El 20 de junio se conmemora el Día Mundial del Refugiado como una expresión de solidaridad, sensibilización y responsabilidad con todas las personas refugiadas.
Se estima que 70.8 millones de personas en el mundo se han visto obligadas a huir de sus hogares; casi 25,9 millones son personas refugiadas y de ellas más de la mitad menores de 18 años.
En México, según datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), se registraron 17 mil solicitudes de refugio durante 2018, principalmente de ciudadanos de Honduras y Venezuela.
En la década de los ochenta y derivado de los conflictos desencadenados en Centroamérica, inició en nuestro país la etapa conocida como «El Refugio Guatemalteco».
Durante esa época se registró el ingreso masivo de aproximadamente 46 mil campesinos de Guatemala, considerados como refugiados, los cuales, inicialmente se asentaron en campamentos de Chiapas y a partir de 1984, en Campeche y Quintana Roo.
Solo juntos podemos conseguir lo que nos propongamos
Si algo nos ha enseñado esta pandemia por COVID-19, es que solo podemos salir adelante ante las adversidades si nos mantenemos unidos. Todos y todas hemos jugado un papel para poder salir a flote y mantener la seguridad para todo el mundo. Las personas refugiadas y desplazadas han estado ahí en primera línea. Si les damos la oportunidad, volverán a estar con todos nosotros y nosotras, volverán contribuir para que salgamos de esta más fuertes, más seguros y con un mundo más vibrante para todo el mundo.
ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, ha lanzado este 2021 una campaña para el Día Mundial del Refugiado para pedir una mayor inclusión de las personas refugiadas en los sistemas sanitarios, las escuelas y el deporte. Solo si trabajamos unidos, podremos recuperarnos de la pandemia.
Juntos nos cuidamos, aprendemos y brillamos.
Antecedentes
Los refugiados y desplazados forzosos
Cada minuto, veinticuatro personas lo dejan todo para huir de la guerra, la persecución o el terror.
Hay varios tipos de personas desplazadas por la fuerza. Pero todos tienen algo en común:
Refugiados
Los refugiados son nuestra principal prioridad y nos preocupamos por ellos en todos los rincones del mundo.
Solicitantes de Asilo
Solicitante de asilo es quien solicita el reconocimiento de la condición de refugiado y cuya solicitud todavía no ha sido evaluada en forma definitiva. En promedio, alrededor de 1 millón de personas solicitan asilo de forma individual cada año.
Desplazados Internos
Las personas desplazadas internas no han cruzado las fronteras de sus países para buscar la seguridad. A diferencia de los refugiados, su huida se da dentro de su propio país. Si bien pueden haber huido por razones similares a las de los refugiados, los desplazados internos permanecen bajo la protección de su gobierno, aun en los casos en que el mismo gobierno se convierte en una de las causas de su huida. Como resultado, son de las personas más vulnerables del mundo.
Apátridas
Las personas apátridas no tienen una nacionalidad y pueden tener dificultades para acceder a derechos humanos básicos. Millones de personas alrededor del mundo se encuentran atrapadas en un limbo jurídico y no son consideradas como nacionales por ningún país afectando el disfrute de sus derechos básicos.
Retornados
Los retornados, o repatriados, son los que consiguen volver a casa, la mejor solución duradera. El regreso a casa concluye un tiempo a menudo traumático en el exilio. Puede pasar meses, años o incluso décadas después de que tuvieran que huir, y en ocasiones no llega a suceder del todo.
Campaña de la ONU
La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su Protocolo de 1967
Los refugiados se encuentran entre las personas más vulnerables del mundo. La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su protocolo de 1967 constituyen los instrumentos legales únicos que amparan la protección internacional de los refugiados. Según sus provisiones, los refugiados merecen como mínimo los mismos estándares de tratamiento que el resto de extranjeros en un país y, en muchos casos, el mismo tratamiento que los nacionales.
La Convención de 1951, que define quien es un refugiado, contiene una serie de sus derechos y también pone de relieve sus obligaciones hacia el país de acogida. La piedra angular de la Convención es el principio de no devolución. De acuerdo con este principio, un refugiado no debe ser devuelto a un país donde se enfrenta a graves amenazas a su vida o su libertad. Esta protección no puede reclamarse por los refugiados que están considerados un peligro razonable para la seguridad del país, que hayan sido condenados por un delito particularmente grave o que se consideren un peligro para la comunidad.
Los derechos contenidos en la Convención de 1951 incluyen:
- el derecho a no ser expulsado, excepto bajo ciertas condiciones estrictamente definidas;
- el derecho a no ser castigado por entrada ilegal en el territorio de un Estado contratante;
- el derecho al empleo remunerado;
- el derecho a la vivienda;
- el derecho a la educación pública;
- el derecho a la asistencia pública;
- el derecho a la libertad de religión;
- el derecho al acceso a los tribunales;
- el derecho a la libertad de circulación dentro del territorio,
- y el derecho a emitir documentos de identidad y de viaje.
Algunos derechos básicos, incluido el derecho a ser protegidos contra la devolución, se aplican a todos los refugiados. Un refugiado adquiere el derecho a otros derechos cuanto más tiempo permanezcan en el país anfitrión, derecho basado en el reconocimiento de que cuanto más tiempo permanecen en calidad de refugiados, más derechos necesitan.