México podría ser parte de una nueva cadena de suministro norteamericana en semiconductores, pero no en el corto o mediano plazo.
Entre la pandemia, una serie de incidentes extraordinarios en Asia, la guerra comercial y una mayor demanda de electrónicos, el mundo está viviendo una escasez de semiconductores. Estos componentes son clave en la fabricación de muchos dispositivos inteligentes.
Por esta misma razón, muchas empresas y gobiernos están implementando estrategias para reconfigurar sus cadenas de suministro y hacerlas más independientes y resilientes en el largo plazo. México, en el contexto del T-MEC y su histórica integración comercial con Estados Unidos, podría ser parte de un nuevo proyecto regional, similar al que existe en el sector automotriz.
Al mismo tiempo, hay dudas sobre la capacidad de México para ser parte de una cadena productiva tan complicada a nivel técnico como la que exigen los semiconductores. Esta incertidumbre se puede notar en los planes de las mismas compañías, que no tienen a México contemplado en sus planes de acción a corto plazo, o bien no tienen intenciones de darle un papel más protagónico.
Una cadena de suministro norteamericana
Si bien en todo el mundo se están considerando cambios a la forma que el mundo produce chips y semiconductores, la situación de Estados Unidos es la más relevante para México. En junio pasado, la Casa Blanca anunció la creación de una fuerza de trabajo dedicada a resolver los problemas de suministro en el corto plazo.
En ese plan, criticó que Estados Unidos haya perdido la capacidad de producir estos componentes y se haya recargado cada vez más en las capacidades técnicas y productivas de Taiwán, China, Corea del Sur y otros países asiáticos. Así, el nuevo proyecto de infraestructura propuesto por la administración de Biden, valuado en dos billones de dólares, propone dedicar 50,000 MD a construir fábricas en el país para empresas como Samsung, TSMC e Intel.
Pero especialistas consultados por Reuters apuntan que “tratar de reconstruir toda la cadena de suministro de inicio a fin en un solo lugar no es una posibilidad. Sería prohibitivamente caro”.
Es ahí donde podría entrar México. De acuerdo con el reporte State of North American Manufacturing 2021 de Thomas, el 83% de las empresas radicadas en América del Norte planean regresar sus operaciones al continente americano.
Además, agentes como el Harvard Business Review han defendido la posibilidad de crear una cadena de manufactura panamericana para independizar a Estados Unidos de las plantas en Asia.
En este contexto, México tendría una ventaja competitiva única en el sector de los semiconductores: el T-MEC. De acuerdo con el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), precisamente a raíz de este tratado es que se le abre a México la oportunidad de producir múltiples insumos y bienes finales, con un valor potencial conjunto de 100,000 MD.
Además, México ya tendría cierta experiencia con el mercado de los semiconductores. En datos de OEC, para 2019 el 10.6% de estos componentes exportados desde América del Norte provinieron de México, una proporción más alta que Canadá.
Ya existe cierto interés de algunos agentes privados. En una entrevista con Excélsior, Santiago Cardona, el CEO de Intel México, señaló que la construcción de nuevas fábricas de semiconductores en Estados Unidos beneficiará directamente al país. Específicamente, mencionó que el Centro de Desarrollo y Diseño que tiene en Guadalajara “va a tener mucho más trabajo”.
Potencial sin interés
En entrevista con Arena Pública, Marcio Gómes de Aguiar, director Regional de Nvidia Enterprise para América Latina, aseguró que como los semiconductores son una “tecnología considerada «sensible» para la Seguridad Nacional de los Estados Unidos, no es descartable que en el mediano y largo plazo se pudieran sustituir las cadenas globales de producción por cadenas regionales”.
Al mismo tiempo, recuerda que “hasta ahora el Gobierno Americano no ha emitido ninguna directriz estratégica en este sentido, ni mucho menos restricciones regulatorias o comerciales o de aranceles punitivos para las empresas tecnológicas americanas con cadenas globales de producción; y por lo tanto es meramente especulativo suponer si lo harán o cuándo”.
Y no son las únicas barreras que se presentan para que México se convierta en una parte de una cadena productiva de semiconductores a nivel Norteamérica, con Estados Unidos a la cabeza. Deloitte advierte que la infraestructura tecnológica del país es insuficiente.
En otras palabras, si bien se tiene una mano de obra suficientemente cualificada, simplemente no existen las herramientas e instalaciones necesarias para manipular y manufacturar estos componentes.
Incluso en las partes de la cadena productiva donde México sí podría participar, hay muy poca infraestructura a la mano.
En entrevista con Expansión, Oscar Albín, presidente de la Industria Nacional de Autopartes, señaló que ya hay fábricas en México que se encargan de los últimos pasos de la producción de estos componentes (procesar las láminas de cientos de chips, cortándolos y empaquetándolos para su distribución individual). Sin embargo, son “muy poquitas” las instalaciones en el país que están encargándose de eso.
Y los intentos del gobierno para expandir esta capacidad no han sido muy eficaces. A mediados de la década de los 2000, se presentó el proyecto Silicon Border, un mega-parque industrial pensado específicamente para la producción de semiconductores y otros componentes de alta tecnología en México para el mercado estadounidense. Aunque muchas empresas mostraron interés en su momento para instalar sus operaciones de manufactura, ninguna lo hizo.
No parece que ese sentimiento haya cambiado mucho desde entonces. Gómes de Aguiar afirma que “desde luego que sería posible que México pueda ser parte de una eventual cadena regional de suministros de semiconductores y hacerse cargo de una parte del proceso de fabricación. Pero de momento y en el futuro previsible, no está en los planes de NVIDIA modificar sus cadenas globales de producción actuales de microchips, y menos aún realizar en el corto o mediano plazo inversiones en ese sentido ni en México ni en cualquier otro país de América Latina”.
En teoría, México tiene la capacidad para jugar un rol en una producción regional de semiconductores. Pero sin un plan estructurado, que posiblemente sea impulsado directamente desde el gobierno (de Estados Unidos y de México), esta posibilidad seguirá siendo solo eso, una posibilidad y nada más.