aumento aproximado del 10% por año. Podría pensarse que esto se debe al incremento de precios en insumos e inflación, pero no es así, esto está más relacionado a los márgenes de ganancia de las empresas promotoras, al costo de los terrenos y específicamente a la especulación inmobiliaria.
Una de las principales consecuencias de dichos aumentos en los precios de la vivienda, es la reducción del área por metro cuadrado. La superficie promedio en una zona urbanizada puede variar dependiendo del tamaño de la ciudad, ya que está directamente relacionado con la demanda y el precio del suelo, por lo que en las grandes ciudades donde hay mayor densidad de población, el suelo es más costoso y, por ende, las medidas de la vivienda se reducen significativamente. De acuerdo con el INEGI, el promedio por vivienda en la CDMX ronda de los 80 a los 100 metros cuadrados, mientras que en una ciudad de provincia puede ser el doble, incluso el triple, esto más que limitante, es una oportunidad para nosotros como arquitectos para diseñar espacios completamente útiles y prácticos.
Otro punto importante cuando hablamos de vivienda y el entorno que nos rodea, es la sustentabilidad y el patrimonio natural que heredaremos a las siguientes generaciones, es por esto, que a nivel mundial se están desarrollando una gran cantidad de materiales innovadores que cuentan con propiedades físicas que ayudan a reducir el impacto ambiental. Cada día se construyen más viviendas con pensamiento y tecnología sustentable, aunque en México vivimos un atraso importante ya que por una parte constructivamente somos muy tradicionalistas, por otra parte, los altos costos que estos conceptos pueden llegar a generar, afectan la decisión final de la inversión en la construcción.
Ahora bien, ¿qué debemos tener en cuenta para adquirir una vivienda? En primer lugar, el costo, segundo, el núcleo familiar (la cantidad de personas que vivirán en ella) seguido por la ubicación y la seguridad, los espacios con los que esta cuenta, la distribución y dimensiones de dichos espacios, posteriormente la orientación de las fachadas, los materiales empleados y, finalmente, el propio diseño arquitectónico.
La evolución de la arquitectura es un proceso en constante movimiento, es importante actualizarse y tener toda la información necesaria al momento de buscar adquirir cualquier tipo de espacio o vivienda. “El entorno y las necesidades de las personas son el eje central de nuestros proyectos. Además, sabemos que las prácticas sustentables y ecológicas son fundamentales en el contexto actual, es por ello que trabajamos constantemente en sumar todos los esfuerzos sin dejar de lado la comodidad, elegancia y funcionalidad en nuestros proyectos”, dijo Alan Valadez, director creativo de Diagrama Arquitectos.
La industria de la construcción está evolucionando como nunca antes lo había hecho gracias al uso de nuevas tecnologías, lo que implica reducción de costos y tiempos por proyecto, permitiendo destinar esfuerzos a conceptos que nos ayuden a que la obra avance hacia un panorama más sustentable, seguro e innovador. Poco a poco vamos progresando en la creación de mejores ciudades para el futuro.