En un lamentable contexto, donde varios millones de personas que tenían algo de dinero, se han quedado sin nada –como resultado de la muerte del proveedor familiar por covid-19, edad o por limitaciones en los servicios de salud, así como por el fracaso del negocio- luego de cuatro meses de convalecer “se nos adelantó” quien seguía siendo el rey. Como no pertenecemos al grupo de famosos de la farándula, nadie nos entrevistará para relatar alguna anécdota, aunque por el grupo de bohemios que en derredor de mi vida nos reunimos desde 1979, si conocemos más de alguna.
En las bohemias del último viernes del mes, nos relataron su relación con el “charro de Huentitán, mis amigas Marquesita Radell y María de Lourdes, ambas en su momento se integraron al grupo de voluntarios del Instituto para la Atención Integral del Niño Quemado, organizando eventos para reunir fondos. Las extrañamos y seguro estarán recibiendo a Vicente, ahora que solo nos deja recuerdos. El caso de Lucha Villa –ella aún sigue con nosotros- es de recordar cuando nos decía “aquí no canto solo escucho y analizo, si me quieren oír cantar, vayan a comprar su boleto”. Esto no estorbaba para iniciar plática con la psicóloga María Enriqueta Ríos Coello. Nuestra bohemia de dulce voz, también era compositora y la chihuahuense deseaba que le diera los derechos de una letra que le interesaba; el tema se quedó pendiente con el accidente de Lucha en un quirófano y la muerte por cáncer de Mary Ríos.
Por supuesto hasta el inicio del año 2000, seguían amenizando Rosendo Camarillo Álvarez y los Ingenieros Jesús Alvelais y Jorgito López Santibáñez; este último era lírico, pero si alguien deseaba cantar rancheras, solo te pedía que la ejecutaras a capela y él te seguía con el piano, en tanto que Jesús es el intérprete más divertido y eficaz de Agustín Lara que he escuchado. Por supuesto cuando llegabas al imponderable momento de la música ranchera, su guitarra nunca nos abandonaba, sobre todo cuando en el coro de invitados todos seguían siendo “el rey”. En mi anterior domicilio llegó al inicio de los 80, uno de los polivoces, cuando mi amigo abogado A. Levy “cantaba” en idiomas. Por supuesto el invitado quiso saber quién era su representante y si lo podía contratar; y ya que hablamos de profesionistas, sobre todo los dedicados a la política así como Vicente Fernández, casi todos tenían algo divertido que contarnos, acerca del jalisciense fallecido el día de ayer: José Luis caballero, Pedro Vázquez Colmenares, Alberto Gándara Magaña, o Gabriel García Rojas –el abogado de la guitarra de filiación priísta- y Jorge Beyer –abogado en la presidencia de Vicente Fox- todos ellos preguntaban porque no invitábamos a Vicente, luego de contarnos alguna anécdota relacionada con el sujeto, sobre todo de apoyos que, al igual que decían de Carmelita Salinas, siempre tenía vocación de ayuda, con una dificultad debido a que mis bohemias siempre fueron en Coyoacán y el señor si no andaba de gira, se reunía con su gente en Guadalajara. Uno de los que ofrecieron le invitarían fue José José, pero este último solo asistió a un viernes último de mes a inicios de los 80 y nunca regresó.
Este accidentado año, está por terminar, la última bohemia del 2021, se realizó y nos reuniéremos hasta enero del 2022. De aquellas épocas nos quedan el Doctor José Carrillo Coromina, Ricardo González Avelar, y el licenciado José Pimienta Jiménez –de Jalisco por cierto- a los jóvenes no les llama mucho la atención la llamada música vernácula[1] prefieren los boleros modernos, desconocen la vida de Guty Cárdenas, Pepe Guisar, Javier Solís, Miguel Aceves Mejía, la familia Aguilar, José Alfredo Jiménez, Consuelo Velázquez, Cuco Sánchez, Manuel Esperón, el Piporro, Emma Elena Baldelamar o Roberto Cantoral. Pero, así como quienes somos cristianos creemos en la resurrección, también el arte, las costumbres y por supuesto la música revive sobre todo si hay quién interprete, esas canciones que hoy escuchamos como forma de homenaje, pero que mucho tiene de lo que es México, ese lindo y querido.
Hoy que las cosas no están muy bien, hay quienes buscan caminos en otros países[2]. Personalmente tengo cuando menos dos puertas por donde salir: una derivada del nacimiento de mi madre –Europa- y la otra por mi padre, Estados Unidos. Ambos fueron sobrevivientes de la 2ª guerra mundial, los dos amaban a este México de las rancheras, del “me canse de rogarle”, de “las mañanitas”, del “quinto al patio” o el “échale un quinto al piano” –eso fue lo primero que me enseñó en la guitarra mi abuelo paterno, hombre autodidacta y revolucionario- o el “sábado distrito federal”. Me empecé a interesar por lo que ocurría en esta mi única patria que amo, desde la época de Ruiz Cortines, en su momento también compuse letras de protesta, en las escuelas donde tuve el privilegio de estudiar; pero siempre, desde mi primera infancia, empecé a cantar y si la edad, la tristeza o la soledad amenazan con abrumarme, simplemente recuerdo el México lindo y querido, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y me traigan aquí. Le invito a cantar, nuestra música vernácula, a admirar a México y su gente, por igual la que ha tenido el privilegio de triunfar o toda aquella, que puede entonar alguna de las tonadas que nos levantan el ánimo, más rápido que el mejor psiquiatra y por encima de cualquier perversidad, mediocridad o deslealtad a este país.
[1] Nativa, autóctona, originaria
[2] Donde por cierto hay desgracias climáticas que acabaron con casi 50 mil casas, o en regiones europeas donde la tensión política y diplomática es tal, que existe peligro de guerra.