Al momento de escribir estas líneas, el presidente López Obrador no había reconocido la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Tampoco lo había felicitado. De esta forma, ha tomado partido a favor del presidente Trump quien alega, sin pruebas, que le hicieron fraude.

Mientras que la mayoría de jefes de Estado y de gobierno del mundo han reconocido el triunfo de Biden, y le han deseado suerte, nuestro Presidente se une a un exclusivo grupo de gobernantes autoritarios o populistas como Xi JinpingVladimir PutinJair Bolsonaro y Tayyip Erdogan que no lo han hecho.

López Obrador defiende su decisión aduciendo que tiene que respetar el principio constitucional de no intervención y autodeterminación de los pueblos. Sin embargo, su actuación no es consistente al haber reconocido rápidamente, sin que todavía se agotara el proceso legal, el triunfo de Evo Morales en una elección que sí resultó fraudulenta. Ya sabemos, sin embargo, que el Presidente de México acomoda sus argumentos a contentillo.

El problema es que, al no reconocer la victoria de BidenAMLO está legitimando el falso alegato de Trump acerca de que le hicieron fraude. Paradójicamente, lo hace citando el principio de no intervención de la Constitución. No es gratuito, en este sentido, que López Obrador se haya convertido en uno de los héroes de los medios más derechistas y trumpistas de Estados Unidos como Breitbart News. La racista y anti-mexicana comunicadora Laura Ingraham le aplaude en Twitter.

Comprendería la postura de AMLO de esperar hasta que se termine de litigar la elección si la campaña de Trump, efectivamente, hubiera presentado pruebas de que le hicieron fraude. La verdad es que, hasta ahora, sólo han enseñado paparruchadas ya bateadas por las cortes.

Entonces, ¿para qué seguir apoyando a Trump desconociendo el triunfo contundente del que será el próximo presidente de Estados Unidos?

A ciencia cierta no lo sabemos. Sólo podemos especular.

Comenzar, por supuesto, con la hipótesis de la impericia. Éste es un gobierno que no escucha a los expertos. El Presidente es el que toma las decisiones a partir de sus intuiciones. Y, naturalmente, muchas veces se equivoca. Más en un tema que no conoce ni le interesa como son las relaciones de México con el mundo.

La segunda hipótesis es que, como AMLO mismo ha dicho, la mejor política exterior es la interior. Más que posicionarse en el tablero de la geopolítica internacional, el tabasqueño le está hablando a su base. Ésa que le creyó el cuento del fraude electoral cuando perdió en 2006 y 2012. Ésa que puede reafirmar este prejuicio con la idea de que si en Estados Unidos es posible el fraude, pues más en México. Sobre todo cuando se trata de políticos antisistémicos como Trump y López Obrador.

Tercera hipótesis: algo muy valioso le debe el Presidente de México al de Estados Unidos. Tan apreciado que está dispuesto a quedar mejor con Trump que con Biden.

Hay una cuarta hipótesis que me parece la más sensata para tratar de darle cierta racionalidad a una decisión que parece irracional. Donald Trump se quedará como presidente de Estados Unidos hasta el 20 de enero del año que viene. Tiene muchas semanas para hacer alguna que otra travesura. En un intento de reposicionarse políticamente, podría volver a atacar los intereses de México. Luego entonces, es mejor tenerlo de amiguito de aquí a que deje el poder. Evitar encontrarnos con una sorpresa desagradable de lo que le queda en la Casa Blanca.

Sin embargo, para que funcione esta maniobra, debería existir un back channel (canal de comunicación no oficial) al más alto nivel con Biden o alguien cercano a él, de tal suerte que hayan felicitado off the record al candidato demócrata y acordado no hacerlo públicamente para evitar que Trump, en un arranque de furia, perjudique los intereses de México.

Salvo esta cuarta hipótesis, todas las demás implicarían un craso error del gobierno de AMLO. Una equivocación que podría tener altos costos. Hoy, para Biden es muy importante el apoyo de las naciones, sobre todo las vecinas, en un momento en que su contrincante lo está acusando de fraude. Y, al momento de la verdad, AMLO habría escondido la cabeza abonando, en la práctica, al alegato de una elección fraudulenta. ¿Se la va a cobrar Biden cuando pueda? Igual y sí, igual y no. Pero no entiendo para qué arriesgarse, a menos que esto se haya negociado y acordado.

 

           Twitter: @leozuckermann

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