Hace aproximadamente un año apareció el bicho. No sabíamos nada de él. Hoy, después de casi 68 millones de contagios en todo el mundo y un millón 551 muertos, ya se están aplicando las vacunas para prevenir su infección. Todo esto gracias a la ciencia.
Aquí no hay milagros, sino miles de expertos que le entraron a fondo a entender el problema y resolverlo con el método científico. Ojalá sirva esto para callarle la boca a los políticos populistas que no creen ni en los expertos ni en la ciencia.
Impresionante la velocidad para identificar el virus SARS-CoV-2 cuando apareció en China. Primero, su origen en un mercado de mariscos en la ciudad china de Wuhan. Cómo mutó a los seres humanos. Del primer paciente que ingresó al hospital con neumonía severa e insuficiencia respiratoria aguda se identificó la presencia del nuevo virus. Desde entonces, los estudios científicos no han parado.
Para principios de abril, muy rápido, se obtuvo el mapa genético de alta resolución de este coronavirus. Muy importante para entender cómo ingresaban a las células huésped de los seres humanos replicando su ácido ribonucleico.
Las principales farmacéuticas del mundo comenzaron a trabajar para producir una vacuna.
Mientras tanto, se iba recopilando evidencia empírica de los enfermos de covid-19. Se probaron posibles tratamientos como la hidroxicloroquina, cocteles antivirales, anticuerpos monoclonales, esteroides y plasma de pacientes recuperados. Nunca se encontró una cura definitiva, pero algunas cosas sí ayudaban a una recuperación más rápida en etapas tempranas de la enfermedad. Otras, de plano, se descartaron.
Se comprobó que algunos factores como la obesidad, diabetes e hipertensión elevaban la probabilidad de morir en caso de infección.
Conforme pasó el tiempo, se descubrieron los factores que aceleraban el contagio. Lo peor eran las reuniones masivas en lugares cerrados. Eventualmente, se comprobó que la mejor manera de contener las infecciones era evitando aglomeraciones y utilizando el cubrebocas.
Datos de 169 países demostraron que la tasa de mortalidad de la enfermedad podía disminuirse incrementando el número de pruebas. Al mercado fueron saliendo nuevos métodos para comprobar si alguien había sido infectado, cada vez más precisas y baratas.
Lo más impresionante fue el desarrollo de las vacunas. Usualmente, la ciencia tomaba años de investigación y pruebas antes de recibir la aprobación por parte de las autoridades sanitarias. En este caso se logró en un tiempo récord de menos de un año.
De acuerdo con el rastreador de vacunas contra el coronavirus del New York Times, hay 86 que actualmente están en pruebas clínicas, 58 de las cuales se están testeando en humanos.
Una de ellas, la de Pfizer y BioNTech fue aprobada en el Reino Unido, donde comenzó a aplicarse. Se espera que, esta semana, las autoridades estadunidenses le den su visto bueno en ese país. Se trata de una vacuna especialmente innovadora que, según las pruebas clínicas, tiene una tasa de eficacia del 95% para prevenir covid-19.
Las vacunas tradicionales contienen virus debilitados o proteínas de firmas purificadas del mismo que se introducen al organismo humano para que el sistema inmunológico comience a producir los anticuerpos que eviten la infección. Pero la vacuna de Pfizer y BioNTech es diferente. Aquí están inyectando material genético del virus (llamado ARNm) que codifica la proteína viral. El sistema inmunológico lo captura y comienza a diseñar los anticuerpos para neutralizar el virus real en caso que el individuo se contagie. Una belleza científica. Vale la pena destacar que se requieren dos inyecciones de esta vacuna con 21 días de diferencia.
La otra vacuna que va adelantada es la de Moderna. También utiliza la técnica del ARNm, requiere dos inyecciones y tiene, según los ensayos clínicos, una eficacia de 94.5% en humanos.
Un poco atrás se encuentra la de AstraZeneca. Aunque se publicó que su tasa de efectividad era de casi 90%, todavía existen dudas sobre sus resultados.
En fin, que dentro de la pesadilla que ha sido esta pandemia, la ciencia nos ha enseñado su poder para resolver problemas que ponen en peligro a la especie humana. A ver si esto sirve para valorar a los miles de científicos que pasan horas enteras en sus laboratorios. Todo mi respeto y admiración para ellos.
Twitter: @leozuckermann