Contemporáneo del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos y las protestas contra la guerra de Vietnam, el activismo del Sindicato de Trabajadores Agrícolas de César Chávez y el teatro campesino de Luis Valdez, la lucha de las mujeres y otras causas sociales, el movimiento chicano de los años 60 cristalizó en California en el Plan de Santa Bárbara que ordenó la creación de departamentos de estudios chicanos en las universidades.
Aunque se trató en principio de un logro académico, su significado y alcances sociales y simbólicos rebasaron con mucho los campus universitarios, pues representó, entre otras cosas, el reconocimiento identitario de la comunidad mexico-americana que clamaba por escapar de la zona de invisibilidad en la que vivía confinada, como grupo racial y cultural, dentro de la sociedad estadounidense.
De la forma en que una lucha estudiantil se convirtió al mismo tiempo en un movimiento reivindicatorio de la comunidad méxico-americana, que condujo al reconocimiento de derechos civiles básicos, hablará el Dr. Rubén Ramírez Arellano, profesor del Departamento de Estudios Sociales de la Universidad de Guanajuato en León, durante la conferencia mensual Iraís Piñón del Centro Cultural Tijuana, institución de la Secretaría de Cultura.
Con el título “Movimiento Estudiantil Chicano de Aztlán (MEChA), expresión y cultura”, la conferencia del Dr. Ramírez Arellano se transmitirá este miércoles 21 de abril, en punto de las 18:00 horas (tiempo del Pacífico), a través de redes sociales del Cecut, en el marco de la campaña Contigo en la Distancia.
Licenciado en Etnología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, con estudios de posdoctorado en Antropología por la Universidad Autónoma Metropolitana; doctor y maestro en Antropología por el CIESAS Ciudad de México, Ramírez Arellano cursó en 2006 y 2007 una estancia de investigación en la Universidad de California en Santa Bárbara, donde indagó sobre el movimiento estudiantil chicano en fuentes de primera mano.
Investigador de temas de migración internacional, relaciones interétnicas y pueblos indígenas, Ramírez Arellano sostiene que “la creación de MEChA en 1969, año en que se firmó el Plan de Santa Bárbara… [en la Universidad de California del mismo nombre]…, en el cual se manifiesta la necesidad de impulsar la educación superior entre la población principalmente de origen mexicano, quienes se identificaban como chicanos, por lo cual fue importante crear departamentos de estudios chicanos en los centros escolares”.
En ese contexto, precisa el investigador, MEChA fue “una organización escolar que trabajó en apoyo de lo que llamaron la Causa, término que expresó las acciones en favor de la población inmigrante de condición vulnerable”.
Hay que tener en cuenta que en el movimiento estudiantil chicano participaron artistas de diversas disciplinas, cuyas creaciones alimentaron e ilustraron las luchas concretas, lo que dio lugar a vigorosas expresiones culturales tanto en la gráfica como en el muralismo, la fotografía y el cine, que documentaron el propio movimiento, al igual que las publicaciones donde quedaron registradas sus demandas y desarrollo, entre ellas La Raza magazine, que dio voz a los planteamientos de MEChA.
Ramírez Arellano considera que el Movimiento Estudiantil Chicano de Aztlán contribuyó también “en el proceso de recreación de la cultura mexicana allende las fronteras […], manteniendo creativamente el sentido de la identidad para hacer frente a la política de ‘asimilación’ a la cultura hegemónica” en la sociedad norteamericana.
No deja de ser interesante observar que, en el caso del movimiento chicano, la reivindicación de la identidad étnica aparece al mismo tiempo como refugio cultural, espacio de creación artística y plataforma de activismo político-social.
No se pierda este miércoles la conferencia del Dr. Rubén Ramírez Arellano que promete ser de gran interés. Siga las redes sociales del Cecut en Twitter (@cecutmx), Facebook (/cecut.mx) e Instagram (@cecut_mx).
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