Después de casi tres décadas en Londres, Christophe Reech estaba harto de las cuarentenas en la ciudad para combatir la pandemia. Esta primavera vendió su lujosa casa en la ciudad y se trasladó al reino desértico de Dubái para comenzar una nueva vida con su familia.
No hay vuelta atrás, dijo. Los muy adinerados amigos extranjeros del magnate francés están haciendo lo mismo, e impulsan un auge sin precedentes en el mercado de propiedades exclusivas en Dubái.
“Aquí en Dubái sólo hay una estrategia: Negocios como de costumbre”, dijo Reech, presidente del grupo del mismo nombre, que posee empresas tecnológicas de finanzas y bienes raíces. La filosofía es sencilla: “Asegurémonos de que todo el mundo está vacunado y mantengamos todo abierto”.
“Por supuesto que eso atrae a gente como yo”, señaló.
Mientras las vacunas se distribuyen de forma dispar en el mundo y las olas de contagios obligan a otros países a ampliar sus restricciones, los compradores extranjeros con carteras llenas han inundado el mercado inmobiliario de gama alta en Dubái. Es uno de los pocos lugares del mundo donde pueden ir a cenar, de compras y hacer negocios en persona. Están comprando cifras récord de villas y áticos de lujo, lo que dispara los precios en un mercado en alza.
Las ventas de propiedades de lujo en Dubái se multiplicaron un 230% en el primer trimestre de 2021, en comparación con el mismo periodo del año pasado. Los precios en algunas zonas de lujo subieron hasta un 40%, según Property Finder, el sitio web de bienes raíces más grande del país.
La demanda de viviendas de lujo no ha subido sólo en Dubái, ya que las tasas de interés muy bajas y el interés por más espacio ha hecho que los ricos de ciudades como Nueva York y París se trasladen a mansiones en los suburbios. Pero hay otros factores en juego.
Desde que reabrió a los turistas el pasado verano, Dubái se ha presentado como un lugar de vacaciones sin restricciones por la pandemia. No hay cuarentenas obligatorias y los extranjeros pueden relajarse en los bares y playas de la ciudad, mientras sus fotos en complejos hoteleros y helipuertos provocan resentimiento en sus países de origen.
La llegada de turistas ayudó a impulsar un drástico repunte de los casos de coronavirus en enero, lo que llevó a Gran Bretaña a suspender sus vuelos con el reino. Pero Emiratos Árabes Unidos, que tiene una población joven y bajas tasas de mortalidad, ha sufrido relativamente poco en la pandemia. El país de 9 millones de personas, que apostó por la vacuna Sinopharm respaldada por el gobierno chino para su campaña de vacunación, ha administrado 10,6 millones de dosis.
Dubái es un núcleo financiero considerado como un oasis en el inestable Oriente Medio, y hace tiempo que se beneficia de la fuga de capitales. En el complejo residencial de Palm Jumeirah -donde se realizaron el 43% de las transacciones en abril- hay propietarios como señores de la guerra afganos o miembros de la élite política de países como Nigeria, Siria y Líbano, que buscan un lugar seguro donde mantener sus ahorros.
Ahora, una gran parte de los compradores en ese archipiélago artificial y otras urbanizaciones exclusivas de Dubái llegan de Europa, India, China y Rusia, en busca de más calidad de vida en tiempos de pandemia. Una familia suiza compró en marzo una mansión en primera línea de playa por 30,2 millones de dólares, la segunda venta residencial más cara del Palm.
Las facilidades para vacunarse apuntalan esa demanda. Aunque hay dudas en torno a la efectividad del fármaco de Sinpharm, Dubái ofrece otras opciones, como las vacunas de Pfizer-BioNtech y Oxford-AstraZeneca. Sólo hace falta una visa de residente, que la ciudad ya concede a inversionistas y propietarios de viviendas de gama alta.
Se han lanzado nuevas iniciativas para atraer extranjeros acomodados, como diferentes tipos de visas. Emiratos incluso ha modificado su estricta legislación islámica para permitir la convivencia de parejas no casadas y que los residentes no ciudadanos sigan leyes extranjeras de divorcio y herencias.
La visión de Dubái de la vida de alto nivel tras la pandemia ha atraído a inversionistas extranjeros que intentan “jugar un papel favorable en la recuperación económica”, dijo Robert Miguelnicki, académico residente en el Arab Gulf States Institute en Washington.
E incluso si el ascenso meteórico del mercado termina en una brusca crisis, es improbable que los ricos sufran la mayor parte del golpe, según los analistas. Como mínimo, la pandemia ha mostrado que los más ricos del mundo prosperan en tiempos de crisis.
“La gente que sale perdiendo está en el extremo más bajo”, dijo Mogielnicki.