El secretario de Relaciones Exteriores afirmó en la conferencia mañanera que «Estados Unidos tiene un rebrote, que no es en las ciudades fronterizas, pero podría serlo» la restricción para que mexicanos crucen a actividades no esenciales se mantiene por lo que resta del mes.
México, dijo, «no va a optar por un cierre imperativo porque eso tendría muchísimas consecuencias y hemos seguido la misma disposición para el caso de la frontera.» El impacto de un cierre total de actividades podría ser muy grave.
Estas declaraciones confirman lo que hemos venido comentando, el cierre de la frontera más que un tema de salud, es un tema económico. Los norteamericanos y mexicoamericanos, vienen de compras, a los bares -que no están abiertos al otro lado- a fiestas en casa de familiares cuya música se escucha por toda la ciudad hasta altas horas de la madrugada sobre todo en fin de semana.
¿Cómo pueden explicar entonces que el cierre de la frontera para mexicanos a Estados Unidos es una medida de prevención para evitar se sigan contagiando de COVID-19 los mexicanos que viven en la franja fronteriza?
Mientras en ciudades fronterizas como San Ysidro, Caléxico y otras en Texas, han extendido cartas a la Casa Blanca por las restricciones arbitrarias del gobierno federal en contra de las comunidades fronterizas ya que hasta un 60% de los negocios están cerrando con la consecuente pérdida de empleos.