Entre 2016 y 2019 las ciudades fronterizas de México con Estados Unidos recibieron un flujo extraordinario de migrantes. Tanto por su origen nacional (Haití, Honduras, El Salvador y Guatemala, y mexicanos desplazados internos y deportados de Estados Unidos, principalmente), lo cual planteó una gran cantidad de retos, siendo uno de ellos el de integrar a la población migrante al mercado laboral.
En este sentido, el Dr. Jesús Javier Peña, investigador del Departamento de Estudios Sociales de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), explica que existen grandes diferencias entre Ciudad Juárez y Tijuana en cuanto al tema de la inserción laboral de migrantes.
En cuanto a Tijuana, el investigador de El Colef menciona que la población haitiana, al tener más tiempo en la ciudad, ha logrado, en algunos casos, una movilidad ascendente; lograron obtener residencia, mejorar en los empleos, y fortalecer la red social de apoyo. A diferencia de la población de Cuba, que al ser de más reciente arribo a Ciudad Juárez, la red se encuentra en vías de consolidación.
Sin embargo, puntualiza en que la población cubana tiende al emprendimiento o a generar sus propios empleos, como vender comida típica de su país o trabajar en salones de belleza y estética ofreciendo moda de Cuba.
Por otro lado, referente a la población de origen centroamericano, el Dr. Peña menciona que en ambas ciudades se encontraron testimonios de que la población se sentía discriminada por su origen, lo cual deja ver que existe una diferenciación en el trato y percepción de la población local hacia los diferentes grupos de migrantes.
Aunado a lo anterior, agregó que en el caso de los mexicanos deportados, encontraron una tendencia hacia los empleos temporales en Tijuana, como en Call centers o como conductores; sin embargo, en Ciudad Juárez, al no existir redes tan fuertes de personas deportadas, éstos tendían al sector informal.