El acceso a la vivienda en Baja California se desplomó en casi un 50 por ciento en la última década debido a las constantes crisis económicas afirmó el presidente del Centro de Estudios Económicos de Baja California, Luis Roberto Valero Berrospe.
Al presentar el análisis semanal del CEEBC, este viernes, Valero Berrospe explicó que en el 2010, el 28.5% de las familias bajacalifornianas vivían en casas y departamentos rentados, cifra que para el 2020 aumentó a 41 por ciento, lo que indica que en Baja California cada vez es más difícil poseer una vivienda propia.
En analista económico manifestó que asimismo la demanda de casas-habitación ha caído abruptamente, pues entre el 2012 y 2021 se hundió 33.7%, mientras que los créditos del Infonavit siguieron la misma tendencia y en 2021 se registró la tercera menor cifra en siete años.
Enfatizó que también, el 46% de los créditos solicitados han sido para mejoramiento de vivienda, rubro que creció 98.5% entre 2014 y 2021, mientras que la adquisición de vivienda se contrajo en 33.7%.
El mejoramiento de la casa-habitación es un indicativo de que los bajacalifornianos están realizando ampliaciones en sus casas para dar espacio a hijos recién casados, mismos que están imposibilitados para comprar o pagar alquileres muy elevados.
Por otra parte, Luis Roberto Valero Berrospe manifestó que la inflación de la vivienda en el 2021 alcanzó su mayor nivel en siete años, con un incremento del 112%, muy por encima de la inflación general, lo que complica cada vez más el acceso a una vivienda propia.
El presidente del Centro de Estudios Económicos de Baja California apuntó que si bien es cierto que en las principales ciudades bajacalifornianas se oferta vivienda barata, a la larga resulta más cara porque las casas están muy lejos de los centros de trabajo y el gasto de traslado en horas es muy alto.
Indicó que hace dos décadas el BID señaló que Mexicali y Tijuana “constituyen el más atroz ejemplo de urbanización caótica” a lo que se agrega la pésima ingeniería de tránsito.
De acuerdo al IMCO, señaló, el costo del congestionamiento urbano le cuesta a Tijuana más de 2 mil 700 millones de pesos al año, la quinta cifra más alta del país. El gasto en transporte, por otra parte, “se ha disparado y hay un pésimo servicio que se refleja en un gasto de 1,000 horas año en traslados y más vehículos particulares circulando”.
A ello hay que agregar el gasto de comer en la calle por no regresar a casa y sentenció que “la calidad de vida no se arregla con dádivas como se ha hecho recientemente”. Baja California necesita –resaltó– programas de reordenamiento urbano, desconcentrar la oferta de trabajo con relocalización de empresas, y mejorar la infraestructura vial, entre otros aspectos, concluyó.