La política, esa actividad humana inherente a las personas entendida por algunos como camino para alcanzar el poder en vez de un arte, ciencia o simple actividad que trata del gobierno y la organización de las sociedades; en distintas épocas de la historia ha sido vista no como una forma de servicio del pueblo o ciudadanos de un estado sino como una manera, a veces grotesca, de detentar el poder. Arquitectos, escultores, pintores, griegos y romanos, creyeron tener el derecho de constituirse en senadores, gobernadores o cesares, simplemente como resultado de su fama aun cuando en realidad fuesen unos neófitos, en las lides de la política ¿Le parce que, en el siglo XXI, adolecen de estas mismas limitaciones, campeones de deportes, cantantes o bailarines? ¿Vale el argumento de la equidad de género, profesión o actividad para lograr alcanzar un puesto solo por ser de origen indígena, comerciante exitoso, gerente de una empresa transnacional? Benito Juárez ¿Llegó a los puestos que ocupó –legislador, miembro del poder judicial, gobernador y primera magistratura- por ser indígena o por entender de ciencia política y ser experto en derecho?
Gobernar por la fuerza no es política sino tiranía y eso lo entendía no solo Platón y sus seguidores convencidos de que dicha actividad es un arte siempre y cuando se gobierne con el consentimiento de las personas. ¿Qué personas consentían los excesos del hijo de Germánico [1], quien sin haber superado la etapa de berrinches infantiles, termina usando el poder para matar –empezando por parientes que le parecía podrían reclamarle el trono hermanos, tíos –Tiberio decidió que debía ser titular del imperio junto con su nieto y primo del célebre Calígula[2] quien, fue llamado por la gente como “el monstruo” ya que a sus apenas 25 años, llevaba una enorme lista de fallecidos y lo que es más grave enormes errores económicos que produjeron escases y hambruna. Su tozudez, lo llevó no solo a la exageración de perversidades de todo tipo sino a la construcción de obras suntuosas y la multiplicación de espectáculos exageradamente onerosos. ¿Cuantos gobernantes del sigo XXI, disfrutan con aparecer cotidianamente –aunque sea vía twitter- a los ojos de sus gobernados? ¿Se puede encontrar algún símil entre las competencias de los foros romanos, y el béisbol, el futbol, el box o el golf? ¿Se puede encontrar un símil, entre las persecuciones ilegales de Calígula, y lo ocurrido a un ciudadano mexicano, detenido por la guardia nacional en la carretera México Querétaro, solo porque a los agentes les pareció que era colombiano? ¿En qué habría terminado este incidente, apoyado en un decreto del ejecutivo, si acaso el abogado de este ciudadano, no hubiese contestado el teléfono en un fin de semana?
En disenso de la percepción platónica, Aristóteles afirmó que La Política no solo es un estudio en abstracto de los ideales, sino más bien un examen del modo en que los ideales, las leyes, las costumbres y las propiedades se interrelacionan en los casos reales ¿Cuántos de los gobernantes de las últimas dos décadas en el mundo pasarían con aprobación una evaluación de este tipo? La demagogia explícita en la obra aristotélica ¿puede equipararse con el populismo? ¿Qué entienden los populistas como “la felicidad verdadera fin de la existencia, a la cual se llega por la práctica de la virtud” como afirmó Sócrates, al tolerar en sus equipos a personajes, quizá no muy malos, pero sí muy ignorantes?
Salvo resabios de gobiernos que juran lealtad a sus pueblos y constitución con la mano en la biblia o llevando imágenes de santos y dioses milagrosos –algunos ocultos en sus carteras y otros atados en su muñeca- se supone que hemos superado la etapa de gobiernos teocráticos[3] y optado por la república y para entender esto es menester comprender como desde la más lejana antigüedad, este concepto de gobernar en función de los intereses de la “cosa pública” de cuando en cuando fue atacada, sobre todo por el carácter individualista y tal vez poco ilustrado en materia de política de sus gobernantes. Otro ejemplo además de Calígula, fue Nerón, a quien la historia lo identifica como un psicópata que tocaba su lira mientras observaba el incendio de Roma ¿Este personaje insensible y cruel, nació con esas distorsiones de personalidad o con la vida se fue tornando en una especie de loco? Más allá de la fama que ha arrastrado su figura hasta nuestros días, lo cierto es que centró su reinado en la diplomacia –mejoró las relaciones con Grecia y resolvió la revuelta de los británicos- el comercio y la cultura, siendo en su época, un aumento en la construcción de teatros y la promoción de competencias atléticas. ¿Cómo es que una vida aparentemente exitosa terminó con su suicidio? ¿Por qué pocas fuentes históricas le reconocen algunos hechos favorables resaltando en cambio la fama de haber ejecutado a muchos, inclusive su madre, tirano, extravagante, y mentiroso? Al inicio de su gestión prometió al Senado devolverle muchas de las funciones que algunos de sus antecesores le restaron ¿fueron ellos los artífices de su caída? Se han descubierto nuevas versiones contrapuestas a la de que todo fue un plan contra los cristianos, pero lo cierto es que, a lo largo de los siglos, ha prevalecido su mala fama, hecha verdad de todos por la vía del rumor, una especie de redes de la antigüedad, que eran tan o quizá más eficaces que las del siglo XXI. Sea como fuere, es justo lo que la gente piensa; la etiqueta con la cual los personajes trascienden hacia el único fin que todos tenemos: el de la vida, es la que el pueblo o la ciudadanía nos asigna. Sin importar que tantas porras nos dediquen, cuantos hoyos podamos lograr en una jornada, de que volumen sean los recursos que utilicemos para mejorar nuestra imagen, si la mayoría de la gente nos condena, llegaremos al final con esa sentencia.
[3] El gobierno en la antigüedad era teocrático; es decir, los gobernantes eran jefes políticos y religiosos al mismo tiempo (en Egipto y China incluso se consideraba que los dioses eran quienes daban el poder a los gobernantes).