Muy interesante la entrevista que publicó ayer The New York Times de su columnista, Thomas L. Friedman, con el presidente electo, Joe Biden. Uno de los temas centrales fue la relación de Estados Unidos con China, asunto toral para México.
Si juega bien sus fichas, nuestro país puede beneficiarse, y mucho, del enfrentamiento entre la potencia establecida (Estados Unidos) y la potencia emergente (China). Estamos frente a lo que se conoce como la trampa de Tucídides. El historiador griego dio cuenta de cómo se encararon la que en ese momento era la potencia mediterránea, Atenas, y la potencia que venía emergiendo con fuerza en la misma región, Esparta, en la Guerra del Peloponeso. La idea subyacente es que no hay manera de evitar —por eso lo de la trampa— la guerra entre las potencias desafiada y desafiante.
El enfrentamiento, por lo menos en el plano comercial, comenzó con el presidente Trump y, al parecer, continuará con Biden.
El próximo presidente de Estados Unidos le dijo a Friedman que no removerá de manera inmediata el arancel de 25% que impuso la administración Trump al 50% de las importaciones chinas. También piensa mantener el compromiso de Pekín de adquirir 200 mil millones de dólares en productos estadunidenses durante 2020 y 2021 para evitar que el gobierno americano siga subiendo los aranceles.
Dice Biden: “Creo que la mejor estrategia de China es aquella que pone a todos nuestros aliados, o al menos a los que solían serlo, en la misma página. Será una de las principales prioridades para mí en las primeras semanas de mi presidencia tratar de que volvamos a estar en la misma página con nuestros aliados”.
¿Considerará Biden a México como un aliado al cual consultar con el fin de establecer una estrategia de qué hacer con China?
Yo pensaría que sí, aunque Friedman afirma que sólo habló de naciones de Asia y Europa. No ayuda que López Obrador todavía se rehúsa, junto con el presidente ruso, Vladimir Putin, a reconocer el triunfo de Biden y felicitarlo. No sé qué tanto afectará esta decisión el que el próximo mandatario estadunidense vea como un aliado al gobierno mexicano y lo incluya en la definición de qué hacer estratégicamente con China.
Vamos a asumir que Biden, a pesar de la negativa de López Obrador, se comporta como el político profesional que es, soslaya lo de la felicitación tardía e invita a México a la mesa. Me temo que al presidente López Obrador no le va a gustar la idea de que muchas naciones, con el liderazgo de Estados Unidos, se pongan de acuerdo para tener una estrategia conjunta de cómo actuar frente a la potencia emergente. Lo de él es la idea simplona de la no intervención y el respeto a la soberanía de otros pueblos y gobiernos.
Según Friedman, en lugar de enfocarse en el déficit comercial con China como lo hizo Trump, Biden pretende “perseguir políticas comerciales que realmente resuelvan y produzcan avances en las prácticas abusivas de China, es decir, robar propiedad intelectual, dumping de productos y subsidios ilegales a corporaciones”, además de forzar “transferencias de tecnología” de empresas estadunidenses a sus contrapartes chinas.
No nos hagamos bolas: Biden, al igual que Trump, tendrá una tendencia proteccionista en el tema comercial por razones electorales. A Friedman le promete luchar a brazo partido para que las empresas inviertan primero en Estados Unidos. Asegura que utilizará grandes inversiones gubernamentales para fortalecer los sectores de energía, biotecnología, materiales avanzados e inteligencia artificial. Y finaliza comprometiéndose a no negociar ni firmar nuevos tratados comerciales hasta que no haya inversiones domésticas en los trabajadores estadunidenses y su educación.
Por fortuna, México ya tiene un tratado comercial con Estados Unidos. Tratado que ha sido tremendamente benéfico para nuestro país. Ahora hay que evitar que el siguiente gobierno estadunidense utilice las nuevas reglas laborales y ambientales con fines proteccionistas. Y, sin duda, aprovechar el enfrentamiento comercial con China para potenciar este tratado. Muchas empresas podrían abandonar a la potencia asiática para venirse a producir a México. Estamos hablando de miles de millones de dólares en inversiones extranjeras directas. Por eso, necesitamos estar en esa mesa de negociación con el presidente Biden, aunque esto le disguste al presidente López Obrador.
Twitter: @leozuckermann