Mientras más libre de gobierno es un país, más creativo y dinámico resulta ser.
Pero para que esto sea realidad alguien tiene que vigilar a los que están de encargados, porque nunca falta al que le gusta quedarse con algo más, dar algunas órdenes de más, mantenerse en el poder un poco más, dejar testamento tipo Calles para nuestros «herederos» bajo la absoluta seguridad de que sin nuestra guía serán incapaces de gobernarse a sí mismos, porque en el fondo de todo populismo, está el desprecio más profundo a la inteligencia de los individuos.
Una pluma inventó el luteranismo y acabó con el monopolio de la iglesia católica – y de paso con la edad de las tinieblas en las que vivía la humanidad.
Pero cuidado, una pluma mal usada sirve para manipular, distraer, engañar, destruir a las personas y su sociedad. Estas plumas son queridas, bendecidas y financiadas por el estado y por los empresarios para que sirvan de merolicos, confundan a la gente y la convenzan de las mayores estupideces.
La pluma del poder convenció a la humanidad que el mundo era plano, que los alemanes eran la raza superior, que todos vivimos mejor si todos somos pobres, y claro, que la vida sin nuestro líder en turno, no vale nada.
Una buena pluma, una voz libre, que se atreve a confrontar y cuestionar a la autoridad, no para destruirla, ni para eliminarla sino para mejorarla, una pluma como la de muchos periodistas que han sido asesinados, son en cambio como flores en el pantano, un intento de la humanidad por mejorar, un motor para exigir responsabilidad a quienes fueron elegidos para gobernar y dar autoridad a la ciudadanía.
Por eso los gobernantes tienen que callarla. Bueno, no tiene, pero lo hace, porque puede haber miles de muertos a nuestro alrededor -y los hay- y no pasa nada, ni por covid, ni por narcos, ni por ladrones, ni por nada, pero cuando la prensa señala correctamente a un corrupto, a un abusivo del poder, el pueblo reacciona y a nadie en un poder populista le interesa un pueblo educado, consciente y menos aún que imponga su autoridad popular.
¿Autoridad popular? sí, existe en países a los que a AMLO le fascina compáranos como Dinamarca, Suecia, Noruega donde por ende también hay mayor igualdad, mejores oportunidades para todos, menos criminalidad y mucho menos pobreza e ignorancia
No, no importa cuantos mueran, no es juego de números sino de reacción y siempre hay un último, uno que enfada finalmente a la población cuyo horror, angustia y hartazgo destruye a los gobiernos que la están masacrando. Liberales, neoliberales, populistas, llámenle como quieran, la verdad es que mientras más peligroso es un gobierno, más le teme a la prensa.
Si, también existen los periódicos que sirven de portavoz al gobierno, porque son de ellos o porque los compran o porque les conviene. También los periodistas vendidos a veces a cambio de su silencio, a veces a cambio de que distraigan a la gente con estupideces para que no se den cuenta de lo que está pasando, a veces para que inventen mentiras y las difundan siempre sin que estos vendidos se den cuenta que al final quizás vivirán muy bien materialmnte, pero le están dejando a sus hijos un país en manos de quienes de una u otras maneras también van a destruirlos.
Periodistas vendidos son a veces simplemente ignorantes, otras veces tontos con aires de grandeza, hijos cancerosos del sistema y a veces hasta orgullo de madres ignorantes porque a las conscientes, les da vergüenza.
Periodistas honestos hay muy muy pocos y por eso hay que cuidarlos, porque ante este remolino de inconciencia, corrupción y deshonestidad son estos pocos, con su mente, su sagacidad, su valor, su convicción en el valor de la libertad de todos, quienes nos pueden defender.
Ellos son los buenos y cuando los malos los matan y se salen con la suya todos los que quedamos vivos morimos un poco y pagamos las consecuencias.
Para esto sirven los periodistas, para que seamos libres, más informados, más penantes, más conscientes, más ciudadanos, más participativos y finalmente más felices en una mejor sociedad.
¿No cree que vale la pena defenderlos aun después de muertos, aunque sería mejor asegurarnos que todas las autoridades saben que esa es la línea que no puede cruzarse y los tengamos vivos para suerte nuestra y de nuestras familias.
Cada vez que tenemos que enterrar a un periodista enterramos un poco de nuestra humanidad, nuestra decencia y nuestro país.
Que Dios nos ayude o de perdida nos inspire, porque nosotros no parecemos tener la capacidad o la voluntad de ayudarnos.