La naturaleza humana es tan persistente que al pasar de los siglos hemos evolucionado poco. Comparemos una ciudad medieval y el mundo de la informática. Buena parte de la lógica que les da forma (incluso estructura) está en función de tener capacidades de defensa. Por un lado, guardias, armerías, fosos, puentes levadizos, barbacanas, miradores almenados, torreones, murallas, troneras, convenientemente dispuestos según la orografía, y por otro lado antivirus, firewalls, análisis de riesgos, informática forense, certificados, autentificaciones, respaldos, criptografías, filtraciones de datos, parches de seguridad. Los enemigos han dejado de ser los vecinos de otro feudo, ahora son bots, gusanos, ransomware, hackers y más. El ser humano al acecho del ser humano.
El 12 de mayo de 2017, un virus bautizado (sarcásticamente) como WannaCry invadió las computadoras del sistema nacional de salud de Gran Bretaña, paralizando sus operaciones, causando caos y pérdidas millonarias, además de afectaciones a miles de personas. De ahí se propagó a cerca de 200 mil computadoras en más de 150 países. Básicamente se trataba de un secuestro de información por la que se pedía un rescate.
Marcus Hutchins, un chico inglés de 22 años, hacker de profesión, logró detener el ataque y se convirtió, de la noche a la mañana, en figura pública. Los medios lo bautizaron como héroe, incluso salvador del internet y hasta del mundo. Su maniobra fue producto de su intuición y de la suerte. Sin proponérselo accionó lo que se llama en el argot un kill switch. Encontró, a las pocas horas del ciberataque, un patrón. Las computadoras infectadas enviaban una señal a un dominio web no registrado. Él lo registró a su nombre y eso detuvo el ataque. A partir de ahí su vida dio un giro, aunque él prefería tratar con máquinas que con personas (¿se han fijado cómo son algunos personajes de sistemas en las empresas?, entran huraños a una sala de juntas para escribir -no compartir- la clave del wifi en la computadora de una amenaza, perdón, de un invitado).
Meses después, Hutchins viajó a una convención de hackers en Las Vegas. Cuando estaba por abordar el avión de regreso, fue interceptado por personal del FBI. Luego de un interrogatorio quedó detenido, acusado de haber creado, años atrás, un programa malicioso que vendió y fue usado para vulnerar plataformas bancarias. Después de un proceso judicial en libertad condicional, se declaró culpable argumentando inmadurez de adolescente. El caso abrió el debate público, el héroe que detuvo el WannaCry, un Robin Hood contemporáneo, un «malo, pero bueno» enfrentaba una potencial (y para muchos inminente) condena de 10 años en prisión. El día de la sentencia, el juez tomó la palabra y le dijo al hacker algo así: «Puedes tener una inteligencia superior y enormes cualidades para hacer grandes cosas, pero de la mano con esas habilidades está la capacidad para adquirir el rasgo más importante de todos, el ejercicio del buen juicio», «hay millones de personas afectadas como resultado del hackeo a los sistemas bancarios, y se va a necesitar de individuos como tú para encontrar soluciones». Luego lo declaró en libertad. Me parece una decisión extraordinaria.
Y aquí el punto medular. El ser humano está equipado con la posibilidad de usar sus habilidades para crear el mal o crear el bien. La frontera entre los dos mundos la expresa bien Philip Zimbardo, quien ha estudiado por qué gente buena hace cosas malas: «La línea entre el bien y el mal es permeable y casi cualquier persona puede ser inducida a cruzarla cuando se ve presionada por fuerzas situacionales». Entender estas fuerzas situacionales implica, como lo ha propuesto el autor de El efecto Lucifer (y lo he mencionado con anterioridad): promover un nuevo heroísmo social que premie públicamente acciones ordinarias de gran impacto, considerando que «Los héroes son aquellos que pueden resistir el poder de la situación y actuar por motivos nobles, o comportarse de maneras que no degradan a los demás cuando pueden hacerlo fácilmente».
Todo indica que la naturaleza humana seguirá inmutable, siempre necesitaremos murallas para defendernos. Y habrá déficit de héroes, personas que hagan cosas fuera de lo común, como detener un ciberataque o regresar una cartera.
@eduardo_caccia