Antes de la pandemia del Covid-19 la economía mexicana ya venía en caída libre y la paralización de las actividades solo agravará una situación que ya se veía desastrosa.
El PIB termino 2019 en plena recesión con una cifra anualizada de menos 0.1%.
En los primeros dos meses del año; es decir, antes de la pandemia, los indicadores oportunos de la economía mostraban una clara tendencia negativa.
Para febrero, la actividad industrial disminuyó 0.6% respecto al mes anterior y 3.5% anualizada.
En enero, la inversión mostró un avance de 1.7%, pero una caída de 9.2% en términos anuales.
Es decir, el problema de la economía mexicana se inició claramente con las decisiones económicas que se tomaron desde el primer día de este gobierno.
Hasta ahora, el Presidente de la República, tal como lo hizo con la pandemia, se niega a ver que se nos viene encima un tsunami económico como no se ha visto en los últimos cien años; se niega a ver asimismo, que nos va a arrastrar la tormenta económica mundial y, hasta ahora, sigue pensando en que la crisis será pasajera y la superaremos sin mayor esfuerzo que su voluntad.
El problema está en que no se sabe qué es peor, que no se tome ninguna decisión o que se tomen las decisiones equivocadas, que han sido tan frecuentes en este gobierno.
No se trata, desde luego, ni de una crisis pasajera ni de un pequeño bache.
Como resultado del Covid-19 se pronostica una caída de 3% en la economía mundial.
En Estados Unidos, hay quienes pronostican un desplome hasta de 30% en el segundo trimestre del año.
Para México, los pronósticos más pesimistas y calificados de alarmistas se fijaban en un menos 5%.
Ahora, casi todo mundo coincide que, cuando menos, la economía caerá entre menos 10 y menos 15%.
¿Cuáles serán los efectos en México?
Estamos hablando de millones de desempleados, de miles de empresas medianas y pequeñas barridas por el vendaval y que nunca volverán a abrir sus puertas.
En suma, el empobrecimiento generalizado de la población.
Las macrocrisis no solo tendrá efectos en la economía del país, sino que propiciará el aumento en la inseguridad, ya de por sí fuera de control.
La pérdida de gobernabilidad que se apunta ya es la amenaza de algunos gobernadores, Jalisco y Chihuahua, entre ellos, de abandonar el pacto federal fiscal ante la falta de respuesta y los oídos sordos por parte de la federación.
Ni que hablar de las finanzas públicas, a las que ya podemos dar por colapsadas por la caída en los ingresos petroleros y tributarios, antes de la pandemia y ahora ya con ella.
Las consecuencias de una desacertada conducción económica en épocas “normales” y la inacción frente a la pandemia nos puede conducir a una tragedia económica.
Así como a un colapso social y político que ponga al país en el camino de una crisis que no se termine con la pandemia.
Sino, se prolongará por años y dejará a México en una ruta que tome décadas revertir.
Hoy por hoy, no solo el Presidente de la República está desacertado, sino que es claro que los partidos políticos están virtualmente muertos.
No hay liderazgos políticos en los que la ciudadanía pueda confiar.
Hasta el próximo lunes, mientras no deje de seguirme en FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado y en mi cuenta de twitter @jerezano52.