Los únicos héroes de la democracia mexicana son los ciudadanos. Decenas de millones han acudido a las casillas y millones han contado los votos. Pero a lo largo del siglo XX, en los tiempos del presidencialismo imperial y el partido hegemónico, hubo quienes lucharon por ella alentando la pluralidad, la libertad y el sufragio efectivo; quienes la pensaron, quienes formularon un programa mínimo, quienes se organizaron en diversos foros, quienes sentaron sus bases legales e institucionales, y quienes la pusieron en práctica. Acá un recuento:
La democracia mexicana actual tiene tres antecedentes históricos: el maderismo (1911-1913), el vasconcelismo (1929) y la «brega de eternidades» del PAN (de su fundación en 1939 a su primera gubernatura en 1989). Las corrientes democráticas en la izquierda anteriores a los años setenta fueron minoritarias. Su paradigma era la Revolución.
En octubre de 1953 el Diario Oficial anuncia el derecho de la mujer al voto.
1953, nace la revista Siempre!, pluralidad de ideologías.
Un intelectual cargó por tres décadas la bandera de la libertad política: Daniel Cosío Villegas. Su crítica tuvo tres aspectos fundamentales: acotar el poder presidencial, limitar el poder del PRI, hacer en verdad pública la vida pública.
Con algunas excepciones (La democracia en México, de Pablo González Casanova) después del triunfo de la Revolución cubana la izquierda académica e intelectual no tuvo como paradigma la democracia sino la Revolución.
El movimiento estudiantil de 1968 desnudó el autoritarismo del régimen y alertó sobre la urgencia de una reforma política. Un hecho decisivo: la renuncia de Octavio Paz a la embajada de la India.
Heberto Castillo vislumbró en 1971 la necesidad de un partido mexicano de izquierda.
1976, Julio Scherer funda Proceso; Octavio Paz funda Vuelta.
1977, por iniciativa de Jesús Reyes Heroles, se llevó a cabo una reforma política que fue un avance. El Partido Comunista, hasta entonces proscrito, tuvo representación parlamentaria.
1979, Octavio Paz en El ogro filantrópico: «Sin libertad, la democracia es tiranía».
1979, Gabriel Zaid en Vuelta: «Cómo hacer la reforma política sin hacer nada». (Si gana la oposición, aceptar el resultado).
En 1984 la revista Vuelta propuso transitar a la democracia. En 1985 Gabriel Zaid publicó «Escenarios sobre el fin del PRI» y Octavio Paz, «PRI: Hora cumplida».
El terremoto de 1985 marcó el despertar de la sociedad civil en la Ciudad de México.
Los ciudadanos del norte del país y el PAN revivieron el ideal democrático en Chihuahua en 1986. Tras el fraude del PRI, un grupo diverso de intelectuales firmaron una carta que exigió la anulación de las elecciones y alcanzó una repercusión internacional.
La Corriente Democrática del PRI -encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo- entendió y adoptó la necesidad del cambio democrático.
En los años ochenta, los movimientos estudiantiles universitarios y sindicales de izquierda, sin proponerse una reforma electoral, contribuyeron a minar el poder del sistema y a hacer conciencia democrática.
Desde los años ochenta, y más claramente en los noventa, la prensa conquistó márgenes crecientes de libertad. La radio, paulatinamente, hizo su parte.
En 1989 Cuauhtémoc Cárdenas llevó a cabo la unificación de la izquierda en un partido.
En 1991 Salvador Nava, el veterano y querido líder, encabezó la resistencia cívica en San Luis Potosí, cuna de la libertad en México.
En 1994, los tres candidatos presidenciales firmaron el documento «Veinte compromisos por la democracia».
El IFE, fundado en 1990, adquirió con Ernesto Zedillo la autonomía plena que hizo posible la transición democrática. Bajo José Woldenberg y los consejeros ciudadanos que lo acompañaron, el IFE tuvo una gestión sobresaliente.
Elecciones de 1997: el PRI pierde la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y el gobierno de la Ciudad de México.
Elecciones de 2000: el PRI pierde el Poder Ejecutivo. Por primera vez en setenta y un años, se da en México la alternancia en el poder.
En el siglo XXI, el Instituto Nacional Electoral ha llevado a cabo multitud de elecciones en todo el país de manera ordenada, clara y pacífica. Su profesionalismo es reconocido internacionalmente. Las próximas elecciones intermedias de 2021 deben continuar esa construcción democrática en el marco de nuestras leyes y libertades. Y honrar así una lucha centenaria.
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