En las primeras horas del mes de junio, el presidente Andrés Manuel López Obrador tomó un avión hacia Cancún, Quintana Roo, y dejó atrás su confinamiento. En medio de un debate sobre qué es lo prioritario, si la salud o la economía, el mandatario salió temprano a promover el turismo como una acción urgente para reactivar el dinero que congeló por la pandemia.
Y mientras volaba hacia las aguas turquesa rodeadas de hospedajes con todas las estrellas posibles, en el centro del país, a unos 1800 kilómetros de distancia, otro equipo también se despertaba en la colonial ciudad de Querétaro para hacer algo similar, para empujar su negocio, con su propia estrategia.
No es lo mismo reactivar el turismo en las playas más populares del país, que a la vez son las más importantes del mundo, que en el interior de país y bien lo sabe Grupo Cuma, franquiciatario de las cadenas Holiday Inn Diamante, Holiday Inn Krystal y Cowne Plaza. Los esfuerzos, las estrategias son distintos, aunque el objetivo es el mismo: recuperar lo perdido.
Con una carpeta de datos en mano y aún sin mascarilla en público, el presidente dijo en Cancún que era hora de rescatar la segunda fuente de divisas más importante del país. ¿Qué se perdió?
Tan sólo en Quintana Roo —que alberga a los balnearios de Cancún y la Riviera Maya — 10 millones de boletos de avión hacia ese destino y 83,000 empleos que dependían del turismo internacional, en dólares, principalmente
Al interior del país, lejos de las playas, donde el turismo es una mezcla de visitantes internacionales con predominancia nacional, aún no hay cifras precisas, pero de que el golpe es duro lo es en pesos y cada vez más difícil entre más pequeña la población o el negocio.
En lugares como los afamados Pueblos Mágicos (121 en total), localidades pequeñas que reciben presupuesto federal, el problema fue arrasador porque muchos dependen de los visitantes y éstos no aparecen en cantidades que justifique la apertura del negocio.
Luisela Cruz, Gerente de talento humano de Cuma en Querétaro describe así la dimensión para los negocios medianos del interior: “Dejamos de hace reservaciones online, nos quedamos sólo con los clientes que llegan en la puerta con el aval de una empresa”.
Como sea, la etapa promovida como “Nueva normalidad” está cargada de optimismo porque estableció un semáforo por actividad que irá rebajando las restricciones en función de su color. Eso determinará al porcentaje de cuartos que podrán ofrecer los hoteles, el número de mesas en los restaurantes y a la ocupación de asientos en el transporte.
“Eso es mejor que nada”, coinciden los negocios que podrán volver al ruedo, sin ignorar que no será lo mismo que antes de la pandemia.
La Organización de las Naciones Unidas calcula que, aún cuándo se levanten las restricciones de viaje, las llegadas de turistas internacionales en todo el mundo podrían reducirse entre un 60% y un 80%, lo que pone en peligro entre 100 y 120 millones de puestos de trabajo, pero, aún así está optimista.
El secretario general, Zurab Pololikashvili, dijo en un comunicado de prensa que, “si el turismo se abre en el momento oportuno se ayudará a que los numerosos beneficios sociales y económicos que genera el turismo puedan ir recuperándose de manera sostenible”.
Y en eso está México.
El reto macro
En cuanto los principales hoteles de Quintana Roo anunciaron la reapertura al turismo hubo una “Hot sale” de reservaciones. El gobernadora Carlos González saltó del gusto y así lo expuso frente al presidente que llegó a Cancún para dar el banderillazo de salida para los visitantes nacionales que en 2019 representaron el 83% del consumo turístico total de $173,000 millones de dólares.
“El verano será para los mexicanos”, agregó el secretario de Turismo, Miguel Torruco porque, aunque el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC por sus siglas en inglés) ya anunció que Cancún y la Riviera Maya serán los primeros en recibir el sello Global Safety Stamp por adoptar sus estándares y medidas de higiene, lo cierto es que todavía hay restricciones en cada país.
