Todos los países se enfrentan al reto de levantar el confinamiento social por el covid-19 y, al mismo tiempo, evitar un rebrote de la epidemia.
Algunas naciones lo han hecho mejor que otras.
Por lo que he leído, hay tres condiciones que aseguran una mejor estrategia de salida.
Primero: pruebas, pruebas y más pruebas. Realizar el mayor número de estudios para ver si la gente tiene o no el coronavirus y, de preferencia, si ha desarrollado los anticuerpos en contra de la enfermedad.
Segundo: sistema de seguimiento de casos positivos. Las autoridades deben tener la capacidad de encontrar y aislar a la gente que se haya contagiado y a todos aquellos con los que tuvo contacto esa persona. Para tal efecto, se han desarrollado aplicaciones de seguimiento vía teléfonos celulares que informan inmediatamente a los usuarios si están en peligro de contagio por haber tenido contacto con una persona infectada a fin de que, inmediatamente, procedan a hacerse la prueba y, probablemente, confinarse por 14 días.
Tercero: capacidad de cerrar por emergencia los lugares contaminados. Se requiere que las autoridades movilicen todos los recursos que tienen, incluyendo los militares, para aislar inmediatamente las regiones que presenten un rebrote de la epidemia.
¿Cumple México con estas condiciones para proceder a la reapertura?
En cuanto a las pruebas, la respuesta es un contundente no. Nuestro país es de los que menos pruebas ha aplicado en todo el mundo. Entiendo que los gobiernos han ordenado un mayor número de kits para comprobar si la gente ha sido o no infectada.
Sin embargo, estamos lejísimos de tener el número de pruebas que se han realizado en los países que han tenido más éxito en el levantamiento del confinamiento.
Desconozco cómo estamos en cuanto al sistema de seguimiento de casos positivos. Supongo que las actualizaciones existentes, como la que se utilizó en Singapur, podría tropicalizarse para México. Sin embargo, el asunto es complicado desde el punto de vista del derecho a la privacidad. Implica que el gobierno pueda rastrear a los individuos por su celular.
Sobre el cierre de lugares contaminados, aquí sí creo que el gobierno tenga la capacidad de hacerlo con las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional y las policías estatales y municipales. Sin embargo, de nuevo, el asunto puede generar problemas de derechos humanos al prohibir el derecho al libre tránsito de manera coercitiva.
En suma, estamos frente a un problema complejísimo. No es “enchílame esta otra” levantar el aislamiento.
Por fortuna, México va atrasado en esto de la epidemia del coronavirus y puede aprender de los otros países donde ya pasó lo peor y están en el proceso de recuperación.
Hay que imitar sus buenas prácticas.
De no hacerlo, corremos el riesgo de que el brote de coronavirus se prolongue durante más tiempo o se extienda a más regiones. Incluso que haya rebrotes en zonas donde supuestamente ya pasó lo peor.
Esto sería desastroso para la economía nacional que, de por sí, va a tener un decrecimiento histórico. A esto hay que sumar el mal humor de una sociedad harta de estar en su casa sin una vida social.
Un último punto. El papel del gobierno es fundamental para la estrategia de salida del confinamiento. Sin embargo, otro de los factores críticos de éxito es el de una ciudadanía que esté también a la altura del reto.
Mientras no se encuentre una vacuna, tendremos que ser muy cuidadosos en la manera en la que nos relacionamos con las otras personas, tanto en la vida laboral como social.
El otro día veía cómo la policía en Acapulco dispersaba a 400 individuos que se encontraban festejando, como si nada, una fiesta de quince años.
Mucho nos quejamos de la irresponsabilidad del gobierno y poco de una ciudadanía acostumbrada a hacer lo que se le da la gana, como si sus actos no afectaran a toda la comunidad. En este sentido, a las tres condiciones arriba mencionadas hay que agregar el apoyo responsable de la sociedad.
Twitter: @leozuckermann