Bien cultural común a los mexicanos, ya sea que vivan en Mérida o en Tijuana, es la figura de la Catrina como símbolo del Día de Muertos.
La Huesuda de elegante atavío suele acompañar a los finados en sus visitas anuales a los vivos, que la evocan con imágenes decorativas y disfraces.
El origen de la Catrina
La Catrina, herencia de Posada
La Catrina es herencia artística de José Guadalupe Posada, quien la imaginó para ilustrar una calavera literaria. El grabador originario de Aguascalientes diseñó un rostro descarnado y tocado por voluminoso sombrero afrancesado para que estuviera a la cabeza de los versos aparecidos con el nombre de “Remate de calaveras alegres y sandungeras. Las que hoy son empolvadas garbanceras, pararán en deformes calaveras”. Por este título a esa interpretación de la Muerte se le conoce como Calavera Garbancera.
La representación de la Catrina de Diego Rivera
Diego Rivera tomó la figura en préstamo para representarla de cuerpo completo y con ropas de dama distinguida en el mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda central” (1947), en el cual la bautizó Catrina.
Como grabador, Posada abordó múltiples temas, pero es su producción de calaveras por lo que es mejor conocido en el mundo, admite Carlos Samuel Martínez Castañeda, director del Museo José Guadalupe Posada en Aguascalientes.
Explica al Diario que el artista nacido en 1852 trabajó en diferentes imprentas, que le encargaban la ilustración, entre otras publicaciones, de calaveras literarias. Una de ellas la dedicó a las empolvadas vendedoras de garbanzos de Ciudad de México, crítica a “la sociedad que renegaba de sus orígenes indígenas con los sombreros afrancesados de la época”.
Posada no vio la publicación
Sin embargo, Posada nunca vio publicado el grabado. Como indica Martínez Castañeda, el artista elaboró en 1912 la placa metálica de zinc montada sobre tacón de madera, en el taller imprenta de Antonio Vanegas Arrollo, y falleció en enero de 1913, antes de que ese año la obra saliera a la luz en hojas volantes de 40.5 por 30 centímetros.
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A pesar de que esta imagen es ahora la más popular entre las diseñadas por Posada, otros de sus numerosos esqueletos circularon en la época, como los de “Barata de calaveras” y “La calavera oaxaqueña”.
“Él era el ‘fotógrafo’ de la época, podemos conocer ese México a través de las imágenes de Posada”, apunta Martínez Castañeda, quien agrega que, debido a que en ese entonces la mayoría de la población era analfabeta, “las imágenes tenían que ser digeribles en las hojas volantes, los cuadernillos; debían ser de fácil impacto”.
“La iconografía de Posada es maravillosa”, continúa el director. “Era un dibujante excelso, con dos o tres líneas hacía un gesto maravilloso”.
“Otros artistas le siguieron los pasos, pero más que nada haciéndole honor, como un homenaje”, explica.
La placa y la estampa originales de la Calavera Garbancera se exhiben permanentemente en el museo de Aguascalientes, que se inauguró el 16 de septiembre de 1972 como Unidad Cultural José Guadalupe Posada en la antigua casa cural de la iglesia del barrio El Encino.
Años después el recinto se sometió a una renovación museográfica que, además de la sala dedicada a Posada (compuesta por unas 200 piezas, entre placas y estampas de finales del siglo XIX y principios del XX), lo dotó de la temporal “Leopoldo Méndez”, donde en la actualidad se presenta una muestra de gráfica del español Antonio Saura.
Otro espacio de exhibición es el patio central, que recibe colecciones de esculturas.
Talleres
Se cuenta asimismo con un taller de producción, donde antes de la pandemia se impartían clases, y uno didáctico en que se ofrece a los visitantes una demostración de la forma en que Posada trabajaba las placas.
El museo es sede de la Bienal Internacional de Estampa José Guadalupe Posada, que hasta 2013 fue concurso nacional de grabado. El certamen está abierto a artistas de Latinoamérica y España, entre los que se reparten premios de 10 mil, 7,500 y cinco mil dólares. La nueva edición se fallará en 2021.
Calavera Garbancera, la obra que dio origen a la Catrina
A continuación un extracto de: “Remate de calaveras alegres y sandungeras. Las que hoy son empolvadas garbanceras, pararán en deformes calaveras”.
Las pulidas Carolinas,
que se van a platicar
en la tienda y las esquinas,
y se la echan de catrinas
porque se saben peinar:
han de dejar sin excusa
los listones y el crepé
y en un hoyo cual de tusa
se hundirán con todo y blusa,
con choclos y con corsé.
Pero no quiero olvidar
a las lindas Margaritas,
tan amantes de bailar,
y a quienes gusta ostentar,
porque se creen muy bonitas.
La muerte las ha de herir,
sin mirar su presunción,
y aunque se van a afligir
yo les tengo que decir
“Calaveras del montón”.
El perfil de José Guadalupe Posada
A pesar de la oposición de su familia, José Guadalupe Posada ingresó a los 16 años como aprendiz en el taller profesional de Trinidad Pedroso, de quien conoció los principios de la litografía.
Al notar la facilidad de Posada para la caricatura, su mentor lo introdujo como dibujante en el periodismo y la prensa gráfica. Sus primeras viñetas se publicaron en el periódico “El jicote” (1871) cuando recién había cumplido los 19 años.
De acuerdo con información del gobierno del estado de Aguascalientes, el artista obtuvo una plaza de maestro de litografía en la Escuela Preparatoria de León, Guanajuato, donde permaneció cinco años, tiempo en el que compaginó la labor docente con la litografía comercial y la estampación de imágenes religiosas.
En 1888 se trasladó a Ciudad de México, donde recibió ofertas de trabajo de distintas empresas editoriales, entre ellas la de Irineo Paz, en la que elaboró cientos de grabados para periódicos como “La Patria Ilustrada”, “Revista de México”, “El Ahuizote”, “El hijo del Ahuizote” y “Nuevo Siglo”.
Al hacerse famoso su cotización se disparó. Esa bonanza le permitió sufragar experimentos gráficos que le llevaron a utilizar con éxito planchas de zinc, plomo y acero en sus grabados.
A partir de 1890 sus obras ilustraron las publicaciones de carácter nacionalista y popular del impresor Antonio Venegas Arroyo, entre ellas historietas, plegarias, cancioneros, leyendas, cuentos y almanaques. Destacan “La Gaceta Callejera” y hojas volantes con información de carácter diverso.
Con ideas progresistas, Posada realizó caricaturas y bocetos satíricos para reseñar la vida del México de la época y exponer los sufrimientos del pueblo. Las sátiras a políticos influyentes le costaron la cárcel en más de una ocasión.
El número de encargos que recibió su taller lo impulsan a crear una técnica nueva, más rápida: el grabado al ácido en relieve.
Murió pobre en Ciudad de México, en 1913. Nadie reclamó sus restos, que fueron enterrados en una fosa común.
Su producción gráfica se calcula en 20 mil grabados realizados en litografía o planchas de metal. En 1933 el pintor Jean Charlot editó sus planchas y reveló la influencia de Posada sobre artistas de generaciones posteriores.