Un estudio aparecido en la revista New England Journal of Medicine advirtió que el nuevo coronavirus permanece tres horas suspendido en el aire, cuatro horas en el cobre de las monedas, un día entero en el cartón y de dos a tres días en el plástico o en el acero inoxidable de un grifo. Este dato científico fue convertido en un viral de redes sociales que lo simplificó hasta transformarlo en un mensaje falso. “El virus ya no se contagia por solo haber estado en contacto con personas o en lugares donde estuvieron los infectados. El virus está ahora en el aire. Hemos pasado a una nueva fase”, se escucha en un audio que llegó por Whastapp.
Sin embargo, la investigación del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, que aparece en la New England Journal of Medicine, en ningún momento hace alguna referencia parecida. Hasta la fecha, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que la permanencia del virus por tres horas en el aire – en estado en partículas pequeñísimas como aerosoles- no implica que se propague como el sarampión, que sí puede vivir hasta dos horas en el aire donde una persona infectada haya tosido o estornudado.
El actual patógeno SARS-CoV-2, como se denomina de manera oficial al nuevo coronavirus, sí es lo suficientemente contagioso como para haberse convertido en una pandemia en tres meses. Se calcula que cada persona infectada le pasa el virus a otras dos o tres personas. Pero el virus causante de la COVID-19 se transmite principalmente por contacto con gotículas respiratorias, más que por el aire.
Según los datos del sitio web de la OMS, estas gotas —lanzadas por una persona infectada al toser, al respirar o al hablar— aterrizan rápidamente sobre los objetos del entorno, donde entran en contacto con las manos de otras personas, que se contagian al tocarse los ojos, la nariz o la boca. Ese mecanismo y la posibilidad de inhalar al vuelo una gota recién lanzada justifican las principales recomendaciones sanitarias: lavarse las manos frecuentemente, toser en el codo, no tocarse la cara y mantenerse a una distancia de entre uno y dos metros de otras personas.
Citado por el diario El País (España), el epidemiólogo británico Paul Hunter pidió cautela a la hora de interpretar el tiempo que pasa el nuevo coronavirus suspendido en el aire. Los científicos del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos utilizaron un nebulizador para generar aerosoles —partículas diminutas suspendidas en el aire— del virus para hacer su investigación, pero Hunter insiste en que en el mundo real el patógeno viaja en gotas de mayor tamaño.
“Las gotas caen del aire con bastante rapidez comparadas con los aerosoles, así que el riesgo sigue siendo permanecer a aproximadamente un metro de una persona infectada o tocar superficies donde hayan caído las gotas”, explicó Hunter, de la Universidad de Anglia Oriental (Reino Unido), al portal especializado Science Media Centre.
Al respecto, el médico y experto en salud pública Elmer Huerta dijo hoy en la cadena CNN: “Las personas que han escuchado [el tema del coronavirus en el aire] están pensando, equivocadamente, que el virus ya está en la calle, en el parque (…) Pero no es así. Pueden abrir sus ventanas para ventilar sus ambientes”.
Hay más datos que debemos tomar en cuenta. Un análisis de las habitaciones de dos pacientes con COVID-19 hospitalizados en Singapur no encontró el virus en el aire ni en las superficies tras una limpieza rutinaria. La habitación de un tercer infectado, de la que se recogieron muestras antes de la limpieza, sí estaba salpicada de virus, pero no en el aire. El trabajo, firmado por científicos del Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas de Singapur, se publicó a comienzos de marzo en la revista médica JAMA.
Otro equipo de investigadores de la Universidad de Wuhan, en el origen de la pandemia en China, analizó también 35 muestras recogidas en las unidades de cuidados intensivos y las habitaciones de los enfermos de COVID-19 en dos hospitales, sin encontrar el virus en el aire, más allá de una enigmática muestra aérea del baño de uno de los pacientes. El nuevo coronavirus se ha detectado en heces de personas infectadas, pero nada apunta a que la contaminación fecal esté siendo una vía relevante de propagación.