Resaltar sobre sus afines –generalmente se habla de hombres- provocando el seguimiento de los otros –generalmente las mujeres- a los cuales deslumbra, sobre todo porque les hace sentir importantes, es quizá la característica normal del seductor, quien casi siempre actúa como una suerte de espejo en el cual el o los seducidos miran las características o virtudes que aspiran tener. El personaje cautivador, no existiría sin cautivados de ahí que casi siempre es escurridizo, pues en cuanto detecta que ha dejado de ser importante, migra -de casa, de partido, de objetivos- de ahí también que el embrujado padezca un enorme temor a la pérdida del encantador. ¿Se ha topado en su vida con enamoradas, empleadas, socias que imaginan ser importantes en la historia de un seductor?
El ejemplo más vívido de seducción es aquel italiano, que sin ser un adonis se le atribuye haber conquistado a más de una centena de mujeres y uno que otro varón, no siempre con respuesta sexual satisfactoria para todos. Este quinto hijo en una familia de actores, aprendió a transmutarse en infinidad de personajes a partir de su habilidad para detectar las necesidades de la persona que le interesaba dominar y así, además de las decenas de enamoradas de diversas partes de Europa, logró la aprobación de gente que le financió el hospedaje en sus palacios y hasta le solicitó consejos; así este Giacomo Casanova -aventurero, libertino, historiador, escritor, diplomático, jurista, violonchelista, filósofo, matemático, bibliotecario y agente secreto- lo mismo era perseguido que protegido por religiosos, políticos, brujos, mujeres, ricos y pobres, que entre sus muchas habilidades inventó en Francia –durante sus 18 años de exilio- la lotería.
Más allá de que el término Casanova se haya circunscrito a los seductores varones de mujeres, lo cierto es que hay diversos tipo de fascinadores, según la opinión de Robert Green[1], quien empieza un clara descripción de mujeres divinas, inaccesibles y encantadoras como Cleopatra, a las cuales compara con las sirenas. Tan cerca de ellas se puede encontrar a la coqueta, que cancela citas, no quiere compromisos, te abandona y regresa cuando ya no la esperabas. Además, habla de aquel que se jacta de ser libertino, transgresor de todo y confiado en que podrá resolver sus peores acciones a partir justo de su capacidad de seducir, a quien quiera reprimirlo.
Otro modelo es el del amante ideal, hábil en crear romances perfectos y si eventualmente resulta experto en hablar lo es más en escuchar o deleitarte como el mejor chef, el más ducho viajero y todo lo que anhelarías para que fuera tu pareja o tu socio. ¿Cuántos Dandy’s has conocido en tu vida? Casi siempre son elegantes, irónicos, impredecibles y te hacen sentir libre. Por supuesto que un cándido entre la gran variedad de seductores, es necesario ¿Por eso muchas personas maduras se vinculan con jóvenes ingenuos y juguetones a los cuales nadie conseguirá domar? El encanto aparentemente inofensivo de estos sujetos, imposibilita a sus víctimas a enfadarse con ellos, porque “es buena onda”
La clasificación quedaría coja, si no incluimos al encantador, que seduce sin sexo, el carismático –disfruta de ser el centro de atención- que con facilidad ríe y divierte a sus adictos, la estrella prototipo de glamour, pero ¿hay políticos seductores? ¿podría señalar en Antonio de Santa Ana, algunas características de la clasificación de los psicólogos? Imposible no juzgar a “su Alteza Serenísima” seguro de que el pueblo lo quería y de quien está seguro de que la fiesta produce en los pueblos sentimientos de admiración y de unión hacia sus gobernantes. No es posible imaginar a Hitler, sin su habilidad para reducir las dificultades a los básico. Fingía humildad ordenando que se sirviera “primero a los soldados” era más intuitivo que inteligente, estaba convencido que las mujeres debían ser amas de casa[2] con lo cual garantizaba que las masas le seguirían. No tenía el físico que le exigía a las SS, había cierta fuerza en su mirada y con todo y su voz molesta y sus discursos repetitivos, con el apoyo de la propaganda pudo manipular las emociones del pueblo. ¿Por qué después de descalificar la propaganda usada por aquel seductor, las actuales campañas “democráticas” explotan sobre todo el aura de sus candidatos? ¿Qué porcentaje de las campañas se dedican a las referencias ideológicas, las propuestas y acciones? ¿Por qué pesan más los rostros y las personalidades que seducen a los electores? Mao Tse Tung[3], era tan seductor como Santa Ana, Oscar Wilde o Hitler?
Lo innegable es que al final del día y casi sin excepción los políticos seductores, terminan dividiendo, confrontando y destruyendo, aun cuando su inicio sea una serie de aplausos –casi siempre por el apoyo de una prensa afín- aunados a discursos justificativos de errores y masacres que casi siempre se supone son culpa de antecesores o enemigos. ¿Cómo detener a personajes, que en el fondo son solo egocéntricos, poco empáticos, con dificultades para la comunicación y casi siempre enojados con el mundo? No es fácil cuando abundan los incapaces de mirarse a sí mismos con sus limitaciones y casi nulas posibilidades de reconocerse tal cual son ¡Pero es posible! Quien no ha sido subyugado por un seductor, tiene capacidad de poner cotos a quien con algunas de las características que le definen, se empeñan en lograr –como en el caso de Santa Ana, Mao, o Hitler, su marginación. Solo con madurez y buen juicio, podremos anticipar que un candidato seductor, pueda ser al final de la historia un pésimo gobernante ¿nos ha ocurrido no es cierto?
[1] “El arte de la seducción” obra de este psicólogo que muchos deberíamos revisar.
[2] Si ellas están dominadas es fácil controlar a los hijos y de ahí a los padres y en genera a los varones adultos.
[3] Este campesino chino, logró que sus seguidores, asumieran su visión cultura: destruyo monumentos históricos que apelaban a conceptos contrarios a su visión del mundo y aun hoy hay quienes aspiran a lograr la dictadura de un proletariado, que ya ha sido superado y te siguen remendando que estudies el libro rojo.