México es un país de desarrollo medio, a media tabla en la mayoría de los indicadores económicos y sociales. Con fuertes carencias y desequilibrios de todo tipo. No somos Suiza, pero tampoco somos Haití. México es un país especial, porque tiene un potencial increíble. Tanto por su población, aún joven en promedio si la comparamos con la de Estados Unidos o Europa, con una posición geográfica envidiable al estar a un lado de la mayor economía del mundo.

Déjese de cosas. México comparte destino económico con Estados Unidos, nos guste o no. Ahí vendemos 80 por ciento de todo lo que exportamos y de ahí viene la mayoría de la inversión extranjera que recibimos, del turismo y por supuesto, de las remesas.

Es por lo que nos conviene que le vaya muy bien a EUA, que al crecer aumenta su demanda de productos del mundo y, claro, de los que producimos y exportamos. Desear un Estados Unidos fuerte es desear un México dinámico y económicamente en movimiento.

Muchos de los problemas del país y sobre todo por la enorme corrupción auspiciada o tolerada en el sexenio del presidente Peña Nieto, hizo que la población, harta, votara por quien parecía la mejor forma de cambiar de fondo el problema del decadente sistema político mexicano.

El presidente López Obrador gana las elecciones de forma contundente y además, gana una mayoría en el Congreso. De pronto, tenía en sus manos tanto el Ejecutivo como el Legislativo. Esa enorme concentración de poder provocó que muy pronto se lanzara con una serie de medidas y políticas económicas que han destruido las posibilidades de que este país crezca económicamente en su sexenio.

El pecado original del sexenio de AMLO fue precisamente la cancelación del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. El proyecto de infraestructura más importante que se estaba construyendo en América Latina.

Mire, México es más grande que un aeropuerto, cierto, pero hay algo que necesitamos como país desesperadamente para crecer y generar empleos formales: inversión privada. Pero la primera condición para que cualquier país sea atractivo a las inversiones es la certidumbre jurídica; que si un gobierno le asegura unas reglas de inversión, no se las esté cambiando cada que se le ocurra.

La inversión hoy es mucho menor de lo que era cuando el presidente tomó el poder y esta baja inversión provocará que México no crezca lo que debiera o necesita crecer.

A pesar de lo que pudiera crecer la economía mexicana este año, aún quedaría muy por debajo de lo que caímos en 2020 y si seguimos con ese ritmo lento de recuperación, entonces podría ser que se acabara el sexenio y todavía seguiríamos por debajo de lo que era México en 2018.

¿México saldrá de sus problemas solamente otorgando pensiones a los adultos mayores y becas a los jóvenes? Ojalá fuera así de fácil. Pero para la realidad de las cifras, a pesar de los programas sociales y de la construcción del tren maya, México terminará en 2024 con más pobres, menos empleos y mucho más rezagado.

Recuerde esto cuando vaya a votar.

Twitter@Israel_Macias

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