Apenas hace seis años, y tras el fenómeno climático que provocó una gran devastación, inseguridad y falta de gobernabilidad en la pequeña isla de Haití, los tijuanenses fuimos testigos de un constante flujo de haitianos que empezó a arribar a esta frontera, de manera adicional a los constantes ríos de personas centroamericanas que tradicionalmente llegan buscando el sueño americano.
El entonces fenómeno haitiano llegó a magnitudes alarmantes de acuerdo con lo reportado por el Informe de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, donde se destaca que, para septiembre del 2016, al menos 15 mil migrantes extranjeros habían ingresado a nuestro país de acuerdo con cifras de Instituto Nacional de Migración.
El informe señala que, de ellos, 7,500 lograron cruzar a Estados Unidos, permaneciendo 3,400 en la entidad, tres cuartas partes en Tijuana (75%) y el resto en Mexicali. Flujo que alcanzó hasta el 80 por ciento de la cantidad de migrantes que arribaron en diciembre de dicho año.
Ya en el 2021 atestiguamos también el crecimiento de una ciudad dentro de la ciudad, conformada por el campamento de más de 1,500 personas principalmente centroamericanas, instalado en la garita del chaparral con el centenar de carpas, que puso en jaque a la administración municipal por el estado insalubre y de inseguridad concentrado en dicho sitio.
Para noviembre de ese año, la cantidad de migrantes en el campamento ya había disminuido a 541 personas, de las cuales se estima que el 48 por ciento era de origen mexicano, 36 por ciento hondureño, 9 por ciento salvadoreño y 5 por ciento guatemalteca. Apenas en febrero de este año y luego de varios intentos previos, las autoridades del ayuntamiento lograron retirar las instalaciones efímeras del campamento de migrantes.
A finales de febrero, se dio inicio el arribo continuo de migrantes que huyen del conflicto entre Rusia y Ucrania, en donde el puerto fronterizo de Tijuana-San Yisidro se ha convertido nuevamente en un campamento de migrantes rusos y ucranianos, en búsqueda de asilo en Estados Unidos. Cabe señalar la negativa de asilo que están recibiendo los ciudadanos rusos y bielorrusos por parte de las autoridades estadounidenses, apelando razones de salud pública que les permite expulsar a solicitantes de asilo.
Entre tanto, los tijuanenses habremos de alimentar la multiculturalidad que distingue a nuestra ciudad, dando cabida en nuestra comunidad a estos nuevos migrantes. Mientras ya nos estábamos acostumbrando a escuchar el francés como aspecto enriquecedor e indicativo de los nuevos residentes haitianos; ahora habremos de escuchar el ruso y el ucranio dentro de nuestras actividades cotidianas.
Esto me recuerda el concepto detrás de la idea de la aldea global, acuñado hace 27 años por Marshall McLuhan y B.B. Powers, aludiendo al desdibujamiento de las fronteras con la interconectividad lograda por el avance de las telecomunicaciones, reconocidas como puntal de la cuarta revolución industrial. Pasamos de ser ciudadanos de una provincia o país, a ser ciudadanos del mundo.
¿Usted que piensa?