El próximo 7 de septiembre se conmemora por segunda ocasión el Día Internacional del Aire Limpio, bajo el tema “Aire saludable, planeta saludable”
Víctor Alvarado, responsable del Área de Movilidad y Cambio Climático, El Poder del Consumidor (EPC).
Anaid Velasco, gerente de Investigación en Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA).
Jacqueline Valenzuela, CERCA.
El 7 de septiembre de 2020 se celebró por primera vez el Día Internacional del Aire Limpio, iniciativa aprobada por Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas desde diciembre de 2019, y por medio de la cual se decidió que, además de designar el 7 de septiembre como fecha conmemorativa, la temática a abordar en ese primer año sería “Aire limpio por un cielo azul”; para hacer eco de la preocupación de los Estados miembro ante los altos índices de contaminación atmosférica y hacer un llamado a tomar medidas para reducir dicha contaminación.
De manera expresa, los Estados miembro reconocieron que:
1) El aire limpio es importante para la salud y la vida cotidiana de las personas.
2) La contaminación atmosférica es el mayor riesgo ambiental para la salud humana; una de las principales causas evitables de muerte y enfermedad en todo el mundo.
3) La contaminación atmosférica afecta de manera desproporcionada a las mujeres, los niños y a las personas de edad avanzada.
4) La contaminación atmosférica tiene efectos negativos en los ecosistemas.
5) La mejora de la calidad del aire puede fortalecer la mitigación del Cambio Climático. Las medidas de mitigación del mismo pueden mejorar la calidad del aire.
Así pues, algunas cifras que muestran la imperiosa necesidad de elevar el perfil de esta problemática son las que señalan que alrededor del 92% de la población del mundo está expuesta a niveles peligrosos de contaminación atmosférica; lo cual causa 7 millones de muertes prematuras cada año, y que 9 de cada 10 personas respiran aire impuro.
Caso en América
Por cuanto hace a nuestra región, América, más de 320 mil muertes prematuras son atribuibles a la mala calidad del aire; y al menos 250 millones de personas viven en ciudades que no cumplen las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la calidad del aire en lo que respecta a las partículas.
Este año, tendrá lugar, por lo tanto, la segunda edición de este día internacional, siendo la temática propuesta “Aire saludable, planeta saludable”. Un tema naturalmente vinculado con la pandemia de COVID-19 y cuyo objetivo es priorizar la necesidad de un aire saludable y los vínculos de la contaminación atmosférica; con otros temas críticos como el Cambio Climático, la salud humana y planetaria, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Al respecto, cabe recordar que, distintos estudios científicos vincularon y comprobaron la relación existente entre mala calidad del aire y mortalidad por COVID-19; siendo uno de los más citados el de los investigadores de la Escuela de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard, el cual señala que existe mayor mortalidad en pacientes con COVID-19 que hayan estado expuestos por periodos largos a PM2.5; es decir 1 μg/m3 en PM2.5 se asocia con un aumento del 8% en la tasa de mortalidad por coronavirus.
En este contexto, vale la pena entonces conocer de qué manera nuestro país llega a esta conmemoración y cuáles son los pendientes de agenda pública para unirse al llamado que hace Naciones Unidas para reducir la contaminación atmosférica y mejorar la calidad del aire.
El caso de México
La calidad del aire y tomar acciones para su mejora ha sido uno de los temas que por su antigüedad destaca en el sector ambiental, su regulación ha sido objeto de distintos ordenamientos: leyes, reglamentos, normas oficiales mexicanas y cuya garantía ha sido elevada a rango constitucional pues contribuye con fundamentales derechos humanos, en específico, el derecho humano a la salud y el derecho humano a un medio ambiente sano.
Sin embargo, México presenta grandes pendientes al no garantizar un aire limpio para sus habitantes; toda vez que se encamina a una fallida política energética, hoy enfocada en la búsqueda de una soberanía tardía y costosa.
De acuerdo con al último Informe de calidad del aire, publicado en 2021 por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), durante el 2019, de las 53 ciudades capaces de medir ozono (O3) el 66% no cumplen con las normas oficiales mexicanas.
Con lo que se refiere al material particulado, de las 63 ciudades y zonas metropolitanas con capacidad para medir PM10 en el 52.4% de los casos se sobrepasó el límite normado y en lo que se refiere a las 53 regiones con capacidad de medir PM2.5 en el 47.2% de los casos también se sobrepasó el límite que las autoridades mexicanas han definido como base para entornos saludables.
No olvidemos que estos últimos son contaminantes altamente dañinos, ya que pueden llegar hasta los bronquiolos ocasionando enfermedades respiratorias, e incluso cáncer.
Muertes por la mala calidad del aire
El resultado de lo anterior se correlaciona con las más de 8 mil 464 muertes evitables por PM2.5, 2 756 muertes por PM10 y 260 por ozono. El panorama de las muertes que podrían evitarse cambia si se toman en cuenta los niveles recomendados por la OMS. En ese escenario, las muertes evitables por PM2.5 serían 9 mil 767; por PM10, 12 mil 089; y mil 089 por ozono en la región centro del país por consecuencia de la mala calidad del aire. En todo México, las cifras nacionales nos hablan de 17 mil muertes al año y alrededor de 680 muertes de menores de 5 años por Infecciones Respiratorias Agudas (IRAs).
Adicionalmente a las afectaciones en la salud, los costos por contaminación atmosférica en México, según datos de Inegi (2019), representan más del 71% de los costos totales por degradación ambiental y ascienden a a 693 mil 760 millones de pesos; equivalente al 2.8% del Producto Interno Bruto (PIB). En el periodo 2003-2019, el costo por la contaminación del aire aumentó anualmente en promedio 4.9% , sin embargo, los gastos en protección ambiental por unidad del PIB siguen disminuyendo, pasando de 0.71% en 2016 a 0.45% para 2019.
Regiones como Reino Unido han dejado de manifiesto que atender el marco jurídico y orientar acciones de política a favor de la mejora de la calidad del aire, se logra con una política pública centrada en la descarbonización del transporte y las tecnologías de generación de electricidad; de manera paralela, se retoman esfuerzos en la reforestación como una de las acciones de mitigación de amplio impacto, comprometiéndose a cero emisiones netas para 2050.
No hay que dejar de señalar que, las acciones de mitigación ante el Cambio Climático son la mejor manera de lograr el objetivo global de contar con un aire limpio; para combatir la contaminación atmosférica. Tal como lo expresaron los Estados miembros, la mejora de la calidad del aire puede incidir de manera directa en el Cambio Climático; y las medidas de mitigación del mismo pueden mejorar la calidad del aire.
Política gubernamental en detrimento del medio ambiente
Dentro de los retos pendientes para lograr un aire limpio, debemos mencionar la falta de actualización de los límites permisibles contenidos en las Normas Oficiales Mexicanas (NOM) que difieren de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), por otro lado, la negativa a adoptar nuevos estándares para vehículos pesados y sus combustibles impide que las emisiones por movilidad disminuyan.
La agenda de medio ambiente en México dista de ser prioritaria. Por el contrario, está anclada a una política energética que fomenta y justifica el uso de combustibles fósiles y que consolida a los mismos como base del transporte en México; situación que se refleja en el presupuesto asignado al rubro de protección.
Lamentablemente somos testigos que la protección al medio ambiente y la descarbonización de la matriz energética no son, ni serán prioridades en México; de acuerdo a los distintos programas oficiales como lo son el Programa Sectorial de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Promarnat); y el Programa Sectorial de Energía (Prosener) de reciente publicación.
El planteamiento de una transición energética sustentable no solo se centra en un cambio de tecnologías y combustibles para tener un aire limpio; ya que esto no hará desaparecer la contaminación del aire repentinamente. Sin embargo, propone cambios de paradigmas sobre las fuentes de energía que estamos privilegiando; a fin de que se traduzcan en políticas públicas que contribuyan a ir mejorando paulatinamente la calidad del aire.
Esto, aunado a la transparencia en el manejo de los recursos públicos destinados al tema, así como a acciones encaminadas a que las personas tomen cada día mayor conciencia y exijan de las autoridades la garantía de su derecho a respirar aire limpio; puede contribuir a que cada vez sean más las ciudades en las que existan aire limpio y un cielo azul.
Stephen Hawking, alguna vez dijo que incluso las personas que afirman que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, siguen mirando a ambos lados antes de cruzar la calle.