No obstante, los cinco grupos yumanos de Baja California y los siete más –quechan, yuma, maricopa, mojave, yavapai, hualapai y havasupai que habitan en California y Arizona– muestran, en este siglo XXI, una actitud resiliente que pugna día con día por el reconocimiento de su identidad y la pervivencia de sus valores, tradiciones, su lengua y sus cosmovisiones.
Así lo destacaron especialistas que, en una sesión del Seminario de Historia de Baja California, hermanada con el programa “Contigo en la Distancia” de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, presentaron la monografía Yumanos, editada en 2015 por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), en su serie Pueblos Indígenas de México en el Siglo XXI.https://www.facebook.com/plexmexico/videos/316818742964605
Los comentarios de esta obra estuvieron a cargo del titular en Baja California del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Jaime Vélez Storey; la trabajadora social Norma Carbajal Acosta; el restaurador Octavio Murillo Álvarez de la Cadena; y el propio autor de la obra, el antropólogo Everardo Garduño Ruiz.
Como un primer apunte, el director del Centro INAH Baja California reconoció a esta monografía como la más actualizada en temas como la distribución geográfica y las estadísticas poblacionales de los yumanos, de allí que, desde su publicación hasta hoy, “es una lectura obligada” tanto para los especialistas en esos grupos, como para el público en general que esté interesado en conocerlos y difundirlos.
De igual, expresó Jaime Vélez, la publicación –que puede descargarse libremente desde el portal web del INPI– es un ejercicio de lectura crítica y en cierto modo dolorosa, debido a la evocación que hace de los tres más importantes ciclos de contacto que los yumanos han tenido que hacer.
El primero tuvo lugar entre los siglos XVII y XIX, con los exploradores, soldados y misioneros europeos que incursionaron en el entonces septentrión de la Nueva España; más tarde, una vez que el territorio del norte pasó a manos de los Estados Unidos –pese a que los yumanos no reconocen fronteras entre sí mismos– la colisión fue con los mineros y rancheros que obtuvieron concesiones de tierras en California; y finalmente, a mediados del siglo XX, campesinos sin tierra de otras latitudes llegaron a Baja California en función del reparto agrario.
Estos ciclos de contacto consecutivo, agregó en respuesta el antropólogo Everardo Garduño, si bien han trasformado la dinámica social, económica y cultural de los yumanos, también les han brindado un mayor sentido de pertenencia hacia sus respectivos grupos.
Así, ejemplificó, hoy día siguen vigentes prácticas milenarias como la cremación tradicional de los difuntos, o es patente cómo las mujeres yumanas han tomado en este siglo XXI un papel por demás activo en la defensa de su territorialidad y en la preservación de su memoria oral.
Garduño, quien publicó en 1994 el libro En donde se mete el sol. Historia y situación actual de los indígenas montañeses de Baja California, señaló que el gran diferenciador de la monografía actual con aquel, es que deja atrás la visión “catastrofista” que el primero avizoraba para dichas etnias previo al cambio de milenio.
Esto debido a que las últimas dos décadas han desmentido favorablemente las previsiones que muchos académicos tenían respecto a la sobrevivencia de los yumanos, cuya resistencia, concluyó, no debe tomarse como un llamamiento a dejar de impulsar estudios y políticas públicas en favor de los pueblos originarios de Baja California.
Exposición en el Cecut
El Centro Cultural Tijuana presentó la exposición “Rostros de arena: memorias yumanas” que aún se guarda en la memoria por ofrecer un viaje al pasado antropológico de Baja California a través de una treintena de imágenes de las fotógrafas Alejandra Platt y Anita Williams.
Inaugurada en octubre de 2019, como parte de los festejos por el 37 aniversario del Cecut, la exposición contó con la colaboración del Centro INAH en Baja California y el Instituto de Investigaciones Culturales-Museo de la UABC, para delinear el rostro de los habitantes que poblaron originariamente estos parajes en una colección de alto valor etnográfico.
Alejandra Platt y Anita Williams son dos fotógrafas que documentaron en sus imágenes a los descendientes de los antiguos pobladores de la porción norte de la península de Baja California y su exposición permitió conocer no solo la fisonomía de los yumanos del siglo XX, sino aspectos de su vida cotidiana.
“Rostros de arena: memorias yumanas” permaneció en exhibición hasta finales de enero de este año.