En Estados Unidos, de donde proviene el mayor número de turistas a esta área, existe un Aviso de Salud Global que está en Nivel 4 y aconseja a todos los ciudadanos no viajar al extranjero debido al nuevo coronavirus.
Quintana Roo es la joya de la economía turística del país con 110,000 habitaciones de hotel, la cifra más alta de México, y 22.8 millones de visitantes el año pasado, pero no es la única. Otras plazas también dependen de la reactivación para el empleo y cada una con sus propias estrategias, tan variadas como su perfil de clientes.
En la Riviera Nayarit, al norte de Puerta Vallarta, Los Cabos o Punta Mita, por ejemplo, la tendencia del turismo de lujo tras la reapertura es hacia espcios privados o en aislamiento, según reconoció en entrevista televisiva Zachary Rabinor, fundador y director ejecutivo de la compañía de viajes de lujo Journey México. “Quieren propiedades que ofrezcan habitaciones y villas independientes”.
En Los Cabos, donde la cercanía geográfica a EEUU es un asunto a favor, el gobierno estatal apuesta por dar a los huéspedes la mayor certeza posible y por ello empuja de manera masiva, para sus 18,000 habitaciones, la certificación de calidad conocida como “Punto Limpio”, además del sello Global Safety Stamp basado en los consejos del Consejo Mundial de Viajes y Turismo.
Este último, además de las medidas básicas, desinfección de manos de todas las personas en puntos como entradas, salidas y baños, busca que haya escaneo térmico; fomento de mapas digitales, gestión de filas, menús electrónicos y compras virtuales; pagos sin contacto, recibos por correo electrónico y WIFI gratuito; gestión de asientos y filas y límites contra el hacinamiento.
Las pequeñas y medianas empresas
Alberto Gómez, fundador de Enso Quality Systems que da servicios de asesoría e higiene a pequeñas y medianas empresas, está más activo que nunca. Sabe que su trabajo es clave para que el turismo a esta escala se reactive después de la reapertura de los negocios, después de la jornada de larga distancia.
“Se trata de que la gente tenga más confianza en volver a entrar a esos hoteles, a esos restaurantes”, cuenta el empresario que opera en la región del Bajío del país con 40 clientes interesados en Punto Limpio.
Gomez tiene 15 años dando capacitaciones en este tipo de certificaciones. En 2010, en medio de la epidemia AH1N1 se implementó por parte del gobierno mexicano el sello de calidad “Punto Limpio” para empresas del sector turismo mediano que se asesoran a través de otras compañías especializadas como la suya.
Ahora, en el marco de la pandemia COVID-19, se está actualizando. “La metodología de higiene no es nada complicada, pero a veces falta disciplina y constancia”, advierte. “Hace permanente las capacitaciones en el uso de equipo, de los químicos”.
En pocas palabras se trata de llevar el jabón, el agua y los desinfectantes a todos lados como lo hacen en Grupo Cuma, de Querétaro, uno de los clientes de Enso Quality Sistem, que ahora está actualizando los protocolos para obtener Punto Limpio. Previamente tenían otro distintivo conocido como H.
“Implica más gasto, pero queremos dar a los clientes la tranquilidad”, confirmó Luisela Cruz, gerente de Talento humano de la empresa que ha tenido que comprar más guantes, cubrebocas, caretas, más desinfectantes; cambia la estructura del comedor y capacitar al personal para que se adapte a la realidad. Más limpia, mejor.
Desde otro punto de partida, el concepto de Pueblos Mágicos, arrastrado también por el confinamiento, apuesta a convencer a sindicatos y organizaciones sociales para que promuevan los festivales de los que son sede, pero aún está por verse bajo qué términos y condiciones, El turismo en micro es aún un asunto de incertidumbre. Por definir.