El arma más importante en la lucha contra el coronavirus es la verdad. Esto es palpable en el caso de China, donde el virus apareció por primera vez. Al comienzo del brote, cuando las posibilidades de contención aún eran altas, los cuadros y las fuerzas de seguridad del Partido Comunista Chino intimidaron a los médicos. Las evidencias fueron destruidas, los hechos negados. La consecuencia: primero una epidemia nacional, luego una pandemia global.
Gobiernos en los que nadie confía
El caso de Irán también lo demuestra. El régimen ha estado mintiendo a su gente durante años. Cuando el Gobierno, después de un largo periodo de indecisión y contra la resistencia de algunos mulás, tomó medidas contra el virus, la población no las tomó en serio. Fue una fatal confirmación del dicho «no se confía en quien haya mentido una vez, incluso si dice la verdad». La consecuencia: más de 2.500 muertes confirmadas oficialmente hasta ahora. Nadie cree que esa sea la verdadera cifra.
En Estados Unidos, donde el Gobierno venera «hechos alternativos», primero se negó la amenaza del virus y luego se minimizó. Cuando el impacto de la epidemia fue evidente, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tomó algunas medidas a regañadientes. Pero ha dejado muy claro que, al final, antepone la economía a la salud de la población. La consecuencia: más infecciones que cualquier otro país del mundo.
A un virus no le importa la política. La retórica y las palabras tampoco le impresionan. Lo único que importa son los hechos. Solo se le puede vencer con conocimientos científicos y con criterio.
Populistas de derecha, nada que aportar
Es una buena señal que los políticos en Europa y Alemania busquen el asesoramiento de expertos en la crisis e incluyan sus apreciaciones en sus decisiones. Parece que se han superado los últimos meses y años en los que los populistas de derecha, la AfD en Alemania, Viktor Orban en Hungría, Matteo Salvini en Italia, por nombrar algunos, impulsaban la agenda política. La situación actual pone una cosa de manifiesto: si las cosas se ponen serias, los populistas de derecha no tienen nada que aportar.
La pandemia muestra que la política, que ignora los hechos y solo manipula la información, tiene un alto precio. No solo en Europa, sino en todo el mundo. Muchos ahora lo pagan con sus vidas.
Cuando el virus sea derrotado en unos pocos meses y con la ayuda de la ciencia así será, solo nos cabe esperar que la gente al final se dé cuenta de que la verdad sí importa. Especialmente en política.