La situación de emergencia que representa la expansión del coronavirus por el mundo, y en particular en México, ha significado un reto para los esfuerzos encaminados a mitigar el cambio climático, pero también ha ofrecido un respiro al planeta por la disminución de la intensidad energética y una oportunidad para replantear algunas estrategias de cómo trabajamos actualmente, coincidieron analistas y expertos en el tema.
Sin embargo, el sector de las renovables en México no se verá tan afectado, pero no en un sentido positivo.
Lo bueno
“En términos generales, se traduce en una disminución en la quema de combustibles fósiles que, de acuerdo con el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, son responsables de dos terceras partes de las emisiones de gases de efecto invernadero (ghg), con lo cual se reducen las emisiones de ghg y, sin duda, le ha dado un respiro al planeta en el corto plazo”, comentó Leonardo Beltrán Rodríguez, miembro del Consejo de la organización internacional Sustainable Energy for All (SEforAll), al explicar el efecto en la desaceleración en la actividad económica e industrial a nivel global.
Al respecto, Daniel Chacón Anaya, director de Energía para Iniciativa Climática de México (ICM), detalló que con la ralentización de la economía mundial, tan solo en el sector transporte el planeta se está ahorrando la emisión de millones de toneladas de contaminantes, especialmente de dióxido de nitrógeno (NO2).
“Es evidente que la disminución de la actividad económica y el forzamiento a que la gente permanezca en sus casas también significa menos consumo de energía”, añadió Chacón Anaya, quien agregó que ya hay señales en otras partes del mundo de que el consumo de energía, eléctrica particularmente, está bajando, igual que del petróleo y sus derivados.
Sin embargo, el impacto de las medidas para detener la pandemia del COVID 19 en la economía mundial también está afectando la industria de las energías renovables. Los organismos internacionales, especialmente la Organización Mundial de la Salud (OMS), y las autoridades sanitarias de cada país han emitido normas para mantener a la gente en sus casas y parar las industrias y empresas que no son prioritarias, con el fin de evitar contagios que propaguen aún más la pandemia.
“Los proyectos necesitan presencia humana, no se pueden hacer a distancia, tiene que haber actividad en el campo”, dijo Chacón en relación con los proyectos de energías renovables.
“Se ha visto también que el suministro de módulos fotovoltaicos, particularmente de China, se ha venido complicando por el paro tan fuerte que tuvo la economía de ese país en los primeros meses del año y eso también repercutió en la producción y disponibilidad de módulos fotovoltaicos”, agregó.
El rebote
De acuerdo con la Universidad John Hopkins de Estados Unidos, para finales de marzo el número de infectados con coronavirus en el mundo alcanzó las 800 mil personas, y la OMS calcula que la contingencia podría prolongarse incluso hasta el mes de octubre de este año, en un escenario pesimista. Aun así, en algún momento pasará.
En este sentido, los expertos en el tema coincidieron en que, una vez superada la emergencia, la actividad económica y el uso de la energía que conlleva volverán a sus niveles originales e, incluso, con mayor intensidad.
“El respiro es momentáneo porque, una vez que pase la crisis, la actividad volverá a los mismos niveles o incluso mayores, ya que los diferentes gobiernos han aprobado paquetes de apoyo para mitigar el impacto en el sector productivo y, en particular, para evitar la quiebra de líneas aéreas, cruceros y trenes, entre otros”, expuso Beltrán Rodríguez, quien también fuera subsecretario de Planeación y Transición Energética en la Secretaría de Energía durante la administración federal anterior.
“Este estímulo al sector transporte, que tiene una gran huella ambiental, junto con un menor costo de los combustibles, implicará que la demanda por servicios de transporte aumentará cuando se levanten las restricciones y con ello se observará un repunte de las emisiones de ghg”, añadió el ex funcionario.
México, un “paciente en coma” infectado
La pandemia del COVID 19 llegó a México en momentos en que el sector de las energías renovables ya estaba, si no muerto, quizá en coma, principalmente por la cancelación de las subastas eléctricas de largo plazo y la primera de mediano plazo.
“En el caso específico de México, ya estábamos con una ralentización de la actividad en términos de las energías renovables por la cancelación de la cuarta subasta y por el poco apoyo que se ha dado a las energías renovables en esta administración, y por el énfasis que está poniendo en recuperar el monopolio de generación de la CFE mediante plantas con combustibles contaminantes”, lamentó Daniel Chacón.
En una reciente gira por Baja California, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo una parada en la zona conocida como La Rumorosa, en donde la empresa Sempra Energy tiene instalado un parque eólico para producir energía eléctrica.
“Autorizaron esos ventiladores para producir energía eólica. Miren cómo afecta el paisaje, la imagen natural”, criticó el mandatario en un video que difundió en redes sociales. “Nunca más permisos para afectar el medio ambiente, para la contaminación visual”, sentenció.
Chacón Anaya abundó en que ya teníamos en el país una situación desventajosa para los proyectos renovables. “No creo que el coronavirus vaya a significar un cambio en algo que ya estaba de por sí deprimido”, agregó.
“En otras latitudes seguramente sí va a haber una afectación de los planes, en el caso de México desgraciadamente ya ni teníamos planes”, comparó. “A pesar de tantos recursos naturales –viento y sol–, totalmente desperdiciados por una política que yo diría absurda en términos de las energías renovables”, volvió a lamentar.
En consecuencia, y aún más grave, es que México difícilmente podrá cumplir con sus compromisos internacionales y sus metas para reducir los ghg.
Chacón señaló que la cancelación de las subastas y la preponderancia de los combustibles fósiles, el país no podrá lograr el 35% de generación eléctrica con energías limpias para 2024, y mucho menos sus compromisos de reducción de emisiones para el 2030.
“Para el 2030, el sector eléctrico tiene una meta de emisiones de 139 millones de toneladas (anuales, mmta), lo que significa un ahorro de 63 mmta con respecto a una proyección que se hizo en el sector de acuerdo con sus características de crecimiento para el 2030”, aseguró.
Es decir, el 2030 esperaríamos que tuviéramos 202 millones de toneladas de emisiones en el sector eléctrico; sin embargo, con el esfuerzo que se está visualizando, se pensaba que de esos 202 millones podríamos ahorrar al planeta 63 millones para terminar con una emisión de 139 millones de toneladas de CO2”, agregó.
Acotó, empero, que dichas metas nacionales de por sí ya eran pobres, y con la contingencia del coronavirus, ni siquiera esas metas se lograrán. “Vamos a estar en el rango de los países que seguramente andará con un incremento de cuatro grados”, consideró Chacón refiriéndose a que la meta promedio internacional es evitar el calentamiento global en 2 grados centígrados e, incluso, 1.5 grados.
”Home office”, un experimento social
No todo está perdido. La contingencia del COVID 19 puede dejar un precedente para realizar algunos cambios permanentes en nuestra forma de utilizar la energía.
La coyuntura nos lleva a enfocarnos en las acciones de corto plazo que ayudarán a mitigar los efectos inmediatos y sobreponernos a la crisis, pero en el mediano y en el largo plazo, ya tenemos esta hoja de ruta denominada los Objetivos de Desarrollo Sustentable, que nos da metas e indicadores de cumplimiento y por supuesto, la realidad que nos muestra que tan preparados estamos ante las nuevas condiciones”, dijo Leonardo Beltrán.
“Hoy ya no se cuestiona sobre el rumbo, por eso la gran mayoría de los países han suscrito tanto el Acuerdo de París, como la Agenda de Desarrollo Sustentable, y la pandemia es una circunstancia que obliga a redoblar esfuerzos para limitar el calentamiento global e impulsar el desarrollo sustentable”, agregó.
Daniel Chacón se enfocó más en la forma en que trabajamos.
“El coronavirus, con este encierro forzado, nos está obligando a entrar a este experimento de trabajo a distancia”, aseveró.
Por ello, consideró que la construcción de los grandes edificios de oficinas es innecesaria y, por lo tanto, también es el tránsito para llegar a todos esos lugares, así como los grandes espacios de estacionamiento. “Es innecesaria tanta emisión de gases de efecto invernadero, es innecesaria y podemos ahorrarnos accidentes, gastos médicos, mantenimiento de calles, etcétera”, dijo.
“Dentro de los males del coronavirus, este experimento social podría resultar en algo muy bueno si el gobierno y quienes toman las decisiones tomaran estos ejemplos y las convirtieran en políticas públicas sería totalmente sensacional”, concluyó.
Propuso que, en vez de la gran infraestructura, mejor hacer redes de fibra óptica para todos con una transmisión más eficiente de información y datos.