Planeta azul Los océanos, el mayor de los cuales es el Pacífico, ocupan el 71% de la superficie terrestre y contienen casi el 97% de toda el agua, un 7% de la cual está congelada (si todo ese hielo se derritiera el nivel del mar se elevaría a una altura mayor que un edificio de 27 pisos). Entre el 92 y el 94% de los seres vivos que habitan la Tierra lo hacen en los océanos, aunque solo conocemos unas 233.770 especies, ya que apenas se ha podido explorar el 5% del entorno oceánico.
La Gran Barrera de Coral es la estructura viviente más grande del planeta y sus aproximadamente 2600 kilómetros son visibles desde la Luna. Las algas marinas son responsables de producir entre el 75 y el 80% del oxígeno, por lo que son ellas el verdadero pulmón del mundo, aunque el aporte de los árboles y plantas terrestres es imprescindible. Y en las profundidades de los océanos se encuentran más de 3000 naufragios que podrían contener incontables y valiosísimas piezas.
Un fondo casi inexplorado La Fosa de las Marianas, la mayor sima del Pacifico se encuentra a una profundidad 10.984 y es uno de los sitios menos conocidos del planeta, ya que solo hace muy poco tiempo se consiguió enviar un submarino tripulado, capaz de soportar la enorme presión que hay allí y que resulta más de mil veces superior a la de la superficie. La temperatura suele ser fría en general, aunque del fondo oceánico emergen chorros de aguas termales a 400ºC, que por la enorme presión no hierven.
También albergan cascadas como la del Estrecho Danés, donde el agua fría “cae” más de 3.500 metros sobre un “depósito” de agua cálida, además de ríos y lagos conformados por aguas que, por contener diferentes elementos disueltos, presentan distintas densidades.
La mayor cadena montañosa del mundo es la dorsal oceánica, cuyos 65.000 kilómetros están casi enteramente sumergidos y de la que se conocen muy pocos datos. Y el 90% de la actividad sísmica planetaria ocurre dentro de los océanos, cuyos fondos contienen infinidad de volcanes en activo. Océanos en peligro Las actividades de los seres humanos son nefastas para la salud de los océanos. Es necesario tomar medidas eficaces para cambiar nuestro modo de vida, porque este camino nos lleva a la autoextinción; aunque nuestra desaparición podría ser el mejor de los regalos para la Tierra, los océanos y el resto de las criaturas que los habitan